El principio de realidad
La pelota no est¨¢ en el campo soberanista sino en los otros, dispuestos a trazar un plan sin miedo
Puede que la mitad del problema est¨¦ cebado en las medias palabras y en el miedo al principio de realidad. Converg¨¨ncia y ERC fingen como plebiscitarias unas elecciones auton¨®micas porque ha sido la ¨²nica soluci¨®n para minimizar el retroceso ya vivido por Converg¨¨ncia en las elecciones de hace dos a?os. Sin embargo, hoy el mejor de los pron¨®sticos deja a esa alianza, Junts pel S¨ª, por debajo del resultado que sumaron por separado hace dos a?os.
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Ganar¨¢n, sin duda, pero Mas y Junqueras saben que esa victoria no resuelve nada porque la independencia no cuelga del resultado del 27-S. Cuelga de un refer¨¦ndum que alguien alg¨²n d¨ªa decidir¨¢ poner en marcha desde la legalidad y la legitimidad pol¨ªtica, y ese alguien no va a ser ni Rajoy ni el PP. Pero s¨ª pueden ser algunos de los dem¨¢s, salvo que alguien crea que se volatilizar¨¢ el voto soberanista como por arte de magia. Recuperar el principio de realidad y salir de las medias palabras puede ser el primer paso para introducir alguna novedad ¨²til.
La primera de ellas podr¨ªan ser dos: abandonar la plastilina del amor entre naciones y, sobre todo, repetir sin ansiedad que la independencia de Catalu?a es deseable si una mayor¨ªa cualificada de esa sociedad decide en un refer¨¦ndum un d¨ªa votar ese resultado sin medias tintas. Esa es la respuesta que tanto la izquierda de hoy como el centro derecha liberal espera escuchar para alejarse del macizo de la raza prehist¨®rico y evitar el menor contagio con la Espa?a del folclore televisivo y radiof¨®nico anterior al Wi-Fi, la tableta y la nube. Esa nueva sociedad no tiene nuevo partido, aunque lo est¨¦ empezando a adivinar en Podemos y en Ciudadanos.
Pero crezcan o no crezcan en los pr¨®ximos meses, eso tampoco es el problema. El problema es la capacidad de izquierdas y derechas, de las existentes y las que haya por inventar, para transmitir la confianza en dotar al nuevo ciclo que vive Espa?a de una consistencia jur¨ªdica y pol¨ªtica que sea estimulante, no para ciudadanos de Catalu?a, sino para todos. El PP ha dejado sembradas las condiciones ¨®ptimas gracias a la p¨¦sima gesti¨®n de su mayor¨ªa absoluta y al actual hundimiento de su argumentaci¨®n en la monoman¨ªa redundante de la ley.
La naturaleza federal del Estado de las Autonom¨ªas ha de dejar de ser t¨¢cita para hacerse expl¨ªcita
La pelota no est¨¢ en el campo soberanista ni el secreto est¨¢ en si se atrever¨¢n o no a una declaraci¨®n unilateral o diferida, o aplazada, o expr¨¦s. Eso tampoco es el problema: el problema es la capacidad para ofrecer un an¨¢lisis veraz y explicar las nada enigm¨¢ticas propuestas que aporten un intento de soluci¨®n integral. Una y otra vez las encuestas repiten que la mera existencia de un proyecto cre¨ªble de car¨¢cter federal tendr¨ªa todas las de ganar sin reservas y sin resignaci¨®n alguna, pese al independentismo aparentemente hegem¨®nico. Por eso la pelota no est¨¢ en el campo soberanista sino en el resto de los campos, dispuestos a trazar un plan sin miedo a los celos y recelos de la vieja guardia, sin miedo a las cabriolas verbales de Alfonso Guerra, a las inveros¨ªmiles puntualizaciones a pie de micr¨®fono de Felipe Gonz¨¢lez o a las iracundias difundidas desde micr¨®fonos envenenados y de estudio.
Hasta las elecciones generales de diciembre hay un tiempo largu¨ªsimo para adaptar el lenguaje f¨®sil de la Transici¨®n, ya amortizad¨ªsima, al lenguaje de hoy y transmitir a los votantes de Catalu?a, pero sobre todo a los votantes del resto de Espa?a, que la naturaleza federal del Estado de las Autonom¨ªas est¨¢ en la actual Constituci¨®n y ha de dejar de estar en forma t¨¢cita para hacerse expl¨ªcita. No ser¨¢ una declaraci¨®n de buenas intenciones para calmar al soberanismo (a quien ni le va ni le viene ya este asunto), sino una propuesta de reforma constitucional que asuma el choque con los prejuicios enquistados y deje de temer al valent¨®n de turno o al votante despistado. El PP de las mesas anticatalanas, el PP de la ley est¨¢tica y herrumbrosa, el PP del lenguaje ¨²nico, el PP de la caverna, es pasado.
El clamor del d¨ªa despu¨¦s, en cambio, es actual¨ªsimo dada la victoria segura de Junts pel S¨ª. Pero si buena parte de la sociedad espa?ola cuenta con Catalu?a para el futuro, todo sigue en manos de las izquierdas y las nuevas derechas en cuanto se saquen de encima el miedo a hablar claro, el miedo a perder votos, el miedo al miedo y, sobre todo, el miedo al principio de realidad.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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