Las elecciones m¨¢s imprevisibles
Las urnas est¨¢n hoy abiertas en Argentina en unos comicios que cambiar¨¢n la din¨¢mica pol¨ªtica. Todo indica que nadie podr¨¢ gobernar sin pactar con alg¨²n rival y recobrar¨¢ protagonismo un sujeto ausente en el ciclo kirchnerista: la oposici¨®n
La Argentina se enfrentar¨¢ hoy a las elecciones m¨¢s enigm¨¢ticas de su historia. La excepcionalidad no se debe a la gran incertidumbre que plantea el resultado. Eso ha ocurrido muchas veces. En cambio es dif¨ªcil encontrar antecedentes para una competencia en la que tantas tendencias habituales aparecen desafiadas. Una de esas rarezas: podr¨ªa ser la primera vez que el presidente no es elegido en la primera vuelta electoral. La Constituci¨®n establece una ecuaci¨®n extravagante para el balotaje. Para evitarlo hay que alcanzar el 45% de los votos, o superar el 40%, pero con una ventaja de 10 puntos respecto del segundo. Esta f¨®rmula se hubiera vuelto operativa en 2003, si no fuera porque Carlos Menem se retir¨® de la disputa, allanando el camino a N¨¦stor Kirchner.
Otra peculiaridad es que el 9 de agosto se celebraron primarias obligatorias para los ciudadanos y para los partidos. De ese torneo surgieron los seis candidatos que compiten hoy. Daniel Scioli, del Frente para la Victoria, el partido de la presidenta Cristina Kirchner, que no tuvo rival y sac¨® el 38,67% de los votos. El alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, que se impuso sobre dos competidores. Su coalici¨®n, Cambiemos, obtuvo 30,11% de los votos, de los cuales 24,49% fueron para Macri. Sergio Massa y Jos¨¦ Manuel de la Sota, dos peronistas disidentes, compitieron dentro de la alianza UNA. Massa se impuso con 14,33% sobre el 6,25% de su aliado. De modo que UNA consigui¨® el 20,58%. Margarita Stolbizer, de Progresistas, alcanz¨® el 3,47%. El Frente de Izquierda, trotskista, conquist¨® el 3,25%. El ganador all¨ª fue Nicol¨¢s del Ca?o, con el 1,67%. Adolfo Rodr¨ªguez Saa, de Compromiso Federal, otra variante del peronismo disidente, consigui¨® 2,09%.
Estas primarias, al ser forzosas, se parecen a una elecci¨®n general. Si lo hubieran sido, Scioli estar¨ªa obligado a una segunda vuelta contra Macri porque no super¨® el 40%. Una nueva curiosidad: seg¨²n las encuestas, los n¨²meros del 9 de agosto casi no se han modificado. Sobre todo en el caso de los tres primeros. Scioli sigue estancado en el 39%. Macri, con alrededor del 27%, retiene casi todo el caudal de Cambiemos. Y Massa fideliza a todos los votantes de UNA ubic¨¢ndose en el 20%.
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Si hoy quiere ganar en primera vuelta, Scioli deber¨¢ superar tres grandes dificultades en Buenos Aires, donde ¨¦l es gobernador, y donde el kirchnerismo ha tenido su clientela principal. La primera es que su administraci¨®n all¨ª ha sido muy mediocre. La segunda es que la separaci¨®n de Massa del Frente para la Victoria se produjo en ese distrito. La tercera es que el oficialismo postula en esa provincia a una de las figuras m¨¢s desprestigiadas del pa¨ªs: An¨ªbal Fern¨¢ndez, el jefe de Gabinete de Cristina Kirchner. Fern¨¢ndez es sospechoso de tener v¨ªnculos con el narcotr¨¢fico, lo que motiv¨®, entre otros, un movimiento subterr¨¢neo contra ¨¦l de parte de la Iglesia.
El descr¨¦dito de Fern¨¢ndez imprime otra excentricidad a esta elecci¨®n. Si se tratara s¨®lo de una competencia entre ¨¦l y Mar¨ªa Eugenia Vidal, la candidata bonaerense de Macri, el peronismo gobernante tendr¨ªa una in¨¦dita derrota. Pero el sistema electoral trabaja a favor de Fern¨¢ndez: el voto se emite a trav¨¦s de una boleta en la que figuran todas las categor¨ªas. Los que quieran votar por Scioli, pero no por ¨¦l, deber¨ªan cortar la papeleta. Muchos lo har¨¢n, pero es improbable que sean suficientes para causarle la derrota. Para compensar su d¨¦ficit en Buenos Aires, Scioli debe acudir a la otra gran cantera de votos del peronismo: las provincias del Norte. En esa regi¨®n, donde el empleo p¨²blico y los subsidios determinan el voto, ¨¦l ya obtuvo en las primarias una ventaja sobre Macri de 6,3% de la elecci¨®n nacional. Si la conserva, Scioli deber¨ªa festejarlo, porque el oficialismo ha protagonizado all¨ª algunos esc¨¢ndalos costosos, como el del fraude en los comicios provinciales de Tucum¨¢n.
Para romper la inmovilidad las fuerzas pol¨ªticas rivalizan por un distrito: C¨®rdoba. All¨ª qued¨® disponible el 33% de los votos del gobernador De la Sota, quien qued¨® fuera de carrera al perder frente a su aliado Massa. Los sondeos indican que Massa se llevar¨¢ el 17%. Macri el 10%. Y Scioli el 6%, que representa un 0,5% de la elecci¨®n nacional. Nada despreciable, para una elecci¨®n que se resuelve en el l¨ªmite.
Si se mantienen los resultados de las primarias, habr¨¢ que ir a una segunda vuelta
Sobre esta calma exasperante, los ¨²ltimos sondeos detectaron algunas brisas a favor de Macri. Todos coinciden en que llega a las urnas con 31% de los votos, gracias a que Massa y Stolbizer pierden un par de puntos. Y que el porcentaje de Scioli sigue fijo. Si estos pron¨®sticos se verificaran, la disputa por la presidencia pasar¨ªa al 22 de noviembre. La posibilidad de una segunda vuelta cambia la l¨®gica del juego. La tensi¨®n entre Scioli y la presidenta se volver¨ªa m¨¢s aguda. Ella interpretar¨¢ que su candidato no venci¨® porque se identific¨® a rega?adientes con su administraci¨®n. Scioli pensar¨¢ lo contrario: que debe ir al balotaje porque la se?ora de Kirchner, con sus intervenciones de campa?a, le contamin¨® con su imagen negativa ante los ciudadanos independientes. Otro problema para Scioli es que en noviembre ya no contar¨¢ con la movilizaci¨®n de la formidable maquinaria peronista. Gobernadores, alcaldes y legisladores definir¨¢n su suerte hoy.
Macri tendr¨¢, en una hipot¨¦tica segunda vuelta, un inconveniente principal: ser Macri. ?l corre la suerte de todo l¨ªder de un partido personal. Le siguen por ser quien es. Y le repudian por la misma raz¨®n. Ser¨¢ un desaf¨ªo para ¨¦l encontrar un puente conceptual con quienes hoy voten a Massa, Stolbizer, Rodr¨ªguez Saa o Del Ca?o. Muchos de ellos le ven como una figura exitosa, pero carente de sensibilidad social debido a su trayectoria de empresario.
Las elecciones argentinas tienen dos singularidades que se destacan sobre las dem¨¢s. Con ellas comienza el final de una experiencia extra?a: un grupo con enso?aciones hegem¨®nicas debe abandonar el poder porque su l¨ªder, Cristina Kirchner, no consigui¨® reformar la Constituci¨®n para habilitar una nueva reelecci¨®n. Esa paradoja es inusual, sobre todo cuando se la examina contra el tel¨®n de fondo que ofrecen la Bolivia de Morales, el Ecuador de Correa o la Venezuela de Maduro.
El candidato de ese oficialismo, si triunfara, ya no podr¨¢ aspirar a ese mando casi monop¨®lico que ejerci¨® Cristina Kirchner. Muy simple: ella obtuvo en 2011 el 54% de los votos y super¨® al segundo por 37 puntos. Scioli no alcanzar¨ªa siquiera el 45%. La vida p¨²blica argentina tendr¨¢ otra configuraci¨®n: nadie podr¨¢ gobernar sin acordar con sus rivales. Recobrar¨¢ protagonismo, por tanto, un sujeto ausente durante el ciclo kirchnerista: la oposici¨®n. La otra novedad es que la ola de bonanza sobre la que los Kirchner montaron su ensayo populista est¨¢ agotada. La presidenta dejar¨¢ una econom¨ªa con el 25% de inflaci¨®n, un d¨¦ficit fiscal del 8% del PBI y un Banco Central sometido a una acelerada ca¨ªda de reservas. Una de las razones por las que la elecci¨®n no est¨¢ m¨¢s polarizada es que, salvo el trotskista Del Ca?o, todos los candidatos admiten la necesidad de un ajuste. Por lo tanto, si Scioli es elegido presidente, Argentina estar¨¢ ante un experimento nunca visto: por primera vez el peronismo deber¨¢ pagar la cuenta de su fiesta distributiva.
La presidenta deja una inflaci¨®n del 25%, un d¨¦ficit fiscal de 8% y una acelerada ca¨ªda de reservas
Carlos Pagni es escritor y periodista argentino.
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