Temed al general enjaulado
El expresidente de Guatemala Otto P¨¦rez Molina, lejos de estar hundido, prepara su contraataque
En los tiempos duros, el mayor Otto P¨¦rez Molina nunca miraba a la cara. Callado, incluso relajado, sus ojos oscuros se desviaban del interlocutor y, si hac¨ªa falta, le dejaban hablar hasta el agotamiento. A primera vista, parec¨ªa un militar pac¨ªfico, casi europeo, de respuestas monosil¨¢bicas y suaves. Pero quienes le conoc¨ªan sab¨ªan que eso terminaba cuando ten¨ªa que dar una orden. Entonces, con la fuerza de un sablazo, emerg¨ªa el oficial de kaibiles, el hombre que en los tiempos de genocidio dirigi¨® a sangre y fuego un destacamento en el infernal tri¨¢ngulo Ixil. En esos momentos, P¨¦rez Molina, el depredador, dominaba el espacio y el tiempo.
Quienes le han visto en los ¨²ltimos d¨ªas, recuerdan bien esta bipolaridad. Cuando la semana pasada renunci¨® a la presidencia de Guatemala derribado por un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n, cay¨® sin mirar de frente. En la derrota, ni siquiera tuvo el valor de dirigirse a la naci¨®n. Abandonado por los suyos, con su vicepresidenta y amiga ¨ªntima encarcelada y bajo la presi¨®n una inmensa ola de furor popular, el mandatario eligi¨® la madrugada para abandonar el poder. Fueron horas amargas para el militar que un d¨ªa fue saludado como el reconciliador de Guatemala.
Nadie se acordaba de su papel en las negociaciones con la guerrilla o en la firma de las acuerdos de paz de 1996. A su alrededor, como todos los generales ca¨ªdos en el tr¨®pico, ya solo bailaban los espectros de su pasado. La matanzas de ind¨ªgenas, sus pactos con el diablo como jefe de los servicios secretos.
El pasado martes, el juez orden¨® su encarcelamiento por cohecho y asociaci¨®n il¨ªcita. La Comisi¨®n Internacional contra la Impunidad le sit¨²a a la cabeza de una trama corrupta que saque¨® durante a?os las aduanas. Es decir, en un pa¨ªs con la mitad de la poblaci¨®n infantil malnutrida, el presidente rob¨® a manos llenas los impuestos. Bajo este dictamen, la c¨¢rcel y el exilio parecen sus ¨²nicas salidas. Pero entre quienes le conocen bien ha resurgido una inquietud. Al escuchar la orden de prisi¨®n, vieron c¨®mo en aquel tipo hundido renac¨ªa el depredador. A la luz de los focos, recuper¨® su entereza para mirar de frente, negar las imputaciones y acusar al universo de traici¨®n.
¡°Finalmente ha despertado, y cree que le han emboscado¡±, comenta un antiguo amigo suyo. Una vieja m¨¢xima militar afirma que de una emboscada se sale disparando hacia todos los lados. Eso es lo que muchos piensan que ahora har¨¢ P¨¦rez Molina. Humillado y enjaulado, el general se dispone a su ¨²ltimo combate. En Guatemala, han empezado a temerle otra vez.
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