Les pasa por infieles
No nos entra en la cabeza, pero las filtraciones y los robos de informaci¨®n es algo que tarde o temprano, si puede suceder, acaba sucediendo.
Primero le ocurri¨® al Gobierno de Estados Unidos con los papeles de Wikileaks, y pensamos que lo merec¨ªa por imperialista. Despu¨¦s le pas¨® a las famosas con sus fotos desnudas y cre¨ªmos que les suced¨ªa por frescas. Luego le toc¨® a Sony con sus e-mails y nos pareci¨® bien porque era una poderosa gran multinacional. M¨¢s tarde a Hacking Team y lo vimos justo al ser una empresa de hackersmalvados. Ahora le ocurre a Ashley Madison con la publicaci¨®n de los datos de millones de usuarios y nos hace gracia: es una web de contactos para infieles.
Siempre he pensado que el fin de Internet tal y como lo conocemos empezar¨¢ el d¨ªa que nuestras cuentas de correo electr¨®nico sean accesibles para todo el mundo: ser¨¢ el apocalipsis de la pareja, las siete plagas de la amistad, el ocaso del mundo laboral. Ese d¨ªa en el que cualquiera pueda ver nuestros correos y nos d¨¦ igual porque estaremos leyendo, horrorizados, los del resto. Es un escenario, como los episodios de Black Mirror, improbable pero no imposible, porque si algo hemos visto en los ¨²ltimos a?os es que, si algo est¨¢ en Internet, no est¨¢ seguro.
No nos entra en la cabeza, pero las filtraciones y los robos de informaci¨®n tienen tan poco que ver con la moralidad como con la lluvia. Es algo que tarde o temprano, si puede suceder, acaba sucediendo. Pensar que los otros se lo merecen y nosotros no es una ilusi¨®n mental que nos protege de la molestia de dejar Facebook, de abandonar Gmail, de aprender criptograf¨ªa, de cambiar las contrase?as, de vivir en la duda constante.
Estas vacaciones us¨¦ Airbnb, el servicio de alquiler de casas entre particulares. Un portero perezoso me dej¨® la llave de un apartamento pegada con cinta adhesiva a la misma puerta que abr¨ªa. Una ingeniosa desconocida colg¨® en el pomo de su hogar un compartimento secreto que conten¨ªa la llave, tapado por una peque?a bolsa de basura. El m¨¢s despreocupado fue un casero que me dijo que al irme dejara la llave encima de la mesa y la puerta entornada: ¡°Lo importante no es que est¨¦ cerrada sino que parezca cerrada¡±.
Los tres ten¨ªan raz¨®n. Cualquiera que haya pagado por ver c¨®mo le abren la cerradura en 20 segundos con una radiograf¨ªa sabe que la seguridad es una ilusi¨®n, y que lo ¨²nico que nos protege es que, en general, no le interesamos a nadie. Pero ay del momento en el que alguien piense que nos lo merecemos, del instante en el que la puerta parezca abierta.
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