El final de la violencia de ETA
Cuatro d¨¦cadas de terror han quedado atr¨¢s en apenas cuatro a?os. Los atentados, las extorsiones y las amenazas han terminado y ha triunfado la democracia con la que la banda terrorista pretend¨ªa acabar
A la memoria de Txiqui Benegas
Se cumplen hoy cuatro a?os desde que ETA anunci¨® el cese definitivo de la violencia. Cuatro a?os desde el d¨ªa en que ETA decidi¨® hacer p¨²blica su derrota sin haber logrado ninguno de sus prop¨®sitos. No se disolvi¨® y las fuerzas de seguridad han seguido haciendo eficazmente su trabajo. La detenci¨®n reciente de sus m¨¢ximos dirigentes le ha permitido decir a alguna autoridad ministerial que lo que queda de ETA cabe en un microb¨²s peque?ito. Es tan cierto ahora como lo era hace cuatro a?os.
En tanto llega esa disoluci¨®n, quiz¨¢ no sea ocioso recordar algunas cosas del otro final, el de la violencia, que nos ha permitido vivir cuatro a?os sin atentados, sin extorsiones y sin amenazas. El que se alcanz¨® por el trabajo y la tenacidad de todos, empezando por los jueces y fiscales, los polic¨ªas y los guardias civiles; mediante el aislamiento internacional de la banda, el incremento del rechazo social en Euskadi y el permanente ejercicio de dignidad de las v¨ªctimas del terrorismo. Siempre he mantenido que el atentado de la T4 aceler¨® ese final, en la medida en que permiti¨® romper con la idea asentada en una parte de la opini¨®n p¨²blica vasca de que, en realidad, ETA mataba para negociar y que s¨®lo la terquedad extrema del Estado estaba impidiendo el fin del terrorismo. Pero, sobre todo, ese siniestro remedo irland¨¦s que ETA intent¨® con el atentado de Barajas - recordemos el atentado de Canary Wharf- agrand¨® las grietas que todo el proceso del di¨¢logo de ETA con el gobierno de Zapatero hab¨ªa empezado a abrir entre los dirigentes de Batasuna y la banda terrorista. Un di¨¢logo que, hoy merece la pena recordar, se abord¨® teniendo muy en cuenta experiencias anteriores. Por eso se inici¨® al amparo de una resoluci¨®n ampliamente avalada en el Congreso de los Diputados en cumplimiento de los acuerdos de Ajuria Enea. Por esa raz¨®n tambi¨¦n, se separaron n¨ªtidamente los interlocutores con la banda de los aparatos de la seguridad del Estado, que no olvidaron que durante los per¨ªodos de tregua los terroristas no preparan la paz sino la guerra. Entre el 6 de junio del a?o 2007, fecha en la que ETA dio por finalizada la tregua declarada catorce meses antes y el d¨ªa 20 de octubre del a?o 2011 en el que comunic¨® su compromiso claro, firme y definitivo de poner fin a su actividad armada, las fuerzas de seguridad espa?olas, fundamentalmente la polic¨ªa nacional y la guardia civil junto a la polic¨ªa francesa detuvieron a un total de 442 militantes de ETA, entre los que se incluyen los integrantes de varias de las c¨²pulas de la banda, y a otros 190 responsables de acciones de violencia callejera
Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia tuvieron
He sostenido siempre tambi¨¦n que detr¨¢s del alejamiento entre ETA y Batasuna, clave para el final de la violencia, no se encuentra ninguna autocr¨ªtica de la izquierda abertzale, ni el repudio moral de la violencia ejercida durante m¨¢s de cuarenta a?os por los asesinos, sino el puro y fr¨ªo an¨¢lisis estrat¨¦gico: la evidencia de que ETA iba a perder y de que en su ca¨ªda arrastrar¨ªa a todo el entorno abertzale al definitivo fracaso y a la c¨¢rcel. De ah¨ª el papel protagonista que atribuyo a las fuerzas de seguridad y a los servicios de inteligencia en todo este final: una ETA fuerte no hubiera permitido nunca el alejamiento de Batasuna. De la misma forma que una Batasuna sin el acoso policial no se hubiera visto impelida a separarse de ETA.
Cualquiera que se haya acercado al terrorismo de ETA puede entender con facilidad la importancia que para alcanzar su derrota ha tenido la pol¨ªtica penitenciaria. En los ¨²ltimos a?os de violencia etarra el n¨²mero de terroristas encarcelados superaba con mucho al de militantes activos fuera de las prisiones espa?olas o francesas. Las disensiones entre Batasuna y la banda alcanzaron tambi¨¦n a este ¨¢mbito. Es m¨¢s, podr¨ªamos decir que desde entonces no han cesado. Es en este contexto en el que se decidi¨® poner en marcha la denominada v¨ªa Nanclares, fijando con claridad las l¨ªneas rojas de la actuaci¨®n del Estado en esta materia: decisiones individuales, condena de la violencia, reconocimiento del da?o causado y, por supuesto, nada de amnist¨ªas. El estricto cumplimiento de la ley, en suma. Es un marco plenamente vigente en el que, sin duda, caben modulaciones de la pol¨ªtica penitenciaria para contribuir al final ordenado de la violencia. Un final cuyo retraso incumbe a ETA, y cuyos principales perjudicados son la izquierda abertzale y los propios presos.
El atentado de la T4 permiti¨® romper con la idea de que los terroristas mataban para negociar
Uno de los fen¨®menos m¨¢s notables de la historia reciente de nuestro pa¨ªs es la forma en que m¨¢s de cuatro d¨¦cadas de terror han quedado atr¨¢s en apenas cuatro a?os. Pero hay personas para las que el olvido va a ser muy dif¨ªcil. Personas que sufrieron en sus propias vidas la agresi¨®n de los violentos; hombres y mujeres que tienen todo el derecho a reclamar que con ese olvido no se acabe negando su sufrimiento. Si permitimos que la historia de estos a?os la escriban los verdugos, no s¨®lo saldr¨ªan perdiendo la verdad y la justicia. Si la versi¨®n ficticia de los perdedores se impusiera, las v¨ªctimas volver¨ªan a ser agredidas. Por eso hay que seguir recordando, las veces que haga falta, que, como ya he dicho, el final de la violencia no fue una concesi¨®n de la banda; que la renuncia a la extorsi¨®n no fue fruto de la autocr¨ªtica, y ni mucho menos del arrepentimiento. Muy al contrario, fue una derrota en toda regla, una victoria de la democracia con la que los terroristas pretend¨ªan acabar.
El tiempo ha pasado muy deprisa, y la sociedad espa?ola, especialmente la vasca, se han habituado a vivir sin la amenaza terrorista. Pero esos 43 a?os han dejado fracturas sociales que a¨²n permanecen abiertas. La f¨®rmula para cerrar esas grietas no puede ser otra que la que los dem¨®cratas empleamos para vencer a los violentos: inteligencia pol¨ªtica, firmeza y la convicci¨®n de que ¨¦sta es una labor de todos. En los momentos que vivimos, quiz¨¢ no est¨¦ de moda reivindicar los logros de la sociedad espa?ola en su conjunto. Sin embargo, el triunfo sobre ETA es una empresa colectiva, un ¨¦xito de nuestra democracia del que debemos estar leg¨ªtimamente orgullosos.
Otros art¨ªculos del autor
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba fue ministro del Interior entre 2006 y 2011 con el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
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