Mal y tarde
Rajoy alarga innecesariamente el interregno electoral
Es evidente la indeterminaci¨®n en la que vivir¨¢ este pa¨ªs hasta que se constituyan los nuevos poderes emanados de las pr¨®ximas elecciones generales. Como lo son el cansancio y las dudas producidas por un a?o tan cuajado de citas con las urnas. Por eso habr¨ªa sido deseable que el presidente del Gobierno no estirase tanto una legislatura que acab¨® en la pr¨¢ctica hace meses, y cuya prolongaci¨®n solo sirve para hacer m¨¢s c¨®moda una campa?a partidista desde el poder. No es lo mismo someter un programa econ¨®mico al juicio de los electores que acudir a las votaciones con unos Presupuestos Generales predeterminados para el a?o pr¨®ximo, de forma que se condicione al poder futuro.
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La anticipaci¨®n de las elecciones catalanas ha podido complicar la gesti¨®n del final del ciclo del Gobierno, y por tanto la selecci¨®n de la fecha para las generales. Tambi¨¦n es evidente que el presidente del Gobierno tiene la potestad exclusiva de decidir cu¨¢l es esa fecha. Lo que s¨ª es exigible a Mariano Rajoy es que comunique formalmente su decisi¨®n, porque es un asunto serio e impropio de una charla informal. Por eso resulta ins¨®lito el tono de ligereza con el que se nos ha transmitido la idea de que las elecciones podr¨ªan celebrarse el 13 o el 20 de diciembre, sin haber despejado definitivamente la inc¨®gnita ni explicar, al menos, qu¨¦ motivos le llevan a dudar todav¨ªa.
En todo caso, lo poco que ha dicho Rajoy reitera su voluntad de aprovechar hasta el ¨²ltimo momento para presentar un balance econ¨®mico que le sirva de aval. Es cierto que algunos aspectos han mejorado y que el crecimiento econ¨®mico ha prevalecido en los ¨²ltimos meses. No obstante, ese balance ofrece claroscuros. Acudir a las elecciones generales con un paro por encima del 20% y un peso tan fuerte del empleo precario no constituyen buenas garant¨ªas para pedir a los ciudadanos que renueven su confianza en el Partido Popular, sobre todo tras haber proclamado la recuperaci¨®n del empleo como su gran prioridad durante la campa?a electoral de 2011. Tampoco lo es haber confundido la tarea de la gobernaci¨®n con una serie de gestos evidentemente destinados a reba?ar algunos votos, como lo muestra la recuperaci¨®n de parte de la paga extra perdida por los funcionarios.
Espa?a necesita que se despejen inc¨®gnitas de fondo y que contin¨²en las reformas capaces de devolver a la sociedad la confianza en las instituciones. Para ello hacen falta candidatos que se expliquen con claridad y profundidad sobre los problemas pendientes y lo que se proponen para enderezarlos. El futuro Gobierno, tanto si est¨¢ nucleado en torno al PP como si lo componen otras fuerzas pol¨ªticas, tendr¨¢ que afrontarlos con menos sigilos y tacticismos de los utilizados durante los tiempos de la mayor¨ªa absoluta.
Todo ello redunda en la idea de que habr¨ªa sido beneficioso acortar el excesivamente largo interregno electoral, en vez de alargarlo al m¨¢ximo; y en cualquier caso, sigue siendo necesario saber exactamente cu¨¢ndo tendr¨¢n los espa?oles la ocasi¨®n de pronunciarse en las urnas.
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