Otra vuelta de tuerca contra los fumadores
Reino Unidos proh¨ªbe el humo en el interior de los coches si a bordo hay menores de 18 a?os
Se ha acotado la lucha contra el tabaco de tal manera que cada vez quedan menos frentes en los que los legisladores puedan actuar. Son muchos los pa¨ªses ¡ªEspa?a entre ellos¡ª que proh¨ªben fumar en espacios p¨²blicos cerrados y en centros de trabajo. Bares, restaurantes, hoteles, discotecas, trenes, oficinas o incluso lugares cercanos a hospitales, colegios y parques infantiles han sido declarados libres de humos, estrechando irremisiblemente el cerco a los fumadores. Reino Unido acaba de dar un paso m¨¢s al vetar el tabaco en el interior de los autom¨®viles privados siempre y cuando viajen a bordo menores de 18 a?os.
No habr¨¢ misericordia para los infractores. La multa de 50 libras (67 euros) ser¨¢ efectiva aunque las ventanillas est¨¦n bajadas, el coche permanezca estacionado o se circule en un descapotable. El coche deja as¨ª de pertenecer a la esfera estrictamente privada ¡ªcomo lo es el hogar¡ª para convertirse en un habit¨¢culo donde los bobbies pueden meter la nariz sin ning¨²n miramiento y comprobar si atufa a nicotina o hay colillas humeantes en el cenicero. Aunque a nadie escapa que perseguir a quienes vulneren la normativa no ser¨¢ una tarea f¨¢cil.
A no ser que sorprendan in fraganti a los fumadores, los bobbies tienen ante s¨ª un desaf¨ªo de primera magnitud. De similares dimensiones al que se enfrenta la polic¨ªa francesa en la tit¨¢nica misi¨®n de perseguir a esos consumidores de cigarrillos que siembran las calles de colillas. El Ayuntamiento de Par¨ªs quiere acabar con tan inc¨ªvica costumbre y desde este mes multar¨¢ con 68 euros a quienes arrojen los nocivos residuos al suelo. No es solo por una cuesti¨®n de est¨¦tica urbana. Los desperdicios contienen nicotina, cadmio y plomo, contaminantes que da?an la flora y la fauna.
La nueva restricci¨®n brit¨¢nica es m¨¢s r¨ªgida que la francesa, que libra del humo en el interior del coche a los menores de 12 a?os. Pero la justificaci¨®n es la misma: los estudios cient¨ªficos demuestran que la concentraci¨®n de part¨ªculas t¨®xicas es 10 veces superior en los asientos traseros de los veh¨ªculos de los fumadores, precisamente las plazas en las que suelen ir ubicados los pasajeros m¨¢s j¨®venes. Los an¨¢lisis evidencian que incluso con las ventanillas abiertas la exposici¨®n al humo es muy superior a la considerada aceptable por las autoridades sanitarias.
Como es habitual cada vez que se regula el consumo de tabaco, la medida adoptada en Reino Unido (vigente en algunos Estados de EE?UU y en regiones de Australia y Canad¨¢) ha suscitado un encendido debate. Los defensores apelan a la necesidad de proteger a ni?os y adolescentes, fumadores pasivos cuando el conductor o los pasajeros encienden un cigarrillo y expuestos a contraer bronquitis o asma. Los detractores invocan su derecho a la privacidad y consideraban la normativa como una inaceptable intromisi¨®n en su vida personal. Pero est¨¢ claro que cuando la libertad de fumar y la salud del menor entran en conflicto, prevalece la segunda.
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