Un desastre global
El fraude de Volkswagen compromete la inversi¨®n y el empleo en la industria
El escandaloso trucaje de 11 millones de autom¨®viles de Volkswagen (VW), reconocido por la propia compa?¨ªa, no est¨¢ todav¨ªa bien explicado por la propia VW, ni ha recibido la respuesta adecuada por parte de los Gobiernos implicados, principalmente el alem¨¢n. Tampoco se conoce a¨²n la amplitud de los devastadores efectos que puede causar en el mercado mundial de autom¨®viles o en el flujo de algunas inversiones industriales decisivas para las econom¨ªas europeas, entre ellas Espa?a, donde el peso en el PIB de Seat y de la industria de componentes del autom¨®vil es elevado. Las consecuencias corporativas s¨ª han sido inmediatas. Martin Winterkorn, presidente de VW, ha tenido que dimitir (sustituido por Matthias M¨¹ller) y el puesto del director de la firma en Estados Unidos est¨¢ en el alero. Se avecina una cadena de da?os, entre multas ¡ªhasta 18.000 millones de d¨®lares en EE UU¡ª, denuncias y revisiones que la compa?¨ªa tendr¨¢ que afrontar con un da?o irreparable para sus cuentas y para su futuro.
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No es dif¨ªcil suponer que el software fraudulento pretend¨ªa conceder ventajas a VW en una guerra econ¨®mica y comercial. Los modelos h¨ªbridos ofrecidos por algunos fabricantes asi¨¢ticos est¨¢n consiguiendo crecimientos importantes de ventas en un mercado que empieza a valorar la limpieza medioambiental. El di¨¦sel pod¨ªa ser una tecnolog¨ªa competitiva en costes con los h¨ªbridos, siempre y cuando ofreciera un nivel similar de emisiones; sea por razones tecnol¨®gicas o econ¨®micas, VW busc¨® un atajo y cay¨® en el fraude. El resultado es que el mercado mundial de los di¨¦sel est¨¢ en entredicho, no s¨®lo para VW, sino para el resto de las firmas; que la competencia de los reguladores encargados de certificar las emisiones de los motores ha sido puesta a prueba y no ha pasado el examen, y que hay inversiones y empleo en peligro en toda Europa.
El mercado automovil¨ªstico tiene por delante una ardua tarea de depuraci¨®n. Para recuperar la credibilidad en su compromiso con el medio ambiente tendr¨¢n que sustanciarse en primer lugar las responsabilidades judiciales del caso, es decir, conocer los nombres de quienes tomaron la decisi¨®n de trucar el software y explicar, mediante informe p¨²blico, la cadena de decisiones que acab¨® en la estafa medioambiental. Adem¨¢s, tendr¨¢ que demostrarse con hechos que VW es capaz de revisar y corregir los 11 millones de veh¨ªculos (casi tres millones en Alemania, cientos de miles en Espa?a). Ya se ver¨¢ si VW puede hacer frente a la oleada de demandas judiciales que se aproxima.
El papel de los Gobiernos en esta crisis es crucial. La perplejidad declarada del Ejecutivo alem¨¢n delata la impunidad en la que operaba la firma de Wolfsburgo y que probablemente es extensible a otras empresas con un potencial elevado de contaminaci¨®n. Merkel y su equipo tienen que imponer r¨¢pidamente a VW la obligaci¨®n de presentar un calendario vinculante para revisiones y modificaciones t¨¦cnicas; y Europa tiene que endurecer las leyes sobre emisiones y perfeccionar m¨¦todos de control que no puedan ser soslayados con facilidad. El fraude de VW ha puesto el mercado del autom¨®vil en estado de shock y tendr¨¢ consecuencias desagradables en la temblorosa recuperaci¨®n europea.
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