1992, el a?o en el que Espa?a subi¨® a primera divisi¨®n
Los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. La Expo de Sevilla. El AVE. Nos pusimos a la cabeza de Europa. ?O fue todo un espejismo?
?Qu¨¦ ocurri¨® en 1903? No mucho. A juzgar por lo poco que ha trascendido, aquel fue de esos a?os que pasan de puntillas por el calendario. En otros, en cambio (1914, 1939, 1945, 1968, 1989¡), parece que se aceler¨® el curso de los acontecimientos, salieron a flote las corrientes subterr¨¢neas de la convulsi¨®n y el cambio y, parafraseando a Winston Churchill, el planeta Tierra produjo m¨¢s historia de la que era capaz de digerir.
Para Alessandro Fabbri, uno de los creadores de la serie de televisi¨®n italiana 1992, el del t¨ªtulo fue uno de esos a?os especialmente fecundos, para bien y para mal. ¡°La Italia moderna hunde gran parte de sus ra¨ªces en acontecimientos ocurridos entonces¡±, argumentaba Fabbri en una entrevista reciente para Hollywood Reporter. 1992 fue, tal y como lo retrata la serie, un a?o de sida, de j¨®venes arribistas sexuales abri¨¦ndose paso en una televisi¨®n cada vez m¨¢s estridente, de tensiones territoriales entre el sur y el norte de Italia. Un a?o, sobre todo, de grandes convulsiones pol¨ªticas desatadas por la Operaci¨®n Manos Limpias, con la que el fiscal de Mil¨¢n Antonio di Pietro destap¨® una trama de corrupci¨®n institucional masiva.
Aquel esc¨¢ndalo fractur¨® el sistema de partidos italiano heredado de la posguerra, empezando por la hegem¨®nica Democracia Cristiana, y dio paso a una Segunda Rep¨²blica Italiana cuya figura dominante ser¨ªa Silvio Berlusconi. Para Jorge Guti¨¦rrez Ch¨¢vez, periodista mexicano que fue corresponsal en Roma y autor del libro Corrupci¨®n en Italia. La muerte de un r¨¦gimen, ninguna frase resume mejor ese periodo que la c¨ªnica m¨¢xima ¡°la corrupci¨®n somos todos¡±, citada en la serie de forma casi literal por uno de los personajes, un veterano pol¨ªtico democristiano refinado y, por supuesto, corrupto. ¡°El perverso binomio pol¨ªtica-corrupci¨®n lleg¨® a tal extremo que los intentos de apuntalar el sistema resultaron in¨²tiles¡±, cuenta Guti¨¦rrez. La crisis acab¨® ¡°con la desaparici¨®n de todos los partidos que hab¨ªan gobernado el pa¨ªs y la salida de escena de toda la clase pol¨ªtica posb¨¦lica¡±. Un desastre, sin duda, que sumi¨® en la perplejidad a los que lo vivieron de cerca. Pero material literario de primera para Fabbri y su equipo de guionistas.
Pero si Italia ten¨ªa motivos para hacer una serie sobre un a?o fundamental para el pa¨ªs, Espa?a no se queda muy atr¨¢s. Fernando Garea, periodista especializado en cr¨®nica parlamentaria, coincide con la tesis de que 1992 pudo ser crucial en muchos aspectos. ¡°Los Juegos Ol¨ªmpicos, la Expo de Sevilla, la crisis econ¨®mica de la segunda mitad del a?o, los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n del pen¨²ltimo gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, la crispaci¨®n pol¨ªtica¡ S¨ª, a medida que lo repaso me voy convenciendo de que fue un a?o muy intenso a nivel informativo¡±. A ¨¦l le toc¨® vivirlo como jefe de la secci¨®n nacional del diario El Mundo (ahora trabaja en El Pa¨ªs). ¡°Tal vez fuese uno de los a?os clave de la ¨²ltima edad de oro del periodismo de investigaci¨®n en este pa¨ªs, cuando las portadas de los diarios alimentaban el debate p¨²blico y hac¨ªan temblar al gobierno. La competencia era tan feroz que unos medios se esforzaban en desmontar las exclusivas de otros, pero creo que entre todos conseguimos contar una parte de la historia que los espa?oles merec¨ªan conocer¡±, recuerda Garea. ¡°De alguna manera nuestro 1992 tambi¨¦n fue un a?o de fin de ciclo, como el italiano¡±.
El a?o que espa?olizamos peligrosamente ¡ª Joaqu¨ªn Estefan¨ªa, que en 1992 era director de El Pa¨ªs, entiende que las placas tect¨®nicas que empezaron a moverse ese a?o lo hicieron, en el subsuelo, al ritmo habitual: ¡°Algo cambi¨® en ese a?o, sin duda, pero no olvidemos que el PSOE de Felipe Gonz¨¢lez volver¨ªa a ganar las elecciones en 1993 y a¨²n gobernar¨ªa hasta 1996. As¨ª que si decimos que en 1992 empieza la agon¨ªa del felipismo estamos hablando de una agon¨ªa muy a c¨¢mara lenta¡±. Estefan¨ªa considera que el 1992 espa?ol vino a ser, en realidad, como dos a?os en uno. ¡°La primera parte, hasta agosto, fue un a?o de apoteosis de la Espa?a moderna que el PSOE llevaba construyendo desde 1982. El pa¨ªs organiz¨® con ¨¦xito unos Juegos Ol¨ªmpicos y una Exposici¨®n Internacional y llev¨® el tren de alta velocidad de Madrid a Sevilla. La prensa internacional hablaba de nosotros como los alemanes del sur. Pero el caso es que nos fuimos de vacaciones orgullosos de nosotros mismos y a la vuelta nos encontramos con un pa¨ªs en recesi¨®n y con los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en las portadas de los peri¨®dicos¡±.
Garea considera que la crisis de 1992 no tuvo consecuencias tan funestas como las de 2008 porque ¡°la situaci¨®n internacional era muy distinta y, adem¨¢s, entonces no se desmantel¨® el estado del bienestar y la red de protecci¨®n social funcion¨® razonablemente¡±. Sin embargo, en aquella crisis pueden rastrearse, en su opini¨®n, algunas de las causas profundas de la que vendr¨ªa despu¨¦s: ¡°En los a?os siguientes apostamos por un modelo productivo que nos permiti¨® crecer a corto plazo, pero que no ten¨ªa unas bases s¨®lidas ni sostenibles¡±. Esto tambi¨¦n forma parte de la herencia envenenada de 1992.
Menos controvertido resulta el recuerdo de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona. Garea no comparte la idea, hoy muy extendida, de que fueron el gran momento de reconciliaci¨®n simb¨®lica entre Catalu?a y una Espa?a que por entonces se proyectaba como moderna y amable. ¡°Supongo que la memoria es selectiva¡±, argumenta, ¡°pero hay an¨¦cdotas que al repasarlas nos hacen pensar que tal vez aquello no fuese tan id¨ªlico. Por ejemplo, si se hizo coincidir la entrada al estadio Ol¨ªmpico del rey Juan Carlos con el himno catal¨¢n, no con el espa?ol, fue para evitarle una pitada que hubiese precedido en varios a?os a la de las ¨²ltimas finales de Copa. El independentismo, o la incomodidad de una parte de los catalanes con Espa?a y con sus s¨ªmbolos, ya estaban ah¨ª. Lo que ocurre es que tal vez por entonces se manejaban estas cosas con algo m¨¢s de imaginaci¨®n o de tacto¡±.
Estefan¨ªa s¨ª cree que los Juegos supusieron un momento de concordia y cooperaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a ¡°que fue bastante m¨¢s all¨¢ de celebrar juntos los triunfos de los deportistas espa?oles¡±. Para Antoni Daimiel, periodista deportivo, aquellos Juegos merecen ser recordados, sobre todo, por la presencia de la mejor selecci¨®n de baloncesto de la historia de Estados Unidos, el c¨¦lebre dream team: ¡°En aquel equipo estaban tres de los integantes del mejor quinteto hist¨®rico de la NBA, Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird. No creo que los tengamos mitificados. Recordamos aquello como algo excepcional porque lo fue¡±.
El futuro tardar¨¢ en llegar ¡ª Tambi¨¦n fue el a?o de la Expo de Sevilla. Estefan¨ªa recuerda que ¡°empez¨® con muy malos augurios, con el hundimiento de la Nao Victoria pocos minutos despu¨¦s de su botadura, algo que algunos vieron como un s¨ªntoma de que Espa?a no daba una a derechas. Sin embargo, fue un ¨¦xito organizativo, reconocida como una de las mejores exposiciones internacionales que se hab¨ªan hecho hasta entonces¡±. Garea considera que hoy tenemos de la Expo un recuerdo ambivalente, ¡°tal vez porque es uno de los primeros s¨ªmbolos de la Espa?a del derroche y el cart¨®n piedra y de la corrupci¨®n en Andaluc¨ªa¡±, pero coincide en que fue un ¨¦xito y que proyect¨® una excelente imagen de la sociedad espa?ola. Adem¨¢s, pese a la pol¨¦mica que suscit¨® ya entonces, tanto Garea como Estefan¨ªa consideran que la decisi¨®n de llevar el primer AVE a Sevilla fue un acierto. ¡°No pod¨ªamos saber que tardar¨ªa tantos a?os en llegar a Barcelona¡±, a?ade Estefan¨ªa. ¡°Pero juzgada en su contexto, fue una buena decisi¨®n, fruto del compromiso de articular Espa?a sin desentenderse del Sur¡±.
El mundo a veces s¨ª es suficiente ¡ª Entre los grandes acontecimientos internacionales que se produjeron aquel a?o, Estefan¨ªa destaca el tratado de Maastricht, la guerra de Bosnia, los disturbios raciales en Los ?ngeles y la victoria de Bill Clinton en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre: ¡°Fue la consagraci¨®n de la llamada Tercera V¨ªa y de esa nueva pol¨ªtica que permitir¨ªa a EE UU crecer al ritmo de un 4% anual durante la siguiente d¨¦cada. Adem¨¢s, fue tambi¨¦n una especie de espaldarazo tard¨ªo al proyecto de izquierda modernizadora y reformista que estaba desarrollando Felipe Gonz¨¢lez. Luego ya sabemos que la socialdemocracia continuar¨ªa centr¨¢ndose hasta perder su esencia, pero en su momento la Tercer V¨ªa parec¨ªa una buena idea¡±.
Han pasado 23 a?os. Garea se recuerda ¡°trabajando mucho, absorbido por la actualidad, pero con tiempo para asistir a conciertos, exposiciones y grandes estrenos, porque si la memoria no me traiciona, aquella fue tambi¨¦n una ¨¦poca de gran efervescencia cultural en Espa?a¡±. Estefan¨ªa se mira en el retrosivor y se ve ¡°mucho m¨¢s joven y conforme con el mundo que me rodeaba. Me sent¨ªa generacionalmente cercano a los que dirig¨ªan el pa¨ªs: hab¨ªamos ido a las mismas universidades, tenido las mismas novias y compartido una idea de Espa?a que iba m¨¢s all¨¢ de la ideolog¨ªa¡±.
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