Una interpelaci¨®n
Se deben superar las trampas del debate Espa?a-Catalu?a y buscar soluciones con talento y coraje
El profesor Soloz¨¢bal ha efectuado, en reciente art¨ªculo, ¡°dos reflexiones de fondo¡± tras las elecciones catalanas: ¡°El independentismo, en primer lugar, debe admitir que le falta suficiente apoyo popular para, en estos momentos, llevar a cabo la secesi¨®n. (¡) Pero, en segundo lugar, la gravedad del momento pol¨ªtico catal¨¢n interpela tambi¨¦n al resto de los espa?oles¡±. Comparto ambas ideas. Y, ampar¨¢ndome en la segunda, me atrevo a interpelar a mis compatriotas espa?oles no catalanes para que asuman la gravedad del problema y se apresten a afrontarlo con talento, generosidad y coraje. Las notas que siguen resumen mi posici¨®n desde hace diez a?os.
Otros art¨ªculos del autor
El presupuesto del problema. Es la subsistencia de Catalu?a como naci¨®n. Catalu?a es hoy, para la mayor¨ªa de catalanes, una comunidad humana con conciencia clara de poseer una personalidad hist¨®rica diferenciada y voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su autogobierno (autogesti¨®n de los propios intereses y autocontrol de los propios recursos). La preservaci¨®n de esta conciencia colectiva no es obra de pol¨ªticos, literatos, historiadores o juristas, sino el resultado de una firme voluntad colectiva que emana de una realidad social evidente. Los hechos son tozudos. ?Pudo haber sido de otra manera? S¨ª, pudo; pero no fue. Antonio Tovar escribi¨® en 1959 (En la muerte de Carles Riba): ¡°La escuela nacional, la conscripci¨®n, la eficiencia de la administraci¨®n p¨²blica, unifican en Francia la lengua (¡). Es la ineficiencia de la administraci¨®n hispana en el pasado siglo, con la innata resistencia de los espa?oles a lo que viene mandado e impuesto, lo que ha asegurado a la lengua catalana un destino distinto¡±, sin olvidar ¡°la formidable voluntad del pueblo catal¨¢n¡±. Hay que a?adir a esto que el Estado espa?ol unitario y centralista no lleg¨® a cuajar plenamente: nunca ha habido en Espa?a ¡ªpor poner dos ejemplos¡ª ni unidad de caja, ni unidad de Derecho civil.
La ra¨ªz del problema. A comienzos del siglo XX, Espa?a ten¨ªa cuatro problemas: el religioso, el militar, el agrario y el catal¨¢n. Los tres primeros se han desvanecido; queda el catal¨¢n, que no es tal, sino el problema espa?ol de la estructura territorial del Estado, es decir el problema del reparto del poder. La cuesti¨®n es si ¨¦ste ha de quedar concentrado en el v¨¦rtice de la pir¨¢mide, que es la capital del Estado, o ha de distribuirse en red por todo el territorio. Si el poder permanece concentrado en Madrid, continuar¨¢ en manos de un Estado olig¨¢rquico, que seguir¨¢ siendo el de las familias acampadas sobre el pa¨ªs ¡ªcomo lo defin¨ªa Aza?a¡ª, el gerente de una sociedad de socorros mutuos ¡ªque dec¨ªa Ortega¡ª, o la finca privada ¡ªque ve¨ªa Araquistain¡ª. Esta oligarqu¨ªa es el obst¨¢culo fundamental para la redistribuci¨®n del poder que todo proceso federal comporta.
La soluci¨®n propuesta. Toda soluci¨®n ha de ser fruto de una transacci¨®n. Catalu?a deber¨ªa renunciar a la independencia y a una relaci¨®n bilateral (de t¨² a t¨²) con Espa?a. Y Espa?a deber¨ªa ceder en cuatro puntos: 1. Reconocimiento de Catalu?a como naci¨®n. 2. Fijaci¨®n de un l¨ªmite a la aportaci¨®n catalana al fondo de solidaridad, aplicable a todas las comunidades aut¨®nomas. 3. Atribuci¨®n a la Generalitat de competencias exclusivas en lengua, ense?anza y cultura. 4. Admisi¨®n de una consulta a los catalanes sobre su aceptaci¨®n o rechazo del plan propuesto. Adem¨¢s, deber¨ªa acometerse una reforma constitucional en sentido federal que, entre otros objetivos, al convertir el Senado en una c¨¢mara territorial, impidiese las relaciones bilaterales.
La preservaci¨®n de esta conciencia colectiva es el resultado de una firme voluntad colectiva que emana de una realidad social evidente
Es dif¨ªcil pero no imposible que esta ¡°tercera v¨ªa¡± sea viable. Los obst¨¢culos son profundos. 1. El debate Espa?a-Catalu?a ha sido tramposo por ambas partes. Buena parte de los espa?oles no asume que el Estado auton¨®mico sea el embri¨®n de un Estado federal, pero en buena parte de los nacionalistas catalanes ha latido siempre una soterrada aspiraci¨®n a la independencia. 2. No hay federalistas ni en Espa?a ni en Catalu?a. Se denuncia en Catalu?a la falta de federalistas espa?oles, pero tampoco los hay en Catalu?a, ya que lo que pretende la mayor¨ªa de los federalistas catalanes es una relaci¨®n confederal Catalu?a-Espa?a. 3. Muchos espa?oles no aceptan que Catalu?a sea una naci¨®n, y, a la rec¨ªproca, muchos catalanes niegan a Espa?a como naci¨®n, reduci¨¦ndola a la condici¨®n jur¨ªdica de Estado. Pero, pese a estos impedimentos, la interpelaci¨®n a todos los espa?oles sigue en pie, m¨¢s all¨¢ de la clase dirigente. Porque la alternativa s¨®lo es, primero, impotencia y barullo, y, despu¨¦s, un conflicto abierto.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol? es notario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.