Rompesuelas
El alanceamiento del Toro de la Vega es solo una crueldad donde no hay ning¨²n arte
Muchos de los agrestes ni?os rurales que hace unas d¨¦cadas sal¨ªamos al campo como de safari y volv¨ªamos a casa con las rodillas heridas y una gota de sangre entre las u?as hemos rechazado las costumbres tribales de aquella Espa?a negra y mostrenca, de se?oritos o de monosabios, donde se nos ense?aba que los animales eran bestias de carga o cr¨ªa de carne y su destino, el delantal del matarife o la cuchiller¨ªa del carnicero. Por fortuna, con el paso del tiempo y el aumento de la cultura y del ocio han ido desapareciendo aquellas ideas utilitarias y alimenticias, como tambi¨¦n han desaparecido brutales tradiciones de arrojar cabras o pavos por los campanarios, descabezar gallos vivos o apalear burros, contra las cuales reaccionan las leyes y la sociedad de manera clara y contundente.
En el tr¨¢nsito entre los siglos XX y XXI estamos asistiendo a una segunda revoluci¨®n en la relaci¨®n del hombre con los animales. La primera hab¨ªa ocurrido en el siglo XIII, cuando Francisco de As¨ªs rechaz¨® la tradici¨®n tomista, dej¨® de considerar la fraternidad como un sentimiento ¨²nicamente aplicable a los humanos y extendi¨® su bondadoso pante¨ªsmo a todas las criaturas, incluso a aquellas da?inas o sobre las que ca¨ªa la mala imagen medieval: hermano lobo, hermana serpiente, o a las que se encuentran en el escal¨®n m¨¢s bajo de la escala biol¨®gica. Pero si ese primer paso ten¨ªa detr¨¢s una concepci¨®n religiosa, puesto que todos los seres vivos eran criaturas de Dios, el actual respeto hacia los animales tiene una consideraci¨®n exclusivamente laica.
Aunque con un siglo de retraso y muchos residuos que limpiar, tambi¨¦n Espa?a ha cambiado su actitud respecto a los animales. Pero este cambio se encrespa y genera cada d¨ªa virulentas discusiones cuando se refiere a los espect¨¢culos taurinos, cuyos defensores apelan a una tradici¨®n de siglos para justificar su existencia, ocultando la existencia simult¨¢nea de una tradici¨®n contraria que aqu¨ª y all¨¢ levantaba la voz contra estas fiestas.
A finales del siglo XVIII, el gobierno le encarg¨® a Gaspar Melchor de Jovellanos un estudio sobre el estado de las diversiones en el reino. Fruto de ese trabajo es el informe sobre Toros, verbenas y otras fiestas populares, donde ya cuestiona que la lidia sea considerada ¡°diversi¨®n nacional¡±, porque, concluye, no estaba tan extendida como se pretend¨ªa. Jovellanos apoya su prohibici¨®n e informa, adem¨¢s, de que ya Isabel la Cat¨®lica hab¨ªa decidido desterrarla de su reino, horrorizada ante la crueldad de la costumbre. Y aunque la reina no se atrevi¨® a prohibirla, se propuso con toda determinaci¨®n de nunca m¨¢s verlos en mi vida, ni ser en que se corr¨ªan.
De hecho, cuando el ilustrado asturiano redacta su memoria, en 1790, ya se hab¨ªan dictado anteriores disposiciones prohibitivas parciales en 1704, 1754, 1757 y 1778, antes de su refrendo definitivo por la Pragm¨¢tica Sanci¨®n de 1785, que prohib¨ªa ¡°las fiestas de toros de muerte en todos los pueblos del Reyno, a excepci¨®n de los en que hubiere concesi¨®n perpetua o temporal con destino p¨²blico de sus productos ¨²til o piadoso¡±.
Poco despu¨¦s aparece el brillante op¨²sculo Pan y toros, de Le¨®n del Arroyal, que ofrece una visi¨®n desoladora de la Espa?a de 1812, una Espa?a ¡°vieja y rega?ona¡± con m¨¢s generales que soldados y m¨¢s barcos que marineros, ¡°m¨¢s sacerdotes que seglares, y m¨¢s aras que cocinas¡±. Pero donde su pluma se afila llena de rabia e iron¨ªa es en la cr¨ªtica a las corridas de toros, a las que considera el ep¨ªtome de tal situaci¨®n: ¡°si Roma viv¨ªa contenta con pan y armas, Madrid vive contento con pan y toros¡±.
Y unas d¨¦cadas m¨¢s tarde, en 1849, Fern¨¢n Caballero, seud¨®nimo de Cecilia B?hl de Faber, castiza defensora del costumbrismo espa?ol y andaluz y en absoluto sospechosa de ning¨²n jacobinismo, describe en La Gaviota una corrida de toros y afirma: ¡°El heroico desprendimiento con que los toreros se auxilian y defienden unos a otros es lo ¨²nico verdaderamente bello y noble en estas fiestas crueles, inhumanas, inmorales, que son un anacronismo en el siglo que se precia de ilustrado¡±. La autora a?ade una indignada nota final para denunciar ¡°la inaudita crueldad¡± a la que se somet¨ªa a los caballos, que sal¨ªan a la arena sin la protecci¨®n de las gualdrapas y mor¨ªan brutalmente empitonados.
Y en la actualidad se eleva una sinfon¨ªa de voces que exigen la prohibici¨®n de las fiestas taurinas, desde el discurso vehemente y radical de Fernando Vallejo a la est¨¦tica templanza de Manuel Vicent, pasando por la m¨¢s ecl¨¦ctica de Coetzee, que en Elizabeth Costello reconoce en la lidia un ritual donde se respeta al toro, se le honra por su fuerza y bravura y se le mira a los ojos antes de matarlo.
Al recrudecerse la pol¨¦mica con motivo del toro de Tordesillas, el desdichado Rompesuelas, ¨Cque no pudo hacer honor a su nombre y correr lo suficientemente r¨¢pido para escapar con vida en su lucha solitaria contra varios millares de caballistas armados con lanzas-, resulta inevitable recordar a Jovellanos, que no ten¨ªa alma de censor y que abogaba por la libertad de festejos cuando afirmaba que el pueblo ¡°No ha menester que el Gobierno le divierta, pero s¨ª que le deje divertirse¡±. Su reflexi¨®n pone el dedo en la llaga al buscar la frontera entre ambas tendencias: ?cu¨¢ndo deben los gobiernos intervenir en legislar las diversiones, respetando por igual a quienes piensan de modo diferente?
En mi opini¨®n, debe hacerlo al menos en casos como el Toro de la Vega. Aunque el maltrato animal no tiene justificaci¨®n porque vaya unido a una manifestaci¨®n cultural, las corridas son consideradas por mucha gente un arte donde hay crueldad, pero el alanceamiento del Toro de la Vega es solo una crueldad donde no hay ning¨²n arte.
Eugenio Fuentes es escritor. Su ¨²ltima novela es Mistralia (Tusquets Editores).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Toro de la Vega
- Maltrato animales fiestas
- Maltrato animal
- Fiestas populares
- Fiestas locales
- Delitos animales
- Derechos animales
- Fiestas
- Protecci¨®n animales
- Toros
- Protecci¨®n ambiental
- Espect¨¢culos
- Delitos
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Medio ambiente
- Tordesillas
- Provincia Valladolid
- Castilla y Le¨®n
- Espa?a
- Folklore
- Cultura tradicional
- Cultura