Hiss¨¨ne Habr¨¦ o la cr¨®nica del horror
La aplicaci¨®n de la justicia universal contra el dictador chadiano permite sacar a la luz toda la represi¨®n de un r¨¦gimen que mat¨® a 40.000 personas y tortur¨® de manera sistem¨¢tica
En la enorme sala de audiencias del Palacio Lat Dior de Dakar resuena estos d¨ªas con fuerza su voz. Son 93 v¨ªctimas, 69 en persona y 24 por videoconferencia, supervivientes todos de una dictadura cruel como pocas que seg¨® la vida a unas 40.000 personas entre 1982 y 1990. El juicio que se est¨¢ celebrando en Dakar contra el tirano chadiano Hiss¨¨ne Habr¨¦, presente en la sala, cabizbajo, iracundo, derrotado, es la muestra de que en ?frica tambi¨¦n se puede derrotar a la impunidad y de que la tenacidad y el empe?o abren caminos insospechados, incluso veinticinco a?os despu¨¦s. Por primera vez, ?frica juzga a uno de sus dictadores y lo hace gracias a las miles de v¨ªctimas que supieron mantener intacta su sed de justicia y que pelearon por llevar a Habr¨¦ ante un tribunal. All¨ª, su testimonio es una aut¨¦ntica cr¨®nica del horror.
El primero de todos, aquel quien ya desde la oscuridad de su celda empez¨® a creer en que este d¨ªa pod¨ªa llegar, fue Souleymane Guengueng. Contable de un organismo p¨²blico en Yamena, la capital chadiana, fue detenido en 1988 acusado de estar en contacto con la rebeli¨®n. Cualquier acusaci¨®n era buena. Desde que Habr¨¦ lleg¨® al poder en 1982, mantenerse en ¨¦l fue su gran obsesi¨®n. Ve¨ªa enemigos por todas partes. Para conseguir su objetivo desat¨® un tsunami de violenta represi¨®n contra opositores y rebeldes, pero tambi¨¦n contra familiares de estos, amigos e incluso miembros de una etnia por el mero hecho de serlo. Sin juicio ni defensa posible, simples ciudadanos detenidos por sospechas, delaciones falsas, inquinas.
Como tantos otros, Guengueng fue encarcelado en condiciones inhumanas, sometido a tortura, despojado de su humanidad. ¡°Cuando alguien fallec¨ªa en la celda lo us¨¢bamos como almohada¡±, recuerda. Pero en medio de todo aquello, agarrado a su fe cristiana, prometi¨® que si lograba salir de all¨ª dedicar¨ªa su vida a contarlo. Seis meses despu¨¦s del derrocamiento de Habr¨¦, fund¨® la primera asociaci¨®n de v¨ªctimas. Y con minuciosidad de contable se dedic¨® a elaborar fichas de todos aquellos que hab¨ªan sufrido c¨¢rcel o torturas, de los muertos sin nombre, de los abusos. Y su trabajo, durante a?os oculto, fue la columna vertebral de la primera denuncia contra el dictador, exiliado en Senegal, en el a?o 2000.
A las afueras de Yamena hay un lugar al que llaman el Llano de la Muerte. All¨ª, Clement Abeifouta, de 54 a?os, no puede evitar emocionarse. ¡°Perd¨ªa la cuenta de cu¨¢ntas personas tuve que arrojar en fosas comunes aqu¨ª, pero no fueron menos de un millar, la gente mor¨ªa en prisi¨®n como moscas¡±. Detenido en 1985, cuando era un joven estudiante, sus carceleros le convirtieron en enterrador. ¡°Asist¨ª al exterminio de toda una etnia, los Hadjarai¡±. Es el actual presidente de las v¨ªctimas, el relevo de Guengueng que tuvo que emigrar a Estados Unidos como refugiado pol¨ªtico, amenazado por aquellos que estuvieron con Habr¨¦ y que siguen ah¨ª, temerosos de la verdad. La denuncia del a?o 2000 no prosper¨® porque el entonces presidente senegal¨¦s, Abdoulaye Wade, decidi¨® proteger a su hu¨¦sped de la justicia internacional. Pero Abeifouta y los dem¨¢s no cejaron en el empe?o.
Entre las v¨ªctimas tambi¨¦n hay mujeres. Muchas. Una de ellas fue Hawa Brahim Faradj, que fue detenida con s¨®lo 14 a?os. La polic¨ªa pol¨ªtica de Habr¨¦ buscaba a su madre, una comerciante, pero al no encontrarla se llevaron a la hija mayor. Tras tres a?os de cautiverio, la trasladaron a un campamento militar en Ouaddidoum, en el extremo norte del pa¨ªs, donde se convirti¨® en esclava sexual de los soldados. ¡°Me sent¨ª sucia durante a?os, luego me cas¨¦ pero me costaba mucho tener relaciones con mi propio marido¡±, asegura. Ginette Ngarbaye tambi¨¦n sufri¨® abusos en prisi¨®n. Era estudiante de mecanograf¨ªa y cuando fue detenida estaba embarazada de cuatro meses, lo que no fue obst¨¢culo para que le aplicaran electricidad durante los interrogatorios. Dio a luz en prisi¨®n.
Cuando alguien fallec¨ªa en la celda lo us¨¢bamos como almohada, recuerda una v¨ªctima
La tortura era sistem¨¢tica, las condiciones de detenci¨®n terribles y las ejecuciones sumarias diarias. Bichara Djibrine Ahmat se uni¨® a la rebeli¨®n contra Habr¨¦ hasta que fue hecho prisionero en 1983. Tras una semana encadenado en prisi¨®n, fue llevado junto a otros 150 rebeldes hasta un descampado a las afueras de Yamena. ¡°Hicieron un c¨ªrculo con los camiones y nos pusieron en medio. Empezaron a disparar y me dieron en un muslo. Hab¨ªa tanto ruido y confusi¨®n, dolor, gritos, sangre. Tard¨¦ tiempo en darme cuenta de que estaba vivo¡±. Dos cuerpos cayeron sobre ¨¦l. Cuando los ejecutores se acercaron a dar los tiros de gracia pasaron por alto a Bichara, que dej¨® pasar media hora hasta que todo estuvo tranquilo y se escabull¨®, arrastr¨¢ndose, hasta la frontera con Camer¨²n.
A Housseini Robert Gambier le llaman Sabagal Moute, ¡°el que corre m¨¢s r¨¢pido que la muerte¡±. Tras detenerlo por tener la piel clara como los libios, le torturaron de todas las formas posibles: con maderas atadas a presi¨®n en la cabeza, at¨¢ndole brazos y piernas por detr¨¢s del cuerpo (la tristemente famosa t¨¦cnica del arbatachar), insecticida en los ojos, clavos en las extremidades. Gambier est¨¢ medio sordo y ciego a consecuencia de todo aquello, pero su testimonio ha sido clave para encarcelar a los torturadores y para el juicio que se sigue contra el dictador. Algunos aseguran incluso que el propio Habr¨¦ les interrog¨® en persona, como Alkali Mahamat. ¡°Como yo hab¨ªa vivido en Libia me pregunt¨® si conoc¨ªa a Gadafi, si lo hab¨ªa visto, si hab¨ªa le¨ªdo su Libro Verde. Fumaba todo el tiempo y daba vueltas en su silla con ruedas¡±, recuerda.
Durante los primeros d¨ªas del juicio, Hiss¨¨ne Habr¨¦ se ha negado a cooperar y cada d¨ªa es tra¨ªdo por la fuerza hasta el Palacio de Justicia. Las v¨ªctimas no pierden la esperanza de que hable, de que responda, de que se defienda, algo que hasta ahora no ha hecho. ¡°Hemos venido a Dakar para mirar al dictador a los ojos¡±, aseguran las v¨ªctimas, ¡°que tenga el honor de escuchar nuestros testimonios, el coraje de hacer frente a sus jueces, que responda a las acusaciones. Queremos preguntarle por qu¨¦ fuimos encarcelados y torturados, por qu¨¦ nuestros familiares fueron asesinados¡±.
Desde 1999, acompa?¨¢ndoles en su primera denuncia, haciendo de altavoz de su lucha hacia el mundo, la organizaci¨®n Human Rights Watch no ha querido dejarles solos. Y al frente de ella el abogado neoyorquino Reed Brody. ¡°Los cr¨ªmenes del r¨¦gimen est¨¢n muy documentados, tenemos miles de asesinatos y decenas de miles de encarcelamientos sin garant¨ªas. Ahora bien, tenemos que demostrar la conexi¨®n con Hiss¨¨ne Habr¨¦. No fue ¨¦l personalmente quien los cometi¨® directamente, salvo en algunos casos, pero a trav¨¦s de los documentos que hemos aportado ves que estaba informado de todas las actuaciones de su polic¨ªa pol¨ªtica. Incluso en unos pocos documentos hay anotaciones personales de ¨¦l. Estaba muy pendiente e informado de lo que pasaba, pero esto hay que probarlo¡±, asegura.
Despu¨¦s de que la denuncia del a?o 2000 no prosperara, las v¨ªctimas acudieron a la Justicia belga, con la esperanza de que la aplicaci¨®n de la justicia universal llegara tambi¨¦n hasta ellos. La estrategia dio resultado. Tras una detallada investigaci¨®n, un juez de este pa¨ªs solicit¨® la extradici¨®n del dictador, lo que forz¨® a Senegal a mover ficha. Dakar eleva una consulta a la Uni¨®n Africana y el organismo panafricano dictamina, en 2006, que ¡°Senegal debe juzgar a Hiss¨¨ne Habr¨¦ en nombre de toda ?frica¡±. Y si bien Abdoulaye Wade segu¨ªa protegiendo al dictador, el proceso ya era imparable. Cuando llega al poder en 2012, Macky Sall, nuevo presidente de Senegal, toma la decisi¨®n de crear una jurisdicci¨®n especial para este juicio, lo que dio lugar al nacimiento de las C¨¢maras Africanas Extraordinarias, ante las que Habr¨¦ es forzado a sentarse cada d¨ªa para escuchar el relato de las torturas y matanzas de su propio r¨¦gimen.
Est¨¢ previsto que el juicio, que comenz¨® el pasado 20 de julio, no concluya hasta principios de diciembre. Tampoco se descarta que se prolongue incluso m¨¢s all¨¢. ¡°Es un gran paso¡±, asegura Fatim¨¦ Tchangdoum, cuyo marido fue asesinado por el r¨¦gimen de Habr¨¦, ¡°desde luego Dios hace milagros. Pero la tarea no ha terminado. ?l tiene sus abogados y har¨¢ todo lo posible por escapar a la acci¨®n de la Justicia. Y luego hay algo muy importante. Buena parte de quienes le ayudaron siguen aqu¨ª, en Yamena. Todos deben pedir perd¨®n y reconocer lo que hicieron. Hasta que eso no ocurra la reconciliaci¨®n no ser¨¢ posible¡±.
Fatim¨¦ Tchangdoum
El 1 de agosto de 1983 detuvieron a su marido, al que acusaban de pertenecer a la rebeli¨®n. Quince d¨ªas despu¨¦s apareci¨® muerto. ¡°Me volv¨ª loca, mi hijo m¨¢s peque?o ten¨ªa un mes y los otros cuatro y dos".
Ousmane Mahamat Saleh
En 1989 le acusaron de reclutar gente para unirse a la rebeli¨®n. ¡°La c¨¢rcel estaba llena de parientes y amigos. Me pegaron con cables, me obligaron a beber mucha agua y luego me caminaron sobre la barriga¡±.
Ginette Nganbaye
En 1985, era una joven estudiante de Mecanograf¨ªa en Yamena. La detuvieron. ¡°Uno de los gendarmes con la camisa ensangrentada empez¨® a tocarme, le dije que estaba esperando un beb¨¦, pero sigui¨®".
Ousmane Abakar Taher
Ousmane fue detenido el 30 de julio de 1983 en Faya-Largeau. Al pertenecer a la rebeli¨®n contra Habr¨¦, su suerte estaba echada. Tras ser trasladado a la capital ingres¨® en prisi¨®n.
Abakar Gambala
Su padre fue detenido en 1987 y Abakar era un ni?o de 12 a?os. "Durante a?os he sentido odio y eso me tortura. No puedo entender c¨®mo se puede matar a 40.000 personas s¨®lo por seguir en el poder¡±.
Jon¨¢s Siptene Ganbang
El 1 de agosto de 1983, a Jon¨¢s lo molieron a palos. A consecuencia de los golpes se qued¨® medio sordo y padece fuertes dolores de espalda. Durante m¨¢s de un a?o lo obligaron a hacer trabajos forzados¡±.
Alkali Mahamat
Alkali Mahamat cometi¨® el error de pensar que el r¨¦gimen pod¨ªa ser benevolente. Tras militar en la rebeli¨®n y vivir en Libia, una vez firmado un acuerdo de paz, decidi¨® volver. Se equivocaba.
Rahama Ajinguembaye
Su hermano se hab¨ªa unido al maquis, lo que le vali¨® ser detenida el 9 de marzo de 1983, cuando estaba embarazada de dos meses. La ataron y le golpearon. ¡°Luego me arrojaron a una habitaci¨®n llena de sangre".
Gnamassoun K?h-Nar
Profesor de Primaria, tuvo la osad¨ªa de enfrentarse a las autoridades locales por un conflicto entre agricultores y ganaderos en Kiab¨¦. Pas¨® cuatro meses en una c¨¢rcel "negra como la noche".
Clement Abeifouta
¡°En aquella ¨¦poca hab¨ªa orejas por todos lados. Un primo m¨ªo coment¨® en un bar que me hab¨ªan dado una beca para estudiar en Alemania y fueron a por mi¡±. El 10 de julio de 1985 fue detenido en Yamena.
Jean Noyoma Kovounsouna
¡°Cuando te atan los brazos y piernas por la espalda, la t¨¦cnica del arbatachar, se te hincha el pecho y te quedas como un barco, te duele todo. Vomitaba sin parar y acab¨¦ desmayado¡±.
Fatim¨¦ Tounl¨¦
Su marido huy¨®. Cuatro a?os despu¨¦s, la radio anunci¨® su muerte: ¡°Hemos matado a los traidores¡±. Tounl¨¦ nunca pens¨® que Habr¨¦ podr¨ªa ser juzgado. ¡°Si hoy est¨¢ ante el tribunal es porque la Justicia existe¡±.
Fatim¨¦ Mando
En 1983, Fatim¨¦ Mando, de 32 a?os, fue acusada de ser la amante del general rebelde Kamougu¨¦. ¡°Me golpearon tan fuerte que sangraba por la nariz, por los o¨ªdos. Hoy en d¨ªa me sigo cruzo con mis torturadores".
Bichara Djibrine Ahmat
Un d¨ªa, Bichara regres¨® de la muerte. Oficial rebelde, fue hecho prisionero en 1983. Una noche fue llevado a un descampado donde fue fusilado. ¡°Dios quiso salvarme. La bala me dio en el muslo y ca¨ª".?
Husseini Robert Gambier
Su piel clara estuvo a punto de costarle la vida. Detenido por ¡°ser libio¡±, le trasladaron a una prisi¨®n secreta de Yamena donde le torturaron salvajemente.?
Hawa Brahim Faradj
El 4 de junio de 1985, la polic¨ªa fue a casa de Hawa a buscar a su madre, pero al no encontrarla se la llevaron a ella. S¨®lo ten¨ªa 14 a?os y acab¨® pasando cuatro a?os en la c¨¢rcel.
Bassou Zenouba Ngolo
Su marido, periodista, fue detenido y encarcelado. Muri¨® en prisi¨®n. Ella es hoy es consejera municipal en el Ayuntamiento de Yamena. ¡°Ya era hora de que se hiciera Justicia¡±.
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