Pol¨ªtica y realidad
El dirigente virtuoso es el que, desde lo real, combina los medios eficaces con los fines realizables
Los conservadores adoran invocar a la realidad como principio justificador de sus pol¨ªticas. Mariano Rajoy es un perfecto ejemplo de este voluntario sometimiento del discurso y la acci¨®n a las constricciones de lo contingente. Por eso, los lemas preferidos de su discurso y su propuesta son los que apelan al ¡°sentido com¨²n¡± y la ¡°competencia¡±, junto al desprecio por los ¡°amateurs¡± y los ¡°ut¨®picos¡± que con su ignorancia de los l¨ªmites que la realidad impone a la acci¨®n pol¨ªtica s¨®lo podr¨ªan empeorar la situaci¨®n. La realidad hay que afrontarla como es, no como nos gustar¨ªa que fuera, tal es el motto conservador por excelencia. Al que en ocasiones, subliminalmente, se a?ade la insinuaci¨®n de que adem¨¢s las cosas deben ser como ya son.
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El problema, o m¨¢s bien la insuficiencia, de esta aproximaci¨®n a la acci¨®n pol¨ªtica es que desconoce que la realidad social es m¨¢s compleja que la pura facticidad, de manera que la definici¨®n de la realidad que efect¨²an los seres humanos forma parte para ellos de su propia realidad. Y al definirla, aunque sea de manera borrosa y poco meditada, los humanos incorporan a la realidad un complejo conjunto de aspiraciones te?idas de valores y utop¨ªas, as¨ª como de temores y de cr¨ªtica. Y es con esta parte de la realidad con la que tambi¨¦n debe lidiar la pol¨ªtica. Si se limita a gestionar la facticidad, y por muy bien que lo haga, dejar¨¢ fuera de foco una parte relevante de la realidad, porque renunciar¨¢ a atender las demandas para dar sentido a esa realidad que formula vehementemente la sociedad. No tiene para ellas otra respuesta que la de los n¨²meros, pero ¨¦stos no satisfacen cuando lo que se reclama son historias, mitos, relatos. Es una pol¨ªtica pobre.
En el lado opuesto, en ¨¦se que se cuelga de la percha dial¨¦ctica de ¡°el cambio¡± para prometer un futuro idealizado, se practica una definici¨®n de la realidad que es rigurosamente sim¨¦trica en su parcialidad a la conservadora. Aqu¨ª nos encontramos con una pol¨ªtica presuntuosa, que se presenta como universalmente competente para resolver todos los problemas, gracias a la peque?a trampa sem¨¢ntica que supone definir la realidad como perfectamente maleable, carente de constricciones, compuesta s¨®lo de pasiones humanas, buenas y malas. A pesar de que en una sociedad altamente compleja ning¨²n subsistema social puede actuar como centro o vector de todos, este tipo de pol¨ªtica presuntuosa se presenta a s¨ª misma como capaz de modificar el funcionamiento de la econom¨ªa o del mercado. Con lo que garantiza su esterilidad futura, al tiempo que la desilusi¨®n de quienes ahora crean en ella. Al final, la responsabilidad por la desafecci¨®n recae tanto en las pol¨ªticas pobres como en las presuntuosas.
La democracia es mediocre, seg¨²n Arist¨®teles, porque es el reflejo del mundo que vivimos
Curioso: en un an¨¢lisis objetivo, ambas pol¨ªticas podr¨ªan formar parte de una sola, porque ambas son al final expresiones parciales de una realidad compleja. En un texto admirable de hace ya varios decenios, el fil¨®sofo polaco Leszek Kolakowski, abander¨® una ¡°imposible internacional conservadora-liberal-socialista¡±, despu¨¦s de comprobar que las intuiciones fundamentales y las ideas reguladoras de estas tres orientaciones pol¨ªticas no eran en absoluto incompatibles, sino complementarias.
¡°La filosof¨ªa no es m¨¢s que un intento de encontrar buenos y complejos motivos para las creencias que ya tenemos por instinto¡±, ironizaba Bertrand Russell. Pues la ideolog¨ªa pol¨ªtica no es, en ese mismo sentido, sino una forma de disfrazar de discurso trascendental la orientaci¨®n predominante en cada temperamento individual, la conservadora o la amante del cambio, la pol¨ªtica de la fe y la pol¨ªtica del escepticismo de que habl¨® Oakhesott. Pero, salvo extremos patol¨®gicos, a largo plazo no hay temperamentos de una sola orientaci¨®n.
Ahora que se nos viene encima la algarab¨ªa de los discursos electorales, volvamos un momento a los cl¨¢sicos: la democracia es un r¨¦gimen mediocre, dec¨ªa Arist¨®teles. Pero no lo es por defecto, sino que es mediocre porque es el reflejo del mundo que vivimos. Por eso, el pol¨ªtico virtuoso para el estagirita era el phronimos o prudente, el que percib¨ªa cu¨¢nto de los ideales soporta la realidad en cada momento y por ello era capaz como l¨ªder (protos andros) de dirigir un proceso de deliberaci¨®n p¨²blica o boulesis que optase por la combinaci¨®n de medios eficaces con fines realizables. O, como dec¨ªa un liberal triste como Isaiah Berlin, el que tiene sentido de la realidad y sabe, casi por intuici¨®n, qu¨¦ casa con qu¨¦ en cada momento, y qu¨¦ no. Y adem¨¢s sabe explicarlo.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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