Adjudicado
La concesi¨®n de canales de televisi¨®n se sigue haciendo en ese periodo repelente de salida del poder
Al contrario de un sistema presidencialista, como el norteamericano, donde los ¨²ltimos meses de Gobierno consisten en un intento de dejar hermosa memoria entre los ciudadanos de su paso por el poder, en un sistema partidista como el espa?ol, los ¨²ltimos meses de legislatura son un sprint desaforado por aprobar decretos leyes, colocar a amigos, garantizarse puestos en Consejos de Administraci¨®n y, en lo que parece ser una costumbre ya habitual, adjudicar canales de televisi¨®n, como ha sucedido con las nuevas concesiones de la TDT. Persiste el error de llamar a unas televisiones p¨²blicas y a otras privadas atendiendo a su propietario. En realidad todas las televisiones son p¨²blicas, y aunque su propietario sea una entidad privada, para llegar a emitir ha recibido una licencia gubernamental concedida en concursos de supuesto rigor, transparencia y ecuanimidad.
Hablar de televisi¨®n no es tan solo limitarse a seguir el reguero de series y programas m¨¢s o menos acertados en su ejecuci¨®n, sino estudiar el sentido esencial de la televisi¨®n en democracia. En las dictaduras ya sabemos lo bueno y lo malo que se pretende irradiar desde los receptores a la poblaci¨®n. Pero confundimos democracia con abandono, y ambas palabras no son sin¨®nimos. La concesi¨®n p¨²blica de licencias no tiene que dictar ni por asomo una programaci¨®n o sensibilidades concretas, pero s¨ª establecer obligaciones m¨ªnimas. A menudo el concurso se plantea con unas bases rimbombantes de servicio p¨²blico, pluralidad y esfuerzo cultural, pero en la adjudicaci¨®n final estos detalles no importan un carajo y triunfa la cercan¨ªa emocional con el Gobierno y el oportunismo. Demasiados canales se han vendido y revendido, generando un negocio paralelo de venta de parcela, que modifica el supuesto plasmado en el concurso sin que nadie lo evite, y que nos ha obligado a reconocer de manera evidente que Mediaset y Atresmedia parecen ser las ¨²nicas empresas capaces de gestionar.
En esta discusi¨®n seguimos escurriendo el bulto asegurando que hacemos una buena televisi¨®n, lo cual es cierto en t¨¦rminos t¨¦cnicos, de talento y potencia popular, pero no en cuanto a los m¨¢rgenes exigibles de variedad de contenidos y atenci¨®n a las minor¨ªas y los espacios art¨ªsticos, cient¨ªficos y culturales. Toda concesi¨®n de un canal nuevo deber¨ªa primar que se activen esos espacios hoy inexplorados. Pero claro, los pliegos del concurso y la designaci¨®n final se siguen haciendo en ese periodo repelente de salida del poder y con un gui?o al peor modo de operar en democracia que consiste en ser, desde el poder, tan solo amigo de mis amigos.
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