Miley Cyrus o la destrucci¨®n total de la inocencia infantil
Se ha convertido en la estrella ingobernable del pop. Su ¨²ltimo proyecto: un videoclip de tintes pornogr¨¢ficos
Parece el guion de una luminaria de la industria del cine porno, pero se trata del proyecto de un videoclip: una cantante veintea?era desnuda y acompa?ada de un grupo de cuarentones, tambi¨¦n desnudos, esparci¨¦ndose "por doquier un l¨ªquido blanco que se parece a la leche", mientras el p¨²blico tambi¨¦n desnudo canta, grita y se contornea. Si del guion es de lo ¨²ltimo que se habla en cualquier pel¨ªcula pornogr¨¢fica, aqu¨ª, en este caso, es lo primero. Resulta un asunto de primer orden dar a conocer la trama escandalosa en el estado en el que se mueve su protagonista: Miley Cyrus, antigua princesa infantil de Disney y actual reina del destape en Instagram y del twerking, ese baile de movimientos incitadores y sensuales conocido en castellano como perreo. La propuesta ha surgido a partir de un acuerdo de colaboraci¨®n con Wayne Coyne, l¨ªder del grupo Flaming Lips, que revel¨® en su perfil en Instagram el espect¨¢culo que Cyrus planea para la grabaci¨®n del v¨ªdeo musical de Milky, Milky, Milk ¡ªla palabra leche por partida triple¡ª, uno de los ¨¦xitos de su ¨²ltimo ¨¢lbum, Miley Cyrus & Her Dead Petz, que el propio Coyne ha ayudado a grabar y producir. Pero lo que realmente se revela es la ¨²ltima vuelta de tuerca a la provocaci¨®n de la joven cantante estadounidense aficionada a sacar la lengua.
Aunque es algo que se sab¨ªa, ahora est¨¢ a¨²n m¨¢s claro: Miley Cyrus quiere destruir todo lo que quede, si es que queda, de Hannah Montana, la chica buena e inocente que protagoniz¨® en la exitosa serie adolescente de Disney Channel. Es algo que ha pasado desde siempre: una estrella infantil enterrando su pasado y mandando al carajo a los que le fabricaron. Se ha visto en varias ocasiones en la historia de la cultura popular, desde la televisi¨®n al cine, pasando por la m¨²sica con personajes emblem¨¢ticos como Michael Jackson, que se cambi¨® el color de la piel entre una de tantas extravagancias multimillonarias, o Britney Spears, que tras pasar por la cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n y perder la custodia de sus dos hijos se rap¨® la cabeza como un acto de rebeld¨ªa. En estos casos, siempre se habla del manido t¨¦rmino ¡°juguetes rotos¡±, pero Miley Cyrus, a sus 22 a?os, due?a de sus actos y su carrera, defini¨¦ndose a s¨ª misma como una ¡°perra mala¡±, es otra cosa. M¨¢s bien es un juguete de la cultura actual del espect¨¢culo.
Hubo un antes y un despu¨¦s en su carrera profesional. Fue la noche de la gala de los premios MTV en 2013, cuando la cantante puso en el disparadero informativo el twerking, al ejecutarlo por sorpresa ante millones de espectadores. En aquel trascendental momento para la cultura pop de nuestros tiempos ardi¨® Internet, llegando a derrotar a Edward Snowden, el papa Francisco o la guerra de Siria en el discurso informativo en redes sociales y medios online. La elaborada y asombrosa actuaci¨®n de Lady Gaga qued¨® eclipsada por completo por la provocadora aparici¨®n de Cyrus, que pas¨® de estar rodeada de osos de peluche y cubierta con un top infantil a perrear en braga y sujetador con el cantante Robin Thicke entre contoneos y muecas desafiantes. Como escribi¨® la columnista de la revista New Yorker, Sasha Weiss, en esa improvisaci¨®n deliberada, ¡°aliment¨® el frenes¨ª online¡±, haciendo que tuviese m¨¢s inter¨¦s el est¨ªmulo de la respuesta generada que el hecho en s¨ª mismo, y mandando un mensaje a todos: "GIF me now", que se podr¨ªa traducir como ¡°hacedme im¨¢genes con animaciones para internet ahora¡±.
Con sus vestidos estrafalarios, dise?ados por grandes modistas ¡ªalgunos de ellos espa?oles¡ª y que ense?an m¨¢s carne que tapan, a Cyrus le hacen estas im¨¢genes animadas por doquier, parafraseando a Wayne Coyne con el l¨ªquido blanco, como tambi¨¦n son millones de adolescentes los que ven sus v¨ªdeos, consiguiendo que batan r¨¦cords de reproducciones en YouTube, tal y como pas¨® con el de Wrecking ball (m¨¢s de 800 millones de reproducciones), en el que aparece con un poderoso look andr¨®gino con tatuajes y desnuda, tapando, eso s¨ª, convenientemente las partes delicadas seg¨²n la normativa. Es lo mismo que pueden ver sus m¨¢s de 26 millones de seguidores en Instagram, donde acostumbra a compartir, tanto en actitud sensual como de mofa, fotograf¨ªas en topless, aunque insertando digitalmente iconos de animales para tapar sus senos y evitar la censura de la red social.
Es Miley Cyrus. De la imagen angelical de Hannah a la ingobernable de la estrella del pop. Es la destrucci¨®n total de la inocencia infantil y el triunfo de lo irreverente, pero conviene se?alarlo: en un mundo medi¨¢tico hiperestimulado, comercial y banal. Porque su mayor conquista hasta la fecha es ser para muchos tan entretenida como la pornograf¨ªa. Ella es m¨¢s que probable que sea consciente de ello: acaba de anunciar su intenci¨®n de dar un concierto nudista.
El cuerpo como reclamo
La explotaci¨®n de la sexualidad como alarde de poder en el pop es algo que ya legitim¨®, causando gran revuelo, Madonna en los ochenta. Desde entonces, son muchas las estrellas que lo utilizan como reclamo: Beyonc¨¦, Shakira, Rihanna, Britney Spears, Christina Aguilera... Pero ninguna lo ha hecho con el arrojo de Miley Cyrus, que ha sido objeto de estudio en un curso de la universidad de Skidmore, en Nueva York. Hace tiempo que atenta contra lo pol¨ªticamente correcto. Tras su noviazgo con el hijo de Arnold Schwarzenegger, reconoci¨® su bisexualidad y fue pillada bes¨¢ndose con la modelo Stelle Maxwell. Pero son sus desnudos los que la ponen en el ojo del hurac¨¢n. Ante la pregunta de qu¨¦ pensaban sus padres sobre esa actitud, respondi¨®: "Mi padre prefiere que ense?e el pecho y sea una buena persona".
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