Elecciones cr¨ªticas
Muchos soberanistas quieren seguir en Espa?a; d¨¦mosles la v¨ªa para hacerlo
El soberanismo se encuentra en condiciones de ganar las elecciones que deben celebrarse en Catalu?a dentro de una semana. Sin embargo, el alud de nuevos votos independentistas que aguardaba a la vuelta de la esquina parece m¨¢s bien un mito. De acuerdo con el sondeo de Metroscopia que publica hoy EL PA?S, la intenci¨®n de voto hacia las candidaturas soberanistas (Junts pel S¨ª y CUP) apenas avanza respecto a los resultados de las auton¨®micas de 2012, cuando CiU y ERC concurr¨ªan a las urnas sin esconder sus siglas. Similar estabilidad se observa en el conjunto del campo no soberanista, donde se dirime, eso s¨ª, una redistribuci¨®n distinta de respaldos entre partidos medianos y peque?os, con Ciutadans en posici¨®n destacada.
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Si el resultado final se asemeja a la intenci¨®n de voto dibujada por la encuesta ¡ªno sabemos el impacto de la recta final de una intensa campa?a¡ª, Artur Mas tendr¨¢ serias dificultades para hacerse reelegir, dada la baj¨ªsima estima hacia el president detectada por el sondeo y manifestada por quien deber¨ªa ser su principal apoyo, la CUP. Que el impulsor institucional de la independencia de Catalu?a sea un pol¨ªtico al que una crecida mayor¨ªa de catalanes (60%) quiere ver fuera del cargo ¡ªincluidos el 24% de potenciales votantes de Junts y el 78% de CUP¡ª da la medida del fracaso que puede suponer para Mas la aventura en que ha embarcado a sus conciudadanos; y todo para desembocar en una partici¨®n pol¨ªtica de la sociedad catalana no muy diferente a la que ya exist¨ªa, pero m¨¢s tensionada socialmente.
Lo que se percibe es una parte nada despreciable de personas que tienen intenci¨®n de votar a Junts o a la CUP, pero no quieren una declaraci¨®n unilateral de independencia. El pasaporte espa?ol y las relaciones con el resto de los espa?oles valen mucho m¨¢s de lo que podr¨ªa pensarse a la vista del estr¨¦pito organizado por los partidarios de la desconexi¨®n, como lo revela la respuesta a la pregunta sobre la nacionalidad. M¨¢s de seis de cada diez quieren la doble nacionalidad catalana y espa?ola, y solo optan exclusivamente por la catalana poco m¨¢s de dos de cada diez. ?tem m¨¢s, el 66% quiere que la victoria del soberanismo se entienda como un mandato para negociar con el Gobierno la posible independencia. Esa opini¨®n se registra incluso entre la mayor¨ªa de potenciales votantes de Junts.
Todo esto certifica, por si alguien ten¨ªa dudas, los errores cometidos en los a?os anteriores y el tiempo perdido por los atrincherados en la ruptura con el Estado y en la cerraz¨®n a todo cambio. Aqu¨ª hay un problema pol¨ªtico evidente, que el PP no ha sabido resolver e incluso ha agravado. La firmeza roque?a demostrada por las opciones independentistas se corresponde con la estabilidad del campo contrario en la propia Catalu?a, pero entre aquellas y en este hay muchas personas que, sin desear la ruptura, tampoco quieren la mera continuidad. La probable derrota del statu quo es una de las conclusiones insoslayables a sacar.
Existe un amplio n¨²mero de catalanes que, sin renunciar a Espa?a, est¨¢n dispuestos a emitir un voto t¨¢ctico a favor de las corrientes independentistas, bien sea para disponer de las hipot¨¦ticas ventajas de la suma de ambas situaciones o simplemente para enviar un mensaje rotundo al Gobierno contra la continuidad del actual estado de cosas. A la vez, hay numerosos catalanes partidarios de opciones no soberanistas que quieren nuevas y blindadas competencias para Catalu?a. Mantener a machamartillo que no hay nada que negociar, como ha sostenido el Gobierno de Rajoy, solo ha servido para consolidar una unidad artificial del bloque soberanista e incrementar el inter¨¦s por la tercera v¨ªa. Continuar negando la necesidad de una reforma constitucional tambi¨¦n es una cataplasma in¨²til. Lo que hace falta es un nuevo pacto para desatascar los problemas pendientes y avanzar hacia un Estado m¨¢s eficiente, en vez de enrocarse en el conservadurismo.
Las elecciones catalanas del 27-S son cr¨ªticas para fijar la voluntad de los catalanes, y no lo ser¨¢n menos las generales de diciembre. Los dirigentes pol¨ªticos en disputa deber¨¢n tenerlo muy en cuenta a la hora de plantear a los ciudadanos sus ofertas para el futuro de Espa?a. Se trata de demostrar la voluntad de reconducir el conflicto pol¨ªtico planteado en Catalu?a hacia v¨ªas negociadoras y de rectificar el est¨¦ril inmovilismo del Partido Popular. A la espera de las votaciones, hay sobradas razones para que los dirigentes empleen sus energ¨ªas en tareas m¨¢s constructivas que la de tensionar a los ciudadanos y llevarles a romper entre s¨ª.
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