El hur¨®n
No nos atrever¨ªamos a decir qu¨¦ pa¨ªses de Europa representan el sal¨®n y cu¨¢les el cuarto de ba?o o la cocina en este recorrido demencial que llevan a cabo los trenes
El tren fue en tiempos el juguete favorito de ni?os y mayores. Despu¨¦s del 6 de enero, los pasillos de muchos hogares continuaban todav¨ªa recorridos por las v¨ªas a escala sobre las que circulaba un convoy que daba la vuelta en el sal¨®n, se introduc¨ªa en la cocina y hac¨ªa una parada en la puerta del cuarto de ba?o. El juguete inclu¨ªa una gorra de jefe de estaci¨®n que los padres disputaban a los hijos, porque a todo el mundo le gusta dar ¨®rdenes y tocar el pito. Europa nos recuerda ahora a aquellas casas, s¨®lo que por sus pasillos se mueven trenes de verdad llenos hasta arriba de desesperaci¨®n, colmados de est¨®magos hambrientos. El est¨®mago es una fiera con la que hay que negociar todos los d¨ªas. Para que esa negociaci¨®n llegue a buen t¨¦rmino, es preciso tener algo que echarse a la boca. Pero si el est¨®mago de los adultos es un lobo, el de los beb¨¦s es un hur¨®n capaz de recorrer todos los conductos digestivos en busca de cualquier cosa que digerir, aunque sea el propio intestino. De ah¨ª su llanto insufrible cuando les alcanza el hambre.
No nos atrever¨ªamos a decir qu¨¦ pa¨ªses de Europa representan el sal¨®n y cu¨¢les el cuarto de ba?o o la cocina en este recorrido demencial que llevan a cabo los trenes verdaderos que vemos desde hace d¨ªas en la tele. Pero lo cierto es que cuando llegan cargados de angustia hasta el cuarto de estar o la cocina se les cierran las puertas. Europa est¨¢ ahora mismo llena de jefes o jefas de estaci¨®n, con su gorra calada hasta las cejas, que realizan movimientos contradictorios respecto a los viajeros aterrados que alcanzan sus dominios. Dan la impresi¨®n de que en vez de dirigir el tr¨¢fico, juegan a hacerlo, como si el drama migratorio fuera un regalo de los Reyes y no la vida misma.
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