Estos son los hombres con los que se acuesta Estados Unidos
Son las estrellas de la noche televisiva estadounidense, de competencia cruenta. Los famosos se mueren por ir a sus programas
Johnny Carson patent¨® la f¨®rmula hace ya 50 a?os y la llev¨® a su apogeo en los primeros a?os 70, cuando Gerald Ford era presidente y la econom¨ªa norteamericana empezaba a sufrir los estragos de la crisis del petr¨®leo. Por entonces, en un contexto de ca¨ªda continua de los ingresos publicitarios, hac¨ªan falta programas buenos, bonitos y baratos que pudiesen ocupar con cierta dignidad la franja horaria inmediatamente posterior al momento de m¨¢xima audiencia (el prime time), entre las 22.30 y la medianoche.
Carson cubri¨® aquel vac¨ªo proponiendo un cruce de comedia, comentario social y espect¨¢culo de variedades conducido casi en solitario, con estilo en¨¦rgico y narcisista. La consolidaci¨®n definitiva del formato lleg¨® en d¨¦cadas posteriores, de la mano de titanes de la televisi¨®n moderna como Jay Leno, David Letterman, Arsenio Hall o Jon Stewart. Todos eran personalidades de una cierta desmesura, capaces de proyectar buen humor e inmejorables vibraciones pese a estar compitiendo entre ellos a cara de perro, de manera cada vez m¨¢s ag¨®nica y descarnada, en una franja que pas¨® a ser muy rentable a partir de los a?os 80.
Sin embargo, el relevo generacional que se ha consumado en el ¨²ltimo par de a?os ha tra¨ªdo consigo un radical cambio de escenario. Tal y como explicaba hace unos d¨ªas Josef Adalian en su columna en la revista Vulture, las nuevas estrellas de estos espect¨¢culos televisivos nocturnos (los late show) ya no protagonizan un duelo al sol por la supremac¨ªa, sino m¨¢s bien se preocupan por encontrar la manera de que el formato evolucione sin perder su esencia y siga siendo una f¨®rmula de entretenimiento viable en pleno siglo XXI. No compiten por aniquilarse mutuamente, se conforman con sobrevivir y coexistir.
¡°Estos tipos hacen el amor y no la guerra¡±, escrib¨ªa en Twitter el experto en televisi¨®n Bill Carter el pasado 8 de septiembre. Esa noche, Stephen Colbert debutaba como sustituto de David Letterman en The Late Show, programa estrella de la CBS desde hace much¨ªsimos a?os, y su gran rival, Jimmy Fallon, de la NBC, estaba ah¨ª para desearle suerte, hacerse un selfi con ¨¦l e incluso participar en un par de sketches.
?Apoteosis del juego limpio? M¨¢s bien una inteligente adaptaci¨®n a la nueva realidad por parte de profesionales que crecieron viendo a Letterman destrozar a Arsenio Hall o a Jay Leno aplastar sin piedad al propio Letterman, pero que entienden que NBC, ABC y CBS no son ya el centro del universo televisivo, que el n¨²mero de espectadores que les sigue en directo todas las semanas no deja de reducirse y que donde de verdad se reparte el pastel es en las reproducciones virales de v¨ªdeos con los minutos de oro de sus programas. Sea como sea, estos son ahora mismo los hombres con los que se acuesta Estados Unidos todas las semanas de lunes a jueves.
Stephen Colbert, el recambio al gran David Letterman
Stephen Colbert (Washington DC, 51 a?os) debe su reputaci¨®n de humorista de culto a los a?os en que present¨® The Colbert Report en Comedy Central, un programa sat¨ªrico en que este cat¨®lico progresista bordaba su papel de comentarista ultra-conservador corto de entendederas. Un personaje que se llamaba como ¨¦l sin ser ¨¦l en absoluto (Colbert enfatizaba sutilmente la diferencia pronunciando su nombre a la francesa, con acento en la ¨²ltima s¨ªlaba y una de esas erres que parecen haberse quedado atascadas en el paladar) y al que la publicidad del programa defin¨ªa como ¡°bien intencionado, mal informado y, en resumen, un perfecto idiota¡±.
En su nuevo cometido como sustituto de David Letterman con Late Show With Stephen Colbert (en la cadena CBS), Stephen s¨ª ejerce de s¨ª mismo. El d¨ªa de su debut llev¨® al programa a George Clooney y Jeb Bush. Ha conseguido afianzarse en las ¨²ltimas apoyado en s¨®lidos guiones y un estilo cordial, sensato y cercano, de manera que ya empieza a hablarse de ¨¦l como un sustituto perfecto para Letterman.
Jimmy Fallon, el espect¨¢culo total
Como suele ocurrir con los genuinos l¨ªderes, Fallon divide a la afici¨®n: se le quiere o se le odia. Nacido en Bay Ridge, Nueva York, hace 41 a?os, ya imitaba a James Cagney en el jard¨ªn de infancia y ha ido quemando etapas a velocidad de crucero.
Fallon tiene una extra?a habilidad para convertir sus aparentes debilidades en fortalezas. Se le atribuye un humor pueril, propio de un adolescente con canas, pero algunos de los sketches m¨¢s celebrados de la ¨²ltima d¨¦cada son fruto de su ingenio y su instinto para la comedia. Suele decirse que es un entrevistador p¨¦simo, poco incisivo y demasiado servil, pero con su estilo c¨®mplice y sin aristas ha conseguido que Sylvester Stallone le confesase que durante a?os odi¨® a Arnold Schwarzenegger o que Colin Firth le contase que ganar un Oscar siendo un se?or ingl¨¦s culto, t¨ªmido y sin grandes habilidades sociales ha acabado convirti¨¦ndole en una especie de apestado en Hollywood.
Se le acusaba de re¨ªr a destiempo y ahora se r¨ªe siempre, como si cualquier ocurrencia propia o de sus invitados fuese sencillamente desternillante, seguro como est¨¢ de que basta una buena carcajada para derretir cualquier barrera esc¨¦ptica, porque la risa es contagiosa. Se ridiculizaba su t¨¢ctica del avestruz, esa tendencia tan suya a esconderse bajo la mesa de su escritorio, y ahora ha convertido ese ritual en uno de los instantes m¨¢s anticipados y celebrados de su programa.
Ha conseguido sacar un partido muy poco frecuente a celebridades de corto recorrido como Ariana Grande o Chloe Grace Moretz y veteranos con tendencia al gru?ido como Jaime Foxx o Kevin Spacey, a los que incita a cantar, bailar y, en definitiva, desmelanarse para sacar a flote lo mejor de s¨ª mismos. Su The tonight show (en la NBC) es el espect¨¢culo total.
Jimmy Kimmel, el irreverente
Procedente, como Colbert, de esa factor¨ªa de grandes histriones que es Comedy Central, Jimmy Kimmel (neoyorquino de 47 a?os) lleva desde 2003 conduciendo The Jimmy Kimmel Live!, la hora bruja y canalla de la cadena ABC. Aunque por lo general parece c¨®modo con su papel de tercero en discordia (algo que se acepta sin sobresaltos en su cadena), Kimmel es un hombre inquieto y un purasangre del humor, por lo que a veces cede a la peligrosa tentaci¨®n de dejarse llevar y hacer m¨¢s ruido del que le conviene. Sus instintos de francotirador corrosivo le empujan a metese en espor¨¢dicos jardines que sin duda contribuyen a reforzar su leyenda personal, pero tambi¨¦n hacen que a los directivos de su cadena se les pongan los pelos como escarpias.
Cuando de verdad roz¨® el larguero fue en octubre de 2013, fecha en que un ni?o de nueve a?os que interven¨ªa en la mesa infantil de su programa dijo que la soluci¨®n del problema de deuda externa de Estados Unidos ser¨ªa ¡°matar a todos los chinos¡± y Kimmel contest¨® con un bastante irreflexivo: ¡°Podr¨ªa ser una excelente idea¡±. Y lo remat¨® con una frase a¨²n peor calibrada que se volvi¨® viral en cuesti¨®n de minutos: "?Qu¨¦ hacemos? ?Dejamos que los chinos sigan viviendo?¡±. Para colmo de males, Kimmel se resisti¨® a disculparse en antena hasta que la propia ABC le oblig¨® a hacerlo, y eso fue solo despu¨¦s de que la comunidad china de Estados Unidos consiguiese que el tema llegase al gabinete de comunicaci¨®n de la Casa Blanca.
Otros alardes de humor irreverente y marciano marca de la casa, como su tendencia a convertir a Matt Damon en objeto recurrente de sus bromas (¡°nuestras disculpas a nuestro ¨²ltimo invitado, Matt Damon, porque nos hemos quedado sin tiempo para entrevistarlo¡± fue durante a?os una de las frases con las que sol¨ªa despedir su programa), no han tenido consecuencias tan serias.
Conan O'Brien, el macho alfa
Lo suyo tiene m¨¦rito. La de Conan O¡¯Brien es una historia de eterna supervivencia ligada a un formato, el del late show, al que ha dedicado lo mejor de su carrera. Tras la retirada de Letterman, se ha convertido en el conductor de programa m¨¢s veterano que sigue a¨²n en activo, con 22 a?os de servicio a la causa repartidos entre Conan, Late Night y The Tonight Show. Seg¨²n como se mire, O¡¯Brien (Massachusetts, 52 a?os) es la eterna promesa del formato, una especie de Iv¨¢n de la Pe?a televisivo del que siempre se esperaron grandes cosas y que nunca acab¨® de realizar del todo el enorme potencial que se le intu¨ªa. En 1993 tom¨® el relevo de David Letterman en Late Night y le toc¨® padecer cr¨ªticas despiadadas. Tard¨® varios a?os en afianzarse y acostumbrar al p¨²blico a su peculiar sentido del humor, basado en crear situaciones inc¨®modas y recrearse en su propia torpeza, en la m¨¢s genuina tradici¨®n de los viejos bufones.
En 2009 dej¨® el programa en lo m¨¢s alto y asumi¨® otro reto de envergadura, el de reemplazar a Jay Leno en The Tonight Show. Esta vez fracas¨® con estr¨¦pito, incapaz de atraer a una audiencia acostumbrada al estilo arrollador, de macho alfa muy consciente de serlo, que exhibi¨® siempre Leno. Desde 2010, O¡¯Brien ha dado un paso al costado y pilota su propio show (titulado sencillamente Conan) en la televisi¨®n por cable TBS, lo que le permite cultivar una audiencia de culto manteni¨¦ndose fiel a s¨ª mismo, sin necesidad de forzarse a competir en la gran liga de Kimmel, Colbert y Fallon. Para sus incondicionales, es en esta etapa donde un O¡¯Brien ya definitivamente? liberado de cualquier expectativa ajena est¨¢ consiguiendo dar lo mejor de s¨ª mismo.
Los que llegan pegando fuerte: Chelsea Handler (s¨ª, una chica), Seth Meyers y Larry Wilmore
Tras los tres grandes, que gestionan la herencia de la edad de oro del late show, y un Conan O¡¯Brien que sobrevive con creciente dignidad en un escal¨®n intermedio, encontramos alternativas tan s¨®lidas como este tr¨ªo, integrado por tres buenos profesionales de la f¨®rmula que piden a gritos la oportunidad de hacerse un hueco en la absoluta ¨¦lite.
La que genera m¨¢s expectativas ahora mismo es Chelsea Handler, que entre 2007 y 2014 condujo en E!, cadena por cable, el estupendo show Chelsea Lately. Nacida en Livingston, New Jersey, hace 40 a?os, Handler desaf¨ªa cualquier prejuicio sobre lo que supone que debe ser o no ser el humor femenino con una vis c¨®mica s¨²tilmente corrosiva, volcada m¨¢s en la s¨¢tira de la cultura popular que en Hollywood y la esfera de la alta pol¨ªtica. En enero, vuelve al ruedo con el que promete ser un incendiario show para Netflix, un programa pensado para los que entienden que un nuevo cap¨ªtulo de Orange Is the New Black o Girls tiene ahora mismo mucho m¨¢s inter¨¦s que cualquier nuevo estreno de Tom Cruise o Jennifer Aniston.
Tambi¨¦n se mueve en la periferia Seth Meyers (Nuevo Hampshire, 41 a?os), cuyo programa en la NBC, Late Night with Seth Meyers, arranca ya pasada la medianoche, lo que le permite ser mucho m¨¢s procaz, gamberro y pol¨ªticamente incorrecto que sus compa?eros de cadena. El suyo es un humor que tiene m¨¢s que ver con la comedia b¨¢rbara de un Judd Apatow que con el humor de altura, pero m¨¢s o menos apto para todos los p¨²blicos de la escuela Carson-Letterman-Leno.
En cuanto a Larry Wilmore (California, 53 a?os), es uno de los ¨²ltimos mohicanos de Comedy Central, gran cantera del humor yanqui. Su The Nightly Show with Larry Wilmore sustituye al The Colbert Report con la misma vocaci¨®n de s¨¢tira inmisericorde y la misma tendencia a ridiculizar el estilo informativo de cadenas conservadoras como Fox.
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