La guerra de los cajeros ortop¨¦dicos
Como no se pueden cobrar dos comisiones, a cualquier espabilado se le ocurre cobrar s¨®lo una, pero que sea el doble o el triple de la anterior
El caso de las comisiones de los cajeros autom¨¢ticos ha recorrido las agotadoras fases habituales en cualquier problema que se suscite en Espa?a. Primero fue un interrogante (?pueden las entidades de cr¨¦dito cobrar una segunda comisi¨®n a los usuarios que no son sus clientes cuando utilizan sus cajeros?); despu¨¦s pas¨® a la etapa decisoria porque, como ¡°existe libertad de comisiones¡±, algunas quisieron cobrarla; a continuaci¨®n lleg¨® la autoridad (el Banco de Espa?a) para advertir algo tan sensato como que un s¨®lo servicio da pie tan s¨®lo a una sola retribuci¨®n; las entidades partidarias del cobro ningunearon al Banco de Espa?a e insistieron en aplicar la segunda comisi¨®n (solo la ha aplicado CaixaBank; otros esperan a ver c¨®mo acaba el asunto); y el Banco, enfrentado poco airosamente con las entidades, ha pedido a Econom¨ªa que redacte una norma legal para evitar la doble comisi¨®n.
La enfadosa situaci¨®n del vodevil es ¨¦sta: dimes y diretes sobre un posible enfrentamiento del gobernador Linde con el ministro Guindos y ansiedad porque en cualquier momento se abrir¨¢ otra puerta y aparecer¨¢ el bedel con la norma prohibitoria en bandeja de plata. En esta tensa espera ¡ªalg¨²n banco no ha soportado la tensi¨®n y ha renunciado a la segunda comisi¨®n¡ª, el gobernador ha sugerido que los otros actores del astrac¨¢n (las entidades que tienen el cliente y las que tienen el cajero) se repartan una ¨²nica comisi¨®n en los t¨¦rminos que negocien. Siempre con la idea rectora de que est¨¢ fuera de norma el cobrar dos comisiones.
Seis meses de enfrentamiento fingido acabar¨¢n regular tirando a mal para los clientes. Como no se pueden cobrar dos comisiones, a cualquier espabilado se le ocurre cobrar s¨®lo una, pero que sea el doble o el triple de la anterior. Est¨¢ sucediendo ya; una entidad bancaria cobra dos euros a quienes, no siendo clientes, saquen dinero de sus cajeros; y los cobra directamente al usuario, con la connivencia del banco del que el cliente del cajero es titular. El coste de una operaci¨®n en un cajero es de unos 60 c¨¦ntimos, seg¨²n se desprende del acuerdo firmado por los propios bancos en 2008; el resto, hasta los dos euros, es beneficio limpio extra¨ªdo directamente del bolsillo del usuario. Si este modelo de comisi¨®n tambi¨¦n se agotara, por presi¨®n pol¨ªtica o comercial, ya se encontrar¨¢ otro. Los m¨¢rgenes del negocio no crecen; la soluci¨®n es parcelar los servicios y cobrar cada uno de los segmentos.
Estamos ante un enredo circular, tan t¨ªpico de la econom¨ªa espa?ola, que conduce a la melancol¨ªa o al duelo eterno entre el Coyote y el Correcaminos. El primero nunca alcanzar¨¢ al segundo porque ¨¦ste cuenta con la ventaja insalvable de la libertad de comisiones. Esto con Rubio o Rojo no pasaba; nadie se hubiera atrevido a llevar la contraria al Banco. No es dif¨ªcil profetizar que la norma de Econom¨ªa no evitar¨¢ que se cobre la segunda comisi¨®n aunque sea uni¨¦ndola a la primera. Y ya que sacar dinero de los cajeros ser¨¢ un buen negocio para la banca, al menos deber¨ªan modernizarlos. Algunos est¨¢n tan caducos que m¨¢s que autom¨¢ticos parecen ortop¨¦dicos.
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