Amor a destiempo
Parece mentira que esta idea tan cruel de la mujer madura, anulada para cualquier papel que no sea el de viuda o abuela, siga vigente
En la sala de espera de un m¨¦dico, en el gimnasio, en el bar, o en urgencias, una tele en lo alto te da la oportunidad, mientras esperas noticias de una familiar ingresada, de conocer a fondo los problemas a los que se enfrenta el actor porno Nacho Vidal desde que su instrumento laboral se le arque¨® durante la participaci¨®n en un reality show. Es de agradecer que la furiosa tertulia tenga anulado el sonido, pero lo cierto es que todo el mundo sigue leyendo los subt¨ªtulos. Este debate contiene asuntos de naturaleza humana, puesto que nada hay m¨¢s humano que hablar de uno de los ¨®rganos donde la vida se genera, pero lo cierto es que cuando a esos otros debates, los que abordan temas graves, les quitan tambi¨¦n el sonido, como as¨ª ocurre en la sala de espera del dentista, leemos igualmente subt¨ªtulos cargaditos de absurdo. A m¨ª, las tertulias que m¨¢s me fascinan son aquellas de corte transversal, por usar el adjetivo del momento. Me refiero a esas reuniones de contertulios en que se trata lo rosa como si fuera sesudo y lo pol¨ªtico como si fuera del coraz¨®n. Lo extraordinario de las tertulias transversales es que en ellas abundan las mujeres, por entender los responsables de los medios, imagino, que somos expertas en darle a todo su toquecillo humano y que nadie se va a extra?ar si mezclamos los asuntos de gran calado pol¨ªtico con cuestiones entra?ables, como por ejemplo, qui¨¦n le prepara la maleta al presidente del Gobierno cuando viaja. A veces pienso que cuando se lleva a una mujer a una tertulia o a la presentaci¨®n de un libro, se espera de ella que en alg¨²n momento interrumpa lo solemne de la conversaci¨®n para preguntarle al caballero que tiene al lado, ¡°?y a usted, qui¨¦n le hace la maleta cuando viaja?¡±.
El otro d¨ªa, en una de esas salas de espera en las que la tele se ve con subt¨ªtulos, me tragu¨¦ una tertulia de mujeres ma?anera, donde ellas, siguiendo el papel que se nos tiene asignado, iban del coraz¨®n a los asuntos pol¨ªticos, de Obama (del que se comenta que anda haciendo campa?a por la unidad de Espa?a) a la hija secreta de un jinete, tan enorme ya que se dir¨ªa su novia. Pero el momento cumbre de dicho debate lleg¨® con el hombre m¨¢s paradigm¨¢ticamente transversal de los ¨²ltimos tiempos, el que hoy podr¨ªa protagonizar cualquier programa que se le propusiera: Mario Vargas Llosa. Hab¨ªa, en esta tertulia femenina, mucha guasa alrededor de la edad de don Mario (a?os que no aparenta) y la de su nueva compa?era sentimental (que tampoco). Hab¨ªa sarcasmo, m¨¢s que iron¨ªa, sobre la idea de que dos personas que han superado la madurez se muestren enamoradas, y alg¨²n comentario jocoso sobre esos abuelos que, como nuestra pareja, se enamoran en los geri¨¢tricos. Hab¨ªa un trasfondo sexual que sin expresarse se intu¨ªa todo el tiempo: ?c¨®mo se las apa?an dos personas m¨¢s all¨¢ de los 65 para gozar de una pasi¨®n?
Entiendo que sea chocante relacionar de pronto la literatura con el papel couche, pero dejando a un lado ese detalle, estoy segura de que el affaire del literato no hubiera provocado estos comentarios chistosos si la elegida hubiera sido una jovencita. Sea como fuere, siempre espero que las bromas de las se?oras en torno a la edad del amor vuelen un poco m¨¢s alto, ya que somos nosotras las que tradicionalmente hemos sido motivo de chanza si mostr¨¢bamos algo parecido a la pasi¨®n en cuanto dej¨¢bamos atr¨¢s la juventud. V¨¦ase Calle Mayor. Y parece mentira que esta idea tan cruel de la mujer, anulada para cualquier papel que no sea el de viuda, abuela o t¨ªa soltera que disfruta vicariamente las vidas de sus sobrinos, siga vigente. De los hombres poderosos sabemos que pueden llegar a viejos disfrutando del sexo (con ayuda qu¨ªmica o sin ella) al lado de una joven extasiada con el poder, la inteligencia, el brillo social o todo a la vez. De las pasiones femeninas de ¨²ltima hora no sabemos nada, ni queremos saberlo porque nos ofende que una mujer de la edad de nuestra se?ora madre ande perdiendo la cabeza. Ignorancia y prejuicios. Isaac Bashevis Singer, que vivi¨® mucho y am¨® m¨¢s, escribi¨® apasionadamente sobre el amor sexual, dec¨ªa que ¡°un novelista que escribe de los seres humanos deber¨ªa tener una gran sensibilidad hacia el sexo. Hay tan pocos placeres en este mundo que el escritor no puede evitar inspirarse en el m¨¢s grande de todos ellos¡±. Tal vez Singer estaba refiri¨¦ndose s¨®lo a un viejo escritor var¨®n, pero ya va siendo hora de que las mujeres nos incluyamos en la celebraci¨®n de la vida sin l¨ªmite ni complejos. En cuanto a don Mario, siempre fue singular en unos amores que le inspiraron novelas de amor y de humor, ?por qu¨¦ no otra?
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