Catalunya / Espa?a: el d¨ªa despu¨¦s
Va a costar mucho. Las heridas, por irresponsabilidad y frivolidad, son profundas. Pero hay que volver a la democracia ¡ªacuerdo, consenso y voluntad de integraci¨®n¡ª inclusivamente y en positivo. Como en la Transici¨®n
El mal ya est¨¢ hecho. Y costar¨¢ mucho recuperar lo perdido a lo largo de estos aciagos ¨²ltimos a?os. Se han roto muchas cosas y las heridas son tan profundas que necesitaremos mucho tiempo para que cicatricen. Demasiadas bajas en una batalla sin sentido, planteada desde la irresponsabilidad y, a menudo, desde la frivolidad. La historia ser¨¢, sin duda, muy severa con sus protagonistas.
Y las v¨ªctimas est¨¢n claras: el desgarro interno de la sociedad catalana (en las familias, en los amigos, en el trabajo¡) es la primera. Y la segunda es la desafecci¨®n mutua entre una parte de la sociedad catalana (que adem¨¢s quiere identificarse deshonestamente con el conjunto) y una parte de la sociedad del resto de Espa?a (que, tr¨¢gicamente, entra en el juego). El resultado es muy triste: son tantos los afectos, los amores compartidos, los lazos familiares, las amistades profundas, las experiencias comunes, que su p¨¦rdida o su debilitamiento produce una enorme melancol¨ªa. Y una p¨¦rdida irreparable. Y una tercera v¨ªctima es el imprescindible respeto a la ley y a las reglas del juego, esencial en cualquier sistema democr¨¢tico.
Por todo ello, m¨¢s all¨¢ del debate pol¨ªtico, todos los ciudadanos ¡ªy, especialmente, aquellos que aunque ahora estemos alejados de la actividad pol¨ªtica, hemos dedicado muchos a?os a la misma y la seguimos atentamente¡ª tenemos la obligaci¨®n moral de aportar ideas para reconstruir todo lo destruido.
Y parto de la base que los errores se han cometido por todos. Y que, desde la autocr¨ªtica, debe aprenderse de ellos, para no repetirlos. Pero no me voy a situar, en absoluto, en la equidistancia. Me sit¨²o, inequ¨ªvocamente, en el lado de la legalidad democr¨¢tica. Y, por tanto, de la Constituci¨®n votada por todos.
Pero lo que ahora m¨¢s me preocupa es c¨®mo recomponer los vidrios rotos.
Veremos qu¨¦ resultados salen de las elecciones auton¨®micas del pr¨®ximo 27-S. Hoy por hoy, parecen muy abiertos.
Y, m¨¢s all¨¢ de los mismos, qu¨¦ resultados saldr¨¢n de las elecciones generales de diciembre, tambi¨¦n muy inciertos por el debilitamiento del bipartidismo imperfecto que ha dominado la pol¨ªtica espa?ola desde la Transici¨®n, y la emergencia de nuevas formaciones pol¨ªticas. En cualquier caso, van a servir, indudablemente, para identificar a los interlocutores. Y ojal¨¢, sean cuales fueren, est¨¦n pose¨ªdos por el sentido com¨²n, la generosidad y la altura de miras. Nos va a hacer mucha falta.
Porque habr¨¢ que reconstruir cosas b¨¢sicas. Y pienso especialmente en tres.
Dialogar, renovar el pacto constitucional, hablar. Desde la Constituci¨®n, todo; sin ella, nada
La primera es la relativa a la concepci¨®n sobre las instituciones. Tienen que ser de todos y estar al servicio de todos, sin politizaciones partidistas ni estar instrumentalizadas al servicio de un proyecto pol¨ªtico de parte. Y ello vale tanto para el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial como para la Generalitat de Catalunya (su president, su Govern y su Parlament). E incluye desde los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos al sistema educativo y sus contenidos. Demasiadas cosas se han estropeado desde los mismos.
La segunda es la que se refiere a rehacer la cohesi¨®n interna de la sociedad catalana y trabajar en corregir su actual y profunda divisi¨®n. Adem¨¢s, es el ¨²nico camino para recuperar la afecci¨®n mutua entre las sociedades catalana y del resto de Espa?a, que en otros periodos de nuestra com¨²n historia ha sido enormemente profunda y solidaria. Y que ahora estamos, lastimosamente, en riesgo de perder. No es admisible la animadversi¨®n t¨®xica a Espa?a en una parte muy significativa de la sociedad catalana ni tampoco la creciente corriente de anticatalanismo primario en una parte de la sociedad espa?ola, que s¨®lo retroalimenta a los secesionistas. Los espa?oles catalanes y los no catalanes no podemos consentir que toda esta irracionalidad vaya a m¨¢s y se consolide en las conciencias colectivas.
La tercera, es, desde mi punto de vista, particularmente obvia. Debemos comprometernos ¡ªde verdad, y no de boquilla¡ª a respetar la ley y las reglas del juego. Algo que no deber¨ªa ser objeto de debate, pero que, lamentablemente, tenemos que plantear. Ha habido demasiadas astucias, demasiados movimientos t¨¢cticos para sortear el elemental respeto a la ley y a las reglas de juego.
Y sobre estas bases ¡ªen mi opini¨®n, elementales, pero ya dec¨ªa Bertolt Brecht, lament¨¢ndose, ¡°qu¨¦ tiempos estos, en los que hay que luchar por lo que es evidente¡±¡ª, los interlocutores que salgan de la nueva composici¨®n del Parlament de Catalunya y de las Cortes Generales deben hacer pol¨ªtica. Con may¨²sculas. Deben dialogar para llevar a una renovaci¨®n del Pacto Constitucional. Deben configurar un nuevo marco, que partiendo del que nos dimos hace casi 40 a?os y que nos ha ofrecido el mejor per¨ªodo de nuestra historia contempor¨¢nea, integre a una gran mayor¨ªa de los ciudadanos, incluyendo, por supuesto, a todos aquellos que no tuvieron ocasi¨®n de votar nuestra Constituci¨®n. Y que nos dure, si es posible, otros 40 a?os¡
Y para ello, hay que hablar. Sin apriorismos innecesarios, ni dogmatismos que impidan el pacto. Con mente abierta y con honestidad. Pero con claros puntos de partida.
?Derecho a decidir? ?Los catalanes hemos votado 38 veces en los ¨²ltimos 38 a?os!
Dicho de manera clara y directa: desde la Constituci¨®n, todo. Y sin ella, nada. Desde la legalidad y el respeto a las reglas del juego, todo. Sin ello, nada.
Y a partir de ah¨ª, respeto escrupuloso a la voluntad democr¨¢tica expresada libremente por los ciudadanos. Cuando se habla de un eventual derecho a decidir (suced¨¢neo de un inexistente derecho a la autodeterminaci¨®n) se olvida que los catalanes hemos votado, en los ¨²ltimos 38 a?os, nada menos que ???38 veces!!! Leamos, pues, lo que vaya a salir del 27-S. Democr¨¢ticamente. Y debemos hacerlo todos. Sin trampas, como cuando se habla de esca?os y no de votos, en abierta contradicci¨®n con el car¨¢cter pretendidamente plebiscitario de estas elecciones.
En suma, volvamos a la democracia, entendida no s¨®lo como un juego de mayor¨ªas y minor¨ªas, m¨¢s o menos coyunturales, sino como acuerdo, consenso y voluntad de integraci¨®n. Inclusivamente y en positivo. Como en la Transici¨®n.
Y pensando en todos nuestros conciudadanos. En todos aquellos que sienten/sentimos c¨®mo Sevilla, Salamanca o Santiago de Compostela son nuestras. En todos los que piensan/pensamos que Barcelona es una gran capital espa?ola, adem¨¢s de catalana y mediterr¨¢nea. En todos los que, sin el menor conflicto interno, nos sentimos, plenamente, catalanes, espa?oles y europeos.
As¨ª de sencillo. Y as¨ª de positivo.
Dentro de poco tiempo tendremos la ocasi¨®n, democr¨¢tica, de plantear una nueva fase de nuestra democracia. Plural, diversa, rica, y profundamente solidaria y llena de afectos y anhelos compartidos. Y profundamente convencidos que todos juntos haremos una Espa?a y una Catalunya cada d¨ªa mejores.
Josep Piqu¨¦ fue ministro de Asuntos Exteriores entre 1996 y 2000.
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