Historia in¨¦dita de las Antillas
Un mundo fascinante de islas que no ten¨ªan su propia historia en espa?ol hasta que la elabor¨® un pu?ado de expertos del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC)
"El Caribe no es un lugar id¨ªlico, no para sus nativos¡±, escribi¨® Derek Walcott, Nobel de Literatura de 1992. ¡°Un lago azul (¡) con islas de goma inflada que cabecean en el agua y c¨®cteles con sombrillas que flotan hacia ellas arrastrados por la corriente. As¨ª es como las islas (¡) se venden al mundo; esta es la erosi¨®n estacional de su identidad, esa estridente repetici¨®n de las mismas im¨¢genes que no sabe distinguir una isla de la otra¡±, reza el poeta de Santa Luc¨ªa. A trav¨¦s de su obra, el escritor caribe?o ha intentado transmitir las sensaciones de ese espacio colonizado donde naci¨® y creci¨®, ese conjunto de islas donde los inmigrantes deb¨ªan convertirse en agricultores, peque?os plantadores y mercaderes. Y sin embargo el relativo fracaso de este modelo forz¨® la introducci¨®n masiva de esclavos y el posterior absentismo de los colonos blancos, lo que perfil¨® de forma especial el car¨¢cter demogr¨¢fico y el sistema econ¨®mico de las Antillas, sobre todo de las no hispanas.
Cada isla es una entidad distinta e idiosincr¨¢sica, una civilizaci¨®n, o su reverso
Leigh Fermor
Las obras de teatro y la poes¨ªa de Walcott, o libros como El ¨¢rbol del viajero. Un viaje por las Antillas, escrito en 1950 por Patrick Leigh Fermor, un historiador y exsoldado brit¨¢nico que pas¨® un tiempo visitando Guadalupe, Martinica, Dominica, Barbados, Trinidad y Tobago, Hait¨ª y Jamaica, entre otras islas, tras sobrevivir a la II Guerra Mundial, permiten adentrarse en un mundo donde, seg¨²n ¨¦l, ¡°cada isla es una entidad distinta e idiosincr¨¢sica, una civilizaci¨®n, o su reverso, de or¨ªgenes fortuitos y evoluci¨®n emp¨ªrica¡±. Las Antillas son un mundo fascinante salpicado de islas, islotes y cayos a lo largo de 273.000 kil¨®metros que no ten¨ªan su propia historia en espa?ol hasta que se le meti¨® en la cabeza a Consuelo Chelo Naranjo.
La primera vez que esta investigadora del Instituto de Historia del Centro Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) pens¨® en ella fue hace casi 20 a?os. ¡°Alrededor de las Antillas, plenas de mitos, se fue generando una idea cercana al Para¨ªso alimentada por distintos valores transmitidos por los conquistadores, expedicionarios, evangelizadores, viajeros y escritores. Esta imagen logr¨® sobrevivir al paso del tiempo a trav¨¦s de relatos que proyectan un cuadro est¨¢tico, id¨ªlico e irreal que se traslada a todas las Antillas y al Caribe unificando y simplificando sus historias y culturas¡±, reflexiona Chelo Naranjo en su despacho del CSIC en Madrid. All¨ª, en su biblioteca, aparece en perfecto orden el trabajo que tard¨® ocho a?os en completar: Los cinco vol¨²menes de Historia de las Antillas (Ediciones Doce Calles), que analizan Cuba, Rep¨²blica Dominicana, Puerto Rico, las Antillas no hispanas y que cierra con uno de historia comparada.
Junto a Naranjo, parte del equipo que hizo posible la obra dice que a trav¨¦s de esta ¡°han intentado contribuir a la comprensi¨®n tanto de los elementos que son comunes a toda la regi¨®n como de otros que las han diferenciado. Factores como la esclavitud, el mestizaje, la transculturaci¨®n, el cultivo del az¨²car, la m¨²sica o la religiosidad han dado lugar a un concepto de Caribe unitario y homog¨¦neo sobre el que se erigen otros Caribes atomizados en diversas culturas y sociedades¡±.
La obra no solo es in¨¦dita por el idioma y la estructura, sino tambi¨¦n porque desnacionaliza la historia. ¡°La mejor manera de no tomar los prejuicios nacionales por verdades consiste en hacerse una idea general, conociendo otras experiencias y someti¨¦ndolas a comparaci¨®n¡±, vino a decir Gabriel Bonnot, el abb¨¦ de Mably, en De la mani¨¦re d¡¯¨¦crire l¡¯histoire, de 1796; una m¨¢xima que los autores de Historia de las Antillas decidieron honrar. Los textos fueron coordinados por investigadores espa?oles, pero en ellos participan expertos locales y de otros pa¨ªses.
Estas tierras fueron un trampol¨ªn para la conquista del continente americano
En un tiempo en que muchos Gobiernos populistas de Am¨¦rica Latina se han dedicado a manipular la historia para justificar sus pol¨ªticas actuales, el empe?o de Chelo Naranjo en involucrar a nacionales y extranjeros tiene m¨¢s m¨¦rito. ¡°Los acad¨¦micos locales siempre se atribuyen un mayor conocimiento de la historia de su pa¨ªs, pero yo creo que la apertura enriquece los an¨¢lisis¡±, relata Naranjo, recordando lo fatigoso que fue luchar contra los prejuicios de muchos acad¨¦micos. ¡°Cuando los hispanistas franceses e ingleses irrumpieron en nuestra historia, no fueron bien recibidos por muchos estudiosos. Sin embargo, el tiempo demostr¨® que los estudios de esos extranjeros nos enriquecieron a todos. Cuando discut¨ªa con alguno de los autores de las Antillas, me espetaban: ¡®Lo que t¨² digas, total, como esto es para espa?oles¡¡¯. Le respond¨ªa: ¡®Esto se edita en Espa?a, pero es para todos¡¡¯. ?Ay!, qu¨¦ dif¨ªcil fue luchar contra los patrones nacionalistas y culturales, demostrar que el origen de cada uno no puede sesgar la visi¨®n de la historia¡±, rememora.
En la historiograf¨ªa sobre las Am¨¦ricas impulsadas desde Espa?a, Naranjo observa que las etapas de la historia precolombina y de la colonizaci¨®n y conquista est¨¢n m¨¢s que cubiertas y que hay infinidad de buenas investigaciones. Sin embargo, reconoce que sobre el periodo de los ¨²ltimos 200 a?os queda mucho por hacer. La etapa que arranca con los procesos de independencia latinoamericanos, que van desde 1808 con la crisis en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y su impacto en las colonias hasta la batalla de Ayacucho de 1824, y que contin¨²a con la formaci¨®n de las actuales rep¨²blicas con todas sus crisis ¨Cel ascenso de los caudillos, enfrentamientos internos, guerras regionales, etc¨¦tera¨C, merece m¨¢s tinta de los expertos. El modelo seguido en Historia de las Antillas, el de colaboraci¨®n entre historiadores locales y extranjeros, abre una v¨ªa para trabajar de forma m¨¢s objetiva sobre esta etapa.
Los autores de la obra creen que es probable que al seguir las Antillas un camino diferente al de las emancipaciones continentales latinoamericanas, esto influy¨® en desubicar historiogr¨¢ficamente esta parte estrat¨¦gica del mundo atl¨¢ntico. El olvido de este espacio entra dentro de esas jugarretas que muchas veces hace la historia con personas, lugares y eventos que quedan soslayados sin explicaci¨®n. Esto es lo que le pas¨® al Caribe a pesar de que ¡°estos territorios se situaron en primer plano como trampol¨ªn para la conquista del continente americano, lugar de experimentaci¨®n de cultivos, establecimiento de modelos de organizaci¨®n social y econ¨®mica, centro de abastecimiento de la flota y escenario de rivalidades imperiales¡±, reza la obra.
¡°A pesar del papel desempe?ado por los territorios antillanos, las historias generales de Am¨¦rica conceden a este espacio escasa atenci¨®n. Hasta la publicaci¨®n de la colecci¨®n Historia de las Antillas no exist¨ªan estudios que de manera monogr¨¢fica ofrecieran una visi¨®n amplia de la zona tanto de forma individual como en conjunto de un modo comparado. Era necesario abordar estudios de las Antillas que reflejaran su funci¨®n en la configuraci¨®n del sistema atl¨¢ntico no solo como meros puntos de enclave, distribuidores o productores de mercanc¨ªas, sino tambi¨¦n como sociedades con caracter¨ªsticas propias y diferentes al mundo americano¡±, dice la acad¨¦mica.
El primero de los libros fue el dedicado a Cuba, pa¨ªs sobre el que Chelo Naranjo es una experta. Fue tambi¨¦n el primero porque surgi¨® del congreso internacional celebrado en Aranjuez en abril de 1995, cuyas actas dieron paso a una serie de documentos editados bajo el t¨ªtulo de La naci¨®n so?ada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98. ¡°El volumen sobre la historia cubana fue el m¨¢s f¨¢cil para m¨ª porque lo coordin¨¦ yo y era mi ¨¢rea de especialidad. Adem¨¢s, en Espa?a hay grandes especialistas en la materia¡±, relata. La ¨²ltima parte del libro est¨¢ dedicada a medio siglo de pol¨ªticas econ¨®mico-sociales en la Cuba socialista y su autor es Carmelo Mesa-Lago, ¡°uno de los m¨¢ximos expertos en el campo de los estudios sobre las pol¨ªticas econ¨®micas del r¨¦gimen a lo largo de toda su trayectoria¡±, en opini¨®n de Naranjo, que reconoce que la elecci¨®n de Mesa-Lago ahuyent¨® a otros escritores locales de participar en la obra.
Pero ella defendi¨® su elecci¨®n: ¡°Desde hace 40 a?os, los an¨¢lisis de Mesa-Lago han sido un referente insustituible para conocer los que ¨¦l llama los ciclos de la econom¨ªa socialista de Cuba, que seg¨²n sus c¨¢lcu?los han sido nueve a lo largo de medio siglo. Lo importante es que Mesa-Lago es capaz siempre de explicar los datos cuantitativos a partir de las decisiones pol¨ªticas del grupo dirigente y de Fidel Castro en particular. Es notorio que en este campo las decisiones se quedaron siempre en las manos del m¨¢ximo l¨ªder. El enfoque de Mesa-Lago revela, por ejemplo, que medio siglo de experimentos socialistas no cambiaron la dependencia estructural de la isla del sistema internacional¡±, explica la investigadora.
¡°El libro sobre Cuba fue pr¨¢cticamente ignorado en la isla tras su publicaci¨®n en 2009. Sin embargo, m¨¢s tarde comenz¨® a ser citado en libros impresos en la isla y en M¨¦xico. Para entonces ya hab¨ªa tenido una gran acogida en Estados Unidos. Todo esto, en las claves internas de nuestra profesi¨®n, es s¨ªntoma de aprobaci¨®n por parte de la comunidad acad¨¦mica. A medida que fue avanzando el deshielo cubano se produjeron otras se?ales positivas, como la vuelta de Mesa-Lago a la isla, y en 2013 me nombraron acad¨¦mica de la Historia en Cuba¡±, recuerda Naranjo.
En 2010 le sigui¨® el volumen sobre la Rep¨²blica Dominicana. ¡°Fue el territorio fundacional de Am¨¦rica, en el que se ensayaron y pusieron en pr¨¢ctica modelos de plantaci¨®n, se adaptaron instituciones jur¨ªdico-religiosas y se sentaron las bases de la cultura criolla oficial con la primera universidad del Nuevo Mundo¡±, dijo Naranjo cuando present¨® la obra en la Casa de Am¨¦rica en febrero pasado. El texto fue uno de los que m¨¢s labor diplom¨¢tica necesitaron por parte de los acad¨¦micos espa?oles a la hora de limar diferencias de criterios entre los autores. La historiadora lo recuerda y sonr¨ªe: ¡°Me consuela mucho saber que ya va por su segunda edici¨®n en Santo Domingo y que se utiliza en la universidad, esto es un orgullo para un historiador¡±, comenta.
Mientras habla del libro, reconoce que la estructura inflexible de temas comunes en los vol¨²menes de las tres grandes Antillas hispanas condicion¨® la extensi¨®n de los cap¨ªtulos como el de la revoluci¨®n cubana, que hubiesen merecido un espacio m¨¢s amplio. ¡°Ten¨ªamos que trazar un esquema porque si no el proyecto nos hubiese desbordado¡ Algunos me preguntaron por qu¨¦ no incluimos un cap¨ªtulo sobre la mujer, o los ej¨¦rcitos¡, pero esto hubiese hecho el trabajo infinito, y el objetivo de cualquier proyecto es tener un resultado. Yo estoy contenta con el que hemos logrado¡±.
Uno de esos sucesos hist¨®ricos que saben a poco en el libro dedicado a la Rep¨²blica Dominicana, aunque est¨¦ muy bien tratado, es la llamada Revoluci¨®n de Saint-Domingue o revoluci¨®n haitiana. Tras ser descuidada por Espa?a, que concentr¨® sus atenciones en M¨¦xico, Per¨² y otros territorios m¨¢s ricos, la colonia de Santo Domingo empobreci¨® y se despobl¨® paulatinamente. Esa situaci¨®n fue aprovechada por aventureros franceses para ocupar la parte occidental de la isla en la segunda mitad del siglo XVII. En el siglo siguiente desarrollaron la colonia de plantaciones m¨¢s rica de las Antillas: Saint-Domingue. De esta colonia surgi¨® Hait¨ª, la primera rep¨²blica negra en el mundo, despu¨¦s de una cruenta rebeli¨®n de esclavos detonada por la Revoluci¨®n Francesa. Todo un hito de la historia latinoamericana.
M¨¢s tarde, en 2012, lleg¨® el volumen de Puerto Rico, la menor de las Antillas Mayores, que, a diferencia de Cuba y Rep¨²blica Dominicana, durante su poco m¨¢s de cinco siglos de historia siempre ha estado vincu?lada a una metr¨®poli: primero a Espa?a y luego a Estados Unidos. El texto explica con fluidez c¨®mo la isla fue objeto de incesantes intentos de conquista por los enemigos de Espa?a dada su posici¨®n m¨¢s oriental. Franceses, ingleses y holandeses la atacaron hasta forzar a la Corona espa?ola a construir un complejo de fortificaciones que convertir¨ªan a Puerto Rico en una pieza clave del sistema defensivo del Caribe. Esto convirti¨® a la isla en inexpugnable, pero tambi¨¦n fue su perdici¨®n porque hizo que la metr¨®poli no se preocupara por el desarrollo econ¨®mico. El 25 de julio de 1898, con la invasi¨®n del Ej¨¦rcito estadounidense, Puerto Rico entr¨® en contacto con una cultura e idioma diferentes. Ese v¨ªnculo perdura hasta hoy con el estatus de Estado Libre Asociado.
Pero si la publicaci¨®n de los vol¨²menes de Cuba, Rep¨²blica Dominicana y Puerto Rico se propuso llenar un vac¨ªo historiogr¨¢fico no solo en Espa?a, sino a escala internacional, el an¨¢lisis de las Antillas no hispanas jam¨¢s hab¨ªa sido acometido de manera coordinada en un ¨²nico libro. ¡°La estructura de la obra es diferente debido a las caracter¨ªsticas propias que marcaron tanto los procesos de colonizaci¨®n como los de descolonizaci¨®n. Los distintos modelos desarrollados por Francia, Gran Breta?a, Holanda, Dinamarca, Suecia y Alemania determinaron una evoluci¨®n distinta a la de las Antillas hispanas y generaron sociedades y culturas con estructuras y pautas singulares¡±, dicen los autores.
Bajo el concepto de Antillas no hispanas (o Menores) se engloban las islas repobladas por europeos procedentes de otras naciones que desde el siglo XVI participaron en la carrera por la hegemon¨ªa comercial atl¨¢ntica compitiendo con el avance hispano. En un principio consideradas islas in¨²tiles, por la ausencia de oro, pronto se caracterizaron por ser centros de contrabando y pirater¨ªa, pero tambi¨¦n n¨²cleos de resistencia a los modelos coloniales. Las islas mayores de este grupo, como la que integraba al territorio franc¨¦s de Hait¨ª o Jamaica, as¨ª como otras que fueron importantes almacenes de esclavos y mercanc¨ªas, como la holandesa Curazao, han compartido m¨¢s de una historia com¨²n.
elpaissemanal@elpais.es
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