Por una investigaci¨®n m¨¢s enfocada a la salud y menos al mercado
La campa?a 'No es sano' pretende promover un debate p¨²blico para que el Estado tome partido y que la innovaci¨®n m¨¦dica no quede en manos del mercado
Inventar un nuevo medicamento es caro. Car¨ªsimo. Dependiendo de la fuente, crear una nueva mol¨¦cula puede ir desde los 100-150 millones de euros a los m¨¢s de 2.250. Y aqu¨¦l que invierte estas cantidades suele querer recuperarlas con creces, como es l¨®gico. El problema es que no siempre lo m¨¢s rentable es lo m¨¢s urgente ni importante: muchas enfermedades que afectan a millones de personas no merecen la atenci¨®n de una industria que no va a sacar r¨¦ditos de ellas. Si las leyes del mercado distan de ser perfectas, en la salud resultan, a menudo, injustas.
La campa?a No es sano, que se ha presentado este mi¨¦rcoles en Madrid, pretende ¡°promover un debate p¨²blico y pol¨ªtico informado e impulsar el compromiso del Gobierno, partidos pol¨ªticos y otras instituciones por un cambio en el modelo de innovaci¨®n m¨¦dica¡±. Porque, seg¨²n rezan sus lemas: ¡°No es sano investigar solo enfermedades rentables; no es sano anteponer los beneficios econ¨®micos a la salud; no es sano especular con los medicamentos¡±.
Promovida por m¨¢s de media docena de instituciones, entre las que figuran Salud por Derecho, M¨¦dicos del Mundo y la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial; apoyada por ISGlobal y Oxfam y suscrita por otra decena de organizaciones relacionadas con la salud, la iniciativa pretende aprovechar la precampa?a electoral para que los partidos pol¨ªticos se comprometan a introducir tres grandes cambios en el sistema de innovaci¨®n: transparencia, criterios de inter¨¦s p¨²blico para toda inversi¨®n realizada por el Estado y promoci¨®n de iniciativas de I+D basadas en nuevos modelos que no dependan exclusivamente de las patentes.
Vanesa L¨®pez, presidenta de Salud por Derecho, desgran¨® estos tres objetivos para conseguir cambiar un sistema actual de innovaci¨®n ¡°m¨¢s orientado a beneficios que a la salud p¨²blica¡±. ¡°El primer paso es introducir una gesti¨®n transparente y garantizar un debate p¨²blico informado. La sociedad tiene derecho a conocer los precios reales de transacci¨®n en la compra de medicamentos por parte del sistema p¨²blico de salud; el detalle sobre las inversiones p¨²blicas e incentivos fiscales en I+D; todos los datos cl¨ªnicos, resultados y costes de los f¨¢rmacos financiados total o parcialmente con dinero p¨²blico; la evaluaci¨®n de las tecnolog¨ªas sanitarias para garantizar que solo se financian con fondos estatales los que tengan una ventaja terap¨¦utica a?adida; y, finalmente, el detalle sobre el proceso de elaboraci¨®n de las normas y leyes que afecten a este sector¡±, reclam¨® L¨®pez.
No es sano investigar solo enfermedades rentables; no es sano anteponer los beneficios econ¨®micos a la salud; no es sano especular con los medicamentos
En segundo lugar, los responsables de la campa?a aseguran que muchas de las inversiones realizadas por el Estado no van a parar a aquellas investigaciones que generan productos de mayor inter¨¦s p¨²blico, algo que hay que cambiar, seg¨²n ellos. Por ¨²ltimo, pretenden abrir un debate para modificar el actual sistema de patentes por otro que no ¡°fomente los monopolios¡±.
¡°No proponemos en principio medidas detalladas, pero s¨ª estamos reuni¨¦ndonos con todos los partidos para generar este debate¡±, a?adi¨® L¨®pez, quien explic¨® que ya han mantenido conversaciones con PSOE, Podemos y Ciudadanos, entre otros. ¡°Estamos pendientes del Partido Popular y tambi¨¦n queremos hablar con otros m¨¢s peque?os¡±, concluy¨®.
Pero lo cierto es que el problema que denuncia No es sano va mucho m¨¢s all¨¢ de las fronteras espa?olas. Los esfuerzos de investigaci¨®n son especialmente poco favorables a las poblaciones m¨¢s pobres del planeta y un solo pa¨ªs no tiene suficiente fuerza para influir en una industria absolutamente global. Por eso, M¨®nica Cavagna, t¨¦cnica de Salud en la Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios (OCU) ¡ªotra de las entidades promotoras¡ª explica que ya est¨¢n en conversaciones con organismos hom¨®logos internacionales para fomentar un debate global sobre las innovaciones m¨¦dicas.
El peso de la investigaci¨®n p¨²blica
Aproximadamente un tercio de la poblaci¨®n mundial carece de los recursos para permitirse los medicamentos que necesita. ¡°Y, por primera vez, los pa¨ªses industrializados est¨¢n empezando a no poder permitirse pagar algunos de ellos¡±, asegur¨® Germ¨¢n Vel¨¢squez, antiguo trabajador de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud y actual asesor de South Center. Este debate se aviv¨® con el precio del f¨¢rmaco denominado Sovaldi contra la hepatitis C, cuyo precio tuvieron que negociar los gobiernos espa?ol y franc¨¦s con el laboratorio que lo comercializaba. Pero cada vez son m¨¢s los f¨¢rmacos que tienen un precio que dif¨ªcilmente puede ser costeado por particulares ni, incluso, por las arcas p¨²blicas.
En opini¨®n de Vel¨¢squez, al problema de la falta de transparencia en el proceso de investigaci¨®n se a?ade que la propia innovaci¨®n ¡°est¨¢ disminuyendo¡±. Puso como ejemplo Francia, donde la prestigiosa revista Prescrire otorgaba cada a?o la p¨ªldora de oro a las novedades farmacol¨®gicas m¨¢s destacadas. En 2012 se qued¨® desierto. De las 22 mol¨¦culas calificadas como de ¡°importante progreso terap¨¦utico¡± que se patentaron en el pa¨ªs en 2006, las cifras fueron bajando a?o a a?o a 15, 10, 7, 4, 1 y 0. ¡°La mayor¨ªa de las nuevas patentes son peque?as modificaciones a drogas antiguas¡±, subraya.
El 68% de los medicamentos patentados con m¨¢s valor terap¨¦utico en EE UU estaban basados en investigaci¨®n p¨²blica
Una de las soluciones que propone la campa?a y los ponentes de las mesas redondas que acompa?aron a su presentaci¨®n es que los Estados hagan valer el importante peso de la investigaci¨®n p¨²blica en ciencia b¨¢sica para ¡°condicionar¡± a la industria. El 68% de los medicamentos patentados con m¨¢s valor terap¨¦utico en EE UU entre 1990 y 2007 estaban basados en investigaci¨®n p¨²blica, seg¨²n explic¨® Javier D¨ªaz-Nida, profesor de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. ¡°El ciudadano paga en muchas ocasiones dos veces por el mismo f¨¢rmaco¡±, apostill¨® Vel¨¢squez.
?C¨®mo conseguir un mayor retorno social de esta inversi¨®n p¨²blica? Las f¨®rmulas son varias. Promover licencias justas; exigir cl¨¢usulas de responsabilidad social cuando se usen innovaciones p¨²blicas; fomentar que las universidades vayan m¨¢s all¨¢ de la investigaci¨®n b¨¢sica, en la que a menudo se quedan, para desarrollar los f¨¢rmacos hasta sus ¨²ltimos estadios; la formaci¨®n de asociaciones p¨²blico-privados para investigar son algunas de las que apunt¨® D¨ªaz-Nida.
Una de estas f¨®rmulas es la Iniciativa de F¨¢rmacos para las Enfermedades Olvidadas (DNDi, por sus siglas en ingl¨¦s), una organizaci¨®n privada sin ¨¢nimo de lucro que investiga nuevas drogas para poblaciones que no son interesantes econ¨®micamente para la industria. ¡°Estamos buscando soluciones que no se basen en el beneficio, sino en la soluci¨®n de los problemas. El libre mercado no permite tratar las enfermedades de las personas que no dan beneficio y las alternativas son colaborativas por definici¨®n¡±, se?al¨® Olaf Valverde, director m¨¦dico de la DNDi.
En esta b¨²squeda, Joan Rovira, profesor em¨¦rito de la Universidad de Barcelona, exigi¨® que las prioridades de investigaci¨®n no las marquen las empresas: ¡°La pol¨ªtica tiene que establecer prioridades, un presupuesto para innovaci¨®n biom¨¦dica, y que se distribuya entre quienes innoven, sean organismos p¨²blicos o privados. Se trata de buscar mecanismos que paguen la innovaci¨®n para superar las patentes y que los f¨¢rmacos resultantes se puedan vender como gen¨¦ricos: que el precio no est¨¦ ligado al coste de la investigaci¨®n¡±.
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