Un futuro posible, juntos.
Ha llegado el momento de que Europa enfoque su cooperaci¨®n hacia el Mediterr¨¢neo
Respuesta del primer ministro de Italia al editorial conjunto de EL PA?S y otros 12 diarios.
De repente todos, absolutamente todos, se han dado cuenta de lo que estaba sucediendo. Y ante la tragedia han comprendido que ya no hay posibilidad de mirar para otro lado. No s¨¦ si ha sido un solo evento: el t¨²nel de Calais, el TIR en Austria, la imagen desgarradora del peque?o Aylan en Turqu¨ªa. S¨¦ que en pocos d¨ªas ha cambiado todo.
Para los italianos ha sido como cuando est¨¢s viendo una pel¨ªcula en el iPad. Solo que tienes los auriculares puestos. Y, por tanto, solo t¨² est¨¢s viendo y escuchando lo que sucede en la pantalla. Pero de repente se desprenden los auriculares. Toda la habitaci¨®n se ve invadida por el ruido. Ya no est¨¢s solo. Pero esto no es una pel¨ªcula. Se trata de mujeres, ni?os, ancianos. Muertos; ahogados por los traficantes. Hemos visto a decenas morir en el Mediterr¨¢neo. Y hemos salvado miles de vidas con la Marina Militar, la Guardia Costera, nuestros voluntarios¡
Vidas como la de Khalif. Su madre tiene 24 a?os, se llama Ester. Parti¨® hace dos a?os de Nigeria junto a su marido. Atraves¨® el desierto para alcanzar Libia, donde fue golpeada y encarcelada. Al final logr¨® escapar, embarc¨¢ndose sola hacia Sicilia en uno de esos barcos de la muerte. Sola, porque su marido no ten¨ªa el dinero para pagar dos pasajes a los nuevos esclavistas. Y cuando fue salvada por una patrullera italiana, Ester dio a luz en medio del Mediterr¨¢neo. Khalif ahora est¨¢ vivo, sano y salvo. Su padre est¨¢ en Libia ahorrando el dinero para desafiar a la muerte. Para alcanzar la vida.
Europa ha subestimado el peso de sus propias iniciativas en Siria y Libia
Querido director, Italia est¨¢ orgullosa de sus hijos que luchan contra las olas para salvar vidas humanas. Pero Italia sabe tambi¨¦n que no es suficiente conmoverse, es necesario moverse. Que ninguno piense en salir del paso con el habitual minuto de silencio. Se necesita m¨¢s visi¨®n en pol¨ªtica exterior. Digamos las cosas como son: la comunidad internacional, y Europa, han subestimado el peso de sus propias iniciativas en Libia y Siria. Y subestimado la propia capacidad de construir un futuro en aquellos territorios. No es suficiente con expulsar a un dictador o bombardear a un enemigo si despu¨¦s no se vence el desaf¨ªo educativo, cultural, econ¨®mico en aquellos pa¨ªses; el desaf¨ªo pol¨ªtico.
En Oriente Pr¨®ximo, por supuesto. Pero tambi¨¦n en Libia, por ejemplo. Y tambi¨¦n necesitamos m¨¢s atenci¨®n hacia ?frica. Es el coraz¨®n de nuestro futuro, tiene extraordinarias oportunidades de crecimiento, es la fuente de una nueva esperanza para quien cree en los ideales de un mundo global. Europa se ha concentrado mucho en los ¨²ltimos a?os en la ampliaci¨®n hacia el Este, obteniendo resultados desiguales. Personalmente creo que hoy es un deber moral proseguir la ampliaci¨®n, empezando por Serbia y Albania. Pero ha llegado tambi¨¦n el momento de que Europa se enfoque hacia el Mediterr¨¢neo, utilizando todos los instrumentos a su disposici¨®n (cooperaci¨®n internacional, ayuda al desarrollo, persuasi¨®n moral), empezando por la pr¨®xima cumbre en Malta del 11 y 12 de noviembre entre los pa¨ªses de la Uni¨®n y los africanos.
Es justo que los asilos sean gestionados a nivel europeo, pero eso solo ser¨¢ posible si cada pa¨ªs acoge un cierto n¨²mero
Es necesario superar el ego¨ªsmo nacional. Y por tanto superar Dubl¨ªn. Es justo que los asilos sean gestionados a nivel europeo, pero eso solo ser¨¢ posible si cada pa¨ªs acoge un cierto n¨²mero de refugiados (cuotas) y las repatriaciones de quienes no tengan derecho de asilo sean organizadas por la UE y no por cada Estado.
Europa, por lo dem¨¢s, est¨¢ en una encrucijada. O vuelve a encontrar las razones, los ideales, para seguir unida, o se convertir¨¢ en un aburrido condominio de reglas abstractas y est¨¦riles, casi siempre econ¨®micas, y con mucha frecuencia equivocadas. Quien ha estudiado la historia del final de las grandes civilizaciones, empezando por la decadencia del Imperio Romano, sabe que el declive no se inicia por una raz¨®n econ¨®mica, sino cultural. Espiritual, querr¨ªa decir, en el sentido laico del t¨¦rmino. Europa debe elegir si continuar d¨¢ndole la espalda a la realidad o afrontarla. Con todas sus complejidades. Con la espalda recta y la mirada visionaria. Con valent¨ªa e inteligencia, director, como piden usted y sus colegas.
Despu¨¦s de meses en que los italianos nos hemos sentido solos enfrent¨¢ndonos a la emergencia, no solo en el mar, sino sobre todo en las mesas de Bruselas, hoy todo parece haber cambiado. Estoy muy orgulloso de los avances econ¨®micos de Italia. Estamos finalmente fuera de la crisis. Sin embargo, s¨¦ perfectamente que la historia no juzgar¨¢ a mi generaci¨®n por el spread o las reformas, sino por la manera en que hayamos tutelado y defendido la dignidad de las personas. Y estamos orgullosos del modo con que en Austria, en Alemania y en otros pa¨ªses nuestros compatriotas europeos, nuestros hermanos europeos, han acogido a los hermanos refugiados.
Nosotros ya lo venimos haciendo desde hace meses. Y no nos hemos cansado, y no nos cansaremos de salvar a todos aquellos que miran a nuestra Europa no solamente como una bella historia del pasado, sino como un futuro posible. Juntos.
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