Una granja en el ?rtico
La quinta parte de la poblaci¨®n mundial superamos entre tres y seis veces la capacidad ecol¨®gica de nuestros territorios
Me van a perdonar que empiece este art¨ªculo haciendo algo de muy mal gusto: citar una obra m¨ªa, o mejor dicho dos, las novelas futuristas de Bruna Husky, que suceden en el a?o 2109. S¨ª, lo s¨¦, suena a autopromo petarda, pero es que cada d¨ªa estoy un poco m¨¢s espeluznada, porque imagin¨¦ un mundo venidero que por desgracia no hace m¨¢s que cumplirse. En mis libros, la Tierra ha sufrido a lo largo del siglo XXI las violentas consecuencias del cambio clim¨¢tico. La inundaci¨®n o agostamiento de los terrenos f¨¦rtiles habr¨ªa provocado migraciones de una dimensi¨®n jam¨¢s conocida, y, en consecuencia, enfrentamientos y matanzas. Cuando empiezan las novelas, ya en el siglo XXII y con toda esta degollina a las espaldas, s¨®lo quedan 4.000 millones de personas viviendo en el planeta.
Incluso hoy hay muchos que desde?an las alarmas ambientales
Pues bien, seg¨²n un interesante reportaje de Teguayco Pinto publicado en eldiario.es, eso ya est¨¢ pasando. Al parecer, uno de los factores determinantes de la guerra siria (aunque no el ¨²nico) ha sido el cambio clim¨¢tico. O eso aseguran cient¨ªficos de la Universidad de California, que hicieron un estudio demostrando c¨®mo cinco a?os de sequ¨ªa hab¨ªan acabado con casi el 60% de la agricultura y matado a m¨¢s del 80% del ganado en la regi¨®n del Creciente F¨¦rtil del norte de Siria. Este colapso y la mala gesti¨®n de los gobernantes provocaron una migraci¨®n de m¨¢s de mill¨®n y medio de habitantes del campo a las ciudades y, a ra¨ªz de eso, conflictos y levantamientos que cristalizaron en una guerra. Los refugiados, en fin, no han hecho m¨¢s que empezar. Numerosos expertos, del Pent¨¢gono a la ONU, coinciden en predecir que el cambio clim¨¢tico puede generar inestabilidad, violencia y grandes masas de desplazados.
En 2006 entrevist¨¦ al cient¨ªfico James Lovelock, uno de los padres de la ecolog¨ªa moderna. Lovelock, que entonces ten¨ªa 87 a?os y era como un peque?o gnomo saltar¨ªn (ahora tiene 96 y espero que siga igual de bullicioso), me dijo que el cambio clim¨¢tico era imparable, que la Tierra se encontraba ya ¡°en franca rebeld¨ªa¡± y que est¨¢bamos abocados a una cat¨¢strofe en apenas sesenta o setenta a?os. ¡°Nos veremos reducidos a 500 millones de humanos viviendo en el ?rtico. Y tendremos que empezar de nuevo¡±. Si mi descenso a los 4.000 millones les ha parecido fuerte, esta cantidad ya es para desmayarse. Cuando se public¨® aquella entrevista nadie hizo mucho caso, porque la gente se resist¨ªa a creer en el cambio clim¨¢tico. Incluso hoy hay muchos que desde?an las alarmas ambientales: v¨¦ase el repugnante y criminal comportamiento de la Volkswagen. Pero el pasado mes de agosto fue el m¨¢s caliente en toda la Tierra desde que se guardan las temperaturas, y ese r¨¦cord super¨® en 0,09 grados el de 2014, que tambi¨¦n hab¨ªa sido el m¨¢s caliente hasta entonces. O sea, que vamos super¨¢ndonos a?o tras a?o en una alegre carrera hacia el tostadero.
Tengo esperanza en los nuevos descubrimientos. Pero s¨¦ que el cambio clim¨¢tico est¨¢ en marcha
Entiendo que no queramos cre¨¦rnoslo. Primero, por sensatez anti?egoc¨¦ntrica: el ser humano lleva milenios poblando este planeta y ?resulta que el gran colapso de nuestra especie va a suceder precisamente en nuestra generaci¨®n y la de nuestros hijos? Pero, sobre todo, porque nos horroriza enfrentarnos a un futuro que nos obliga a cambiar de vida. El poeta Jorge Riechmann cuenta en una estupenda entrada de su blog (mil gracias a Rafael Hurtado, que me ha mandado este enlace y muchos otros) que la quinta parte de la poblaci¨®n mundial vivimos en pa¨ªses de renta alta, y que superamos entre tres y seis veces la capacidad ecol¨®gica de nuestros territorios; nos hemos apoderado de las cuatro quintas partes de los recursos mundiales y producimos la mayor parte de los gases invernadero. O sea, somos unos malditos ladrones ambientales. Y a?ade que, seg¨²n los investigadores J. Moore y W. E. Rees, si cada uno de nosotros quisiera consumir equitativamente con los dem¨¢s humanos, nos tocar¨ªan 20 kilos de carne al a?o (ahora comemos 100); un espacio habitado de 8 metros cuadrados (ahora 34); 582 kil¨®metros al a?o de desplazamiento en veh¨ªculo de motor (ahora 6.600) y tan s¨®lo 125 kil¨®metros al a?o de desplazamiento en avi¨®n (ahora 2.943), de manera que en toda una vida s¨®lo tendr¨ªamos derecho a hacer un viaje trasatl¨¢ntico. ?cidamente, Riechmann firma esta entrada de su blog en un vuelo de Madrid a Bogot¨¢. Y he de reconocer que yo tambi¨¦n he robado la cuota a¨¦rea de centenares de personas. Somos as¨ª de absurdos y de parad¨®jicos.
La verdad es que no creo que la tenebrosa predicci¨®n de Lovelock sea cierta al 100%. Tengo esperanza en todo lo que a¨²n no sabemos, en los nuevos descubrimientos, en lo imprevisible. Pero s¨¦ que el cambio clim¨¢tico est¨¢ en marcha y es terrible, s¨¦ que nos estamos quedando sin tiempo. O reaccionamos ya de manera radical o, parafraseando a la gran Isak Dinesen, empezamos a construirnos una granja en el ?rtico.
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