Un ¡®souvenir¡¯ del embarazo: c¨¦lulas que no son tuyas
Un estudio descubre que las mujeres embarazadas casi siempre adquieren c¨¦lulas del feto, que a menudo sobreviven en su cuerpo
Hace poco, un equipo de pat¨®logos del Centro M¨¦dico de la Universidad de Leiden, en Holanda, llevaba a cabo un experimento que podr¨ªa parecer condenado al fracaso.
Tomaron muestras de tejidos de 26 mujeres que hab¨ªan muerto durante el embarazo o inmediatamente despu¨¦s. Todas ellas hab¨ªan estado embarazadas de hijos varones. A continuaci¨®n, los pat¨®logos ti?eron las muestras, en busca de cromosomas Y.
En esencia, los cient¨ªficos buscaban c¨¦lulas masculinas en un cuerpo femenino. Y su investigaci¨®n tuvo un ¨¦xito asombroso.
Durante los a?os posteriores, las c¨¦lulas fetales pueden desaparecer, pero, en ocasiones, se quedan toda la vida
Como se explicaba el mes pasado en la revista Molecular Human Reproduction, los investigadores encontraron c¨¦lulas con cromosomas Y en todas las muestras de tejido analizadas. Desde luego, estas c¨¦lulas masculinas eran infrecuentes (donde m¨¢s abundaban, solo representaban una de cada 1.000 c¨¦lulas, aproximadamente). Pero las c¨¦lulas masculinas estaban presentes en todos los ¨®rganos que los cient¨ªficos estudiaron: cerebro, coraz¨®n, ri?¨®n y otros.
Durante la d¨¦cada de los noventa, los cient¨ªficos descubrieron los primeros indicios de que las c¨¦lulas de los hijos, tanto ni?os como ni?as, pueden escapar del ¨²tero y desperdigarse por el cuerpo de la madre. Llamaron a este fen¨®meno microquimerismo fetal por la quimera, un monstruo de la mitolog¨ªa griega que era una mezcla de le¨®n, cabra y drag¨®n.
Pero las c¨¦lulas fetales no se limitan a circular pasivamente. Los estudios con ratones hembra muestran que las c¨¦lulas fetales que terminan en el coraz¨®n pasan a formar parte del tejido card¨ªaco. ¡°Se convierten en c¨¦lulas de un coraz¨®n que late¡±, dec¨ªa J. Lee Nelson, experta en microquimerismo del Centro de Investigaci¨®n Oncol¨®gica Fred Hutchinson de Seattle.
El nuevo estudio indica que las mujeres casi siempre adquieren c¨¦lulas fetales cuando se quedan embarazadas. Se han llegado a detectar estas c¨¦lulas con tan solo siete semanas de embarazo. Durante los a?os posteriores, las c¨¦lulas pueden desaparecer, pero, en ocasiones, se quedan toda la vida. En un estudio de 2012, Nelson y sus compa?eros analizaron el cerebro de 59 mujeres mayores fallecidas y encontraron el cromosoma Y en el 63 % de ellas. Muchos estudios sobre el microquimerismo fetal se centran en las c¨¦lulas provenientes de los hijos varones, ya que son m¨¢s f¨¢ciles de distinguir de las c¨¦lulas de la madre.
Ahora, los expertos creen que el microquimerismo dista de ser un fen¨®meno raro. ¡°La mayor¨ªa de nosotros piensa que es muy frecuente, o incluso universal¡±, afirma Nelson. Pero sigue siendo bastante misterioso.
En los noventa, los cient¨ªficos descubrieron los primeros indicios de que las c¨¦lulas de los hijos, tanto ni?os como ni?as, pueden escapar del ¨²tero y desperdigarse por el cuerpo de la madre
En los ¨²ltimos a?os, los investigadores han hallado muchos indicios que apuntan a que el microquimerismo puede afectar a la salud de la mujer. Los tumores pueden estar llenos de c¨¦lulas fetales, por ejemplo, lo que indica que estas podr¨ªan contribuir a la aparici¨®n del c¨¢ncer. Sin embargo, otros estudios hacen pensar que el microquimerismo protege a las mujeres de la enfermedad.
¡°Esta paradoja parece darse en cada caso de enfermedad¡±, comenta Amy M. Boddy, investigadora posdoctoral de la Universidad Estatal de Arizona.
El microquimerismo fetal se ha detectado en distintas especies de mam¨ªferos, como el perro, el rat¨®n y la vaca. Es probable que las c¨¦lulas fetales lleven decenas de millones de a?os formando parte de la vida materna.
¡°El microquimerismo es algo con lo que los humanos han evolucionado desde antes de ser humanos¡±, se?ala Melissa Wilson Sayres, bi¨®loga de la Universidad Estatal de Arizona.
Es posible que, en aquella ¨¦poca, las c¨¦lulas fetales evolucionaran hasta convertirse en algo m¨¢s que simples viajeras. En un art¨ªculo publicado el mes pasado en la revista Bioessays, Boddy, Sayres y sus compa?eros se?alan que las c¨¦lulas fetales podr¨ªan producir sustancias qu¨ªmicas que afectasen a los procesos biol¨®gicos de la madre, lo que permitir¨ªa al feto manipularla desde el interior.
Es posible que algunas c¨¦lulas contribuyan a preservar la salud de la madre (mediante la cicatrizaci¨®n de heridas, por ejemplo). Pero tambi¨¦n existe un conflicto de intereses evolutivo entre las madres y sus peque?os.
El ¨¦xito reproductivo de las madres depende del n¨²mero total de hijos que cr¨ªen a lo largo de su vida, hasta conseguir que alcancen la edad adulta. Dedicar demasiados recursos a un solo hijo podr¨ªa debilitarla demasiado para cuidar de otros que nazcan despu¨¦s.
Algunos cient¨ªficos sugieren que deber¨ªa estudiarse, a partir de estos resultados, el modo en que las c¨¦lulas fetales del cerebro influyen en el comportamiento de la madre
Por otro lado, si un hijo puede, de alg¨²n modo, coaccionar a su madre para que le proporcione m¨¢s recursos, tendr¨¢ m¨¢s opciones de sobrevivir hasta la madurez y reproducirse. Las c¨¦lulas fetales podr¨ªan servirles a los hijos para manipular a sus madres en este sentido, seg¨²n proponen Sayres y sus compa?eros.
Es frecuente que las c¨¦lulas fetales aparezcan en el tejido mamario e incluso en la leche, por ejemplo. Los investigadores sostienen que los hijos podr¨ªan crecer m¨¢s si sus c¨¦lulas fetales estimulasen la producci¨®n de leche.
Las madres tambi¨¦n cuidan a los beb¨¦s mediante su calor corporal. La gl¨¢ndula tiroides, situada en el cuello, act¨²a como un termostato y, en teor¨ªa, las c¨¦lulas fetales de la tiroides podr¨ªan hacer que la madre generase m¨¢s calor que sin dichas c¨¦lulas.
Esta tensi¨®n biol¨®gica contribuir¨ªa a explicar el hecho de que el microquimerismo fetal a veces sea perjudicial para la madre. Puede que simplemente sea un efecto secundario ocasional de la manipulaci¨®n por parte de las c¨¦lulas.
Es posible que algunas c¨¦lulas contribuyan a preservar la salud de la madre
Hay algunas cuerdas de las que tambi¨¦n las madres tiran con fuerza en este forcejeo evolutivo. El sistema inmunitario muestra una actividad fren¨¦tica tras el alumbramiento, posiblemente para deshacerse de las c¨¦lulas fetales que hayan quedado. Esta defensa puede acarrear sus propios riesgos: las mujeres con trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide pueden sufrir reca¨ªdas tras el embarazo.
Algunos experimentos directos podr¨ªan poner a prueba todas estas ideas. Los cient¨ªficos podr¨ªan averiguar qu¨¦ genes se activan en las c¨¦lulas fetales de las distintas partes del cuerpo, por ejemplo. Podr¨ªan analizar el modo en que la actividad de los genes afecta a la psicolog¨ªa de la madre, as¨ª como a la producci¨®n de leche.
Boddy y sus compa?eros opinan que, si los resultados preliminares fuesen prometedores, los cient¨ªficos tambi¨¦n deber¨ªan preguntarse por el modo en que las c¨¦lulas fetales del cerebro influyen en el comportamiento de la madre.
¡°Es la parte m¨¢s emocionante, pero es la parte que menos se ha investigado de momento¡±, asegura Athena Aktipis, psic¨®loga de la Universidad Estatal de Arizona y coautora del art¨ªculo de Bioessays. ¡°El microquimerismo podr¨ªa ejercer alg¨²n efecto sobre la salud mental durante el posparto¡±.
Nelson, que no tiene relaci¨®n con el nuevo art¨ªculo, afirma que este plantea muchas ideas que vale la pena estudiar.
¡°Va a ser interesante ver c¨®mo se van acumulando los datos durante los pr¨®ximos a?os¡±, se?ala.
Traducci¨®n de News Clips
? 2015 New York Times News Service
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