Identidades plurales
En Catalu?a, romper los consensos m¨ªnimos llevar¨¢ a la fragmentaci¨®n y la inestabilidad
Hipot¨¦ticamente, aun cuando todos los agravios expuestos por el nacionalismo catal¨¢n fuesen ciertos, ?justifican la voluntad abismal de separarse de Espa?a y quedarse fuera de la UE? Esa es la gran pregunta para la ciudadan¨ªa de Catalu?a y no la iluminan las manifestaciones masivas ni unas elecciones auton¨®micas tergiversadas para que los votos sean interpretados como un s¨ª o un no a la independencia, entelequia sin raz¨®n jur¨ªdica. Es un nuevo abuso pol¨ªtico e institucional por parte del nacionalismo. Un vicio nacionalista de origen es hablar en nombre de todos los catalanes. Pero en realidad existen diversos tipos de descontento, como existen distintos grados de victimismo, como existen zonas de indiferencia, zonas templadas, zonas t¨®rridas y zonas g¨¦lidas. Y en cada caso, la pol¨ªtica debiera saber distinguir y prevenir, acotar conflictos y razonar soluciones que posiblemente nunca ser¨¢n definitivas.
Artur Mas se hizo secesionista cuando Espa?a estaba d¨¦bil a causa de la crisis de 2008 y ¨¦l mismo, con sus recortes, hab¨ªa tenido una contestaci¨®n social muy acusada. Despu¨¦s de lo ocurrido estos a?os, incluso la soluci¨®n m¨¢s imaginativa no apaciguar¨ªa a los sectores radicales. Pero esos sectores no representan la interrelaci¨®n de identidades ¡ªcatalana, espa?ola, europea¡ª que es la realidad de Catalu?a. Una realidad m¨²ltiple e hist¨®ricamente beneficiada por la estabilidad econ¨®mica. Por ejemplo, la necesidad de un pacto fiscal ha sido ratificada por muchos estamentos de la sociedad catalana y es negociable, pero es obvio que uno no puede hacer la contabilidad seg¨²n le convenga. Sin rigor, las instituciones decaen. Ahora, al plantearse la cuesti¨®n catalana no est¨¢ de m¨¢s la m¨¢xima prudencia, distinguir el grano de la paja, tener muy en cuenta los distintos grados de la sentimentalidad de Catalu?a y generar m¨¢s empat¨ªa con los muchos ciudadanos que ven con alarma lo que puede pasar. Hacen falta dosis extra de ecuanimidad. Pero al final la ley es la ley.
Desde sus or¨ªgenes, en el nacionalismo m¨¢s primitivo cundi¨® el deseo de una no-Espa?a, pero el catalanismo tambi¨¦n tuvo su hora regeneracionista y supo que lo mejor era intervenir en la gobernaci¨®n de Espa?a. A partir de la Transici¨®n, de modo gradual, el sistema educativo en mayor o menor medida ha asumido esa voluntad de no-Espa?a. De otro modo no se explica el ardor secesionista de parte de las nuevas generaciones. Es el resultado de un sue?o a-hist¨®rico que ha dado pie a un sentimentalismo de la inevitabilidad, la versi¨®n m¨ªtica de la historiograf¨ªa nacional que considera inevitable, lineal, que la naci¨®n so?ada acabe siendo un Estado. Es m¨¢s: en su muy reciente Historia m¨ªnima de Catalu?a el profesor Jordi Canal aduce con claro rigor que antes del siglo XX no exist¨ªa ninguna naci¨®n llamada Catalu?a, del mismo modo que el catal¨¢n es la lengua primaria de Catalu?a pero nunca ha sido la ¨²nica por lo que la pluralidad ling¨¹¨ªstica ha sido una constante en la sociedad catalana. Ensimismado por su instinto de supervivencia, Artur Mas carece de sentido hist¨®rico. Incluso Prat de la Riba, cuando se decid¨ªa que el mito del 11 de septiembre fuese d¨ªa nacional de Catalu?a, sugiri¨® que conven¨ªa menos m¨¢s pasado y m¨¢s futuro. Son y fueron las consecuencias de una historiograf¨ªa unidimensional en la que a la naci¨®n imaginada se la considera por encima de la acci¨®n humana, hasta el extremo que la predetermina y suplanta. Sorprende que despu¨¦s de un siglo XX en el que los determinismos han ca¨ªdo del pedestal, en el secesionismo catal¨¢n prolifere el hecho emotivo de que la naci¨®n so?ada es ineluctable y que no existen otras versiones factibles ni oficialmente dignas de consideraci¨®n, equitativas. Sociedad dividida significa cultura dividida porque se la pretende adherida al sistema simb¨®lico del nacionalismo, como la invenci¨®n de Els segadors, la sardana o la cuestionable racionalidad hist¨®rica del 11 de septiembre. Historia cr¨ªtica ¡ªpreterida institucionalmente¡ª o historia nacional no es un dilema exclusivo para historiadores: es un dilema para toda una sociedad de identidades plurales.
Es veros¨ªmil que las pol¨ªticas de poder instrumentadas por Mas vayan a acabar generando una crisis de la catalanidad, al romper con los consensos m¨ªnimos y suplir el catalanismo por el secesionismo populista. En este momento, la confusi¨®n es muy grande y los votos (indecisos, ocultos) se desplazan vertiginosamente. El resultado potencial es un panorama mucho m¨¢s polarizado y de articulaci¨®n m¨¢s que ardua. La posibilidad de un catalanismo aggiornato es incierta. Probablemente lo m¨¢s inmediato sean la fragmentaci¨®n y la inestabilidad.
Valent¨ª Puig es escritor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.