El islam de las mujeres
Son espa?olas y son musulmanas. Llegaron o nacieron aqu¨ª como hijas de inmigrantes o se convirtieron al islam como un proyecto espiritual de vida Esta es la historia de un grupo de mujeres sin miedo que, sin renunciar a su religi¨®n, est¨¢n orgullosas de ser espa?olas
La cita es en una cafeter¨ªa grande e impersonal pr¨®xima a la Puerta del Sol de Madrid. Toman asiento nueve mujeres espa?olas entre los 17 y los 30 a?os. Todas son universitarias. Hay una m¨¦dica, una abogada, un par de periodistas y psic¨®logas y otras que a¨²n permanecen en las aulas de Medicina, Arquitectura o Derecho. Todas son musulmanas. Todas llevan el pa?uelo isl¨¢mico, el hiyab, sobre una capucha de tejido el¨¢stico que cubre su cabello, cuello y orejas, y deja al descubierto el estricto ¨®valo de la cara sin rastro de maquillaje. Ellas responden, con iron¨ªa y fastidio, como si fuera una pregunta que han tenido que contestar demasiadas veces, que no, que nadie les obliga a llevarlo; que detr¨¢s de cada pa?uelo no hay un padre autoritario, un imam radical o un marido opresor. ¡°Est¨¢ nuestra creencia e identidad. ?Cree que aceptar¨ªamos una religi¨®n que nos oprimiera? No somos tan tontas. Vivimos en un Estado de derecho¡±, afirma Dina, de 23 a?os, estudiante de Medicina.
¡°Y en el caso de que fu¨¦ramos tan tontas para meternos en ese infierno, lo l¨®gico es que la gente nos compadeciera, nos tratara bien y no nos mirara con odio o nos negara un puesto de trabajo por llevar velo¡±. La conversaci¨®n es intensa. Est¨¢n orgullosas de su religi¨®n. Y son buenas en la dial¨¦ctica. No dan un paso atr¨¢s. Confiesan que entre ellas el debate es continuo y se extiende a colectivos de musulmanas en todo el mundo a trav¨¦s de las redes sociales. Es su arma para desentra?ar la realidad de sus creencias. Y el rol de la mujer en el islam. Por primera vez en siglos. Quiz¨¢ desde el papel protagonista de Aisha, la segunda mujer del profeta Mahoma, hace 1.400 a?os. Guerrera, pol¨ªtica y jurisconsulta, con una personalidad que ensombrec¨ªa la de los compa?eros del profeta, junto a los que rezaba sin celos¨ªas, es el icono de mujer que reivindican las musulmanas m¨¢s avanzadas: el s¨ªmbolo de la lucha por sus derechos y por la justicia social en un marco espiritual isl¨¢mico.
El cor¨¢n me da unas claves que debo adaptar al momento que vivo
Las mujeres musulmanas espa?olas que han hablado para este reportaje han ido escalando en el conocimiento de su religi¨®n desde una base cultural m¨ªnima heredada de unos padres inmigrantes, generalmente marroqu¨ªes, sin estudios, que durante tres d¨¦cadas han estado m¨¢s preocupados por sacar adelante a sus familias en la di¨¢spora que de profundizar en el Cor¨¢n, m¨¢s all¨¢ de la religiosidad popular y las reglas tribales machistas.
Para los musulmanes de primera generaci¨®n en Espa?a, la religi¨®n era un ¨²til recurso coercitivo cuando sus hijas quer¨ªan salir por la noche o ir a la piscina. Ante la duda, su respuesta era invariable: ¡°El islam no lo permite¡±. ¡°Se escudaban en la religi¨®n para educarnos porque no sab¨ªan qu¨¦ respuesta darnos lejos de la comunidad de origen¡±, relata Najat Driouech, de 34 a?os, que lleg¨® con 9 a Catalu?a (se puso el velo a los 28); licenciada en Filolog¨ªa ?rabe y con una larga carrera de mediadora en temas de g¨¦nero e islam, que la ha llevado a dar conferencias en Bruselas y EE UU y que confirma la efervescencia religiosa entre las musulmanas en los ¨²ltimos a?os. ¡°Yo tuve m¨¢s informaci¨®n del islam en primero de carrera que en toda mi vida anterior. Cuando comenc¨¦ a estudiar (por ejemplo, el libro de Dolors Bramon Ser mujer y musulmana), comprob¨¦ que no ten¨ªa nada que ver con lo que nos hab¨ªan ense?ado. Que no dec¨ªa nada de quedarse en casa. El islam debe ser el que t¨² estudies e interpretes. El que sientas. Y ah¨ª no hay sitio para la discriminaci¨®n¡±.
¨C?Es usted feminista?
¨CCien por cien. Pero no creo en las feministas que quieren salvarnos y piensan que somos unas esclavas.
¨C?El pa?uelo es obligatorio?
¨CLo decides t¨². Y si te lo pones¡ sabes que no vas a ascender en tu trabajo.
La explosi¨®n comenz¨® cuando esa segunda generaci¨®n de mujeres creci¨®, se lo puso y sali¨® a la calle. Un pa?uelo que no siempre era religioso; pod¨ªa ser est¨¦tico, identitario, pol¨ªtico, contestatario o de tribu urbana. Pero era una llamada de atenci¨®n. Ellas exist¨ªan. Reivindicaban su religi¨®n. No eran incultas ni sumisas. Y quer¨ªan ser aceptadas como eran: musulmanas y espa?olas. ¡°El conflicto del islam femenino empieza con nuestra generaci¨®n, con nuestra visibilidad¡±, explican. ¡°Nuestros padres eran discretos. Nuestras madres no iban cubiertas. Estaban atrapados en su condici¨®n de inmigrantes, muchas veces sin papeles; viv¨ªan la religi¨®n escondidos. El problema llega cuando nosotras, la segunda generaci¨®n, que ya somos de aqu¨ª, empezamos a estudiar y a tocar temas religiosos. Y a ver los errores y contradicciones. Todav¨ªa no tenemos un excesivo conocimiento de la jurisprudencia y nos mordemos la lengua. Pero estamos en ese camino. En cualquier caso, m¨¢s que los musulmanes de nuestra edad¡±.
Estas j¨®venes muestran tambi¨¦n sus contradicciones. Llevan vaqueros ce?idos y zapatillas Vans y Converse; utilizan expresiones como ¡°flipar¡± o ¡°estar rallada¡±, pero usan estrictos ba?adores propios del siglo XIX y se niegan a hacer deporte sin ch¨¢ndal. Son las aristas sociales adheridas a su religi¨®n. Quiz¨¢ el fruto de una educaci¨®n isl¨¢mica confiada en Espa?a por unos padres agobiados de trabajo a los oratorios dirigidos por los estrictos Hermanos Musulmanes y las mezquitas rigoristas, como la madrile?a de la M-30, o televisiones como C¨®rdoba Internacional, financiados por Arabia Saud¨ª y que propagan un islam al¨¦rgico a la innovaci¨®n. Y a telepredicadores del Golfo, con una respuesta mis¨®gina para cada pregunta, por absurda que pueda parecer. Es el califato digital, que tiene sentencias para todo: ?Puede una musulmana comer un pl¨¢tano? ?Tomar chicle? ?Usar gafas de sol? ?Aplicarse crema corporal? ?Bailar? ?Usar perfume? ?Comer con los hombres? ?Ser barrendera o polic¨ªa? Y as¨ª sucesivamente.
Para ser una religi¨®n que sus fieles exaltan como carente de dogmas y jerarqu¨ªas, sin mandamientos ni sumo pont¨ªfice, uno se encuentra, por el contrario, a lo largo de este reportaje demasiados cors¨¦s en el islam y demasiados administradores de justicia infalibles que dicen basarse en el Cor¨¢n (la revelaci¨®n de Dios) y los hadiz (los dichos y hechos ejemplares del profeta) para justificar su juicio. Habitualmente mis¨®gino. Anclado en un pasado que nadie parece cuestionarse. ¡°Todo lo contrario a la obligaci¨®n de un musulm¨¢n o musulmana, que es el iytihad, el esfuerzo por hacer una interpretaci¨®n personal, libre y cr¨ªtica del Cor¨¢n¡±, aclara Sara Azrak, de 27 a?os, fil¨®loga inglesa, casada, sin hijos ni velo. ¡°Yo tengo el Cor¨¢n y me da unas claves que debo adaptar al momento en que vivo. El islam se adapta a cualquier entorno. Es un modo de vida. Pero el islam pol¨ªtico, el que rechaza todo lo occidental, ha traducido el Cor¨¢n y la tradici¨®n en dogmas; en algo incapaz de adaptarse. Y adaptarse no es dejar de rezar ni hacer lo que te d¨¦ la gana. Sino tener sentido com¨²n.
El islam debe ser el que t¨² decidas e interpretes. el que t¨² sientas
Muchas musulmanas est¨¢n buscando respuestas en el planeta parab¨®lica, repleto de barbudos y mujeres tapadas hasta los ojos porque se emite desde Oriente Pr¨®ximo, y salen a¨²n m¨¢s confundidas. Lo que tienen que hacer es comparar distintas fuentes. La educaci¨®n es lo ¨²nico que puede liberarnos a las mujeres¡±. Algo que tuvieron en cuenta las madres (inmigrantes) de la mayor¨ªa de las musulmanas de este reportaje, que lucharon porque accedieran a la Universidad contra viento y marea, desde la catalana de origen paquistan¨ª Komal Naz, de 22 a?os, graduada en Humanidades, hasta la espa?ola de origen marroqu¨ª Ramia Chaoui, de 21 a?os, graduada en Direcci¨®n de Empresas; o Sokayna Driouech, de 32, graduada en Enfermer¨ªa; o Zoubida Barik, de 45, abogada.
El joven imam Mohamed Said Alilech es una de esas estrellas televisivas conservadoras; dirige una mezquita en el extrarradio de Madrid y lanza sus sermones a trav¨¦s de la Red. Para Alilech, nacido en T¨¢nger, experto en jurisprudencia, en un excelente estado de forma y ataviado con un ajustado polo de manga corta, ¡°el velo es obligatorio, lo dice el Cor¨¢n; no podemos inventar otra cosa. No se puede evolucionar lo del velo y la vestimenta recatada de la mujer. Son fundamentos que hay que conservar hasta el Juicio Final. Son textos un¨ªvocos que solo tienen una lectura¡±.
¨C?Qu¨¦ opina del feminismo isl¨¢mico?
¨CFeminismo para que tengan voz, s¨ª; para que puedan liderar o inventarse cosas, no. No se pueden poner en duda los textos del velo. Y la mujer tampoco puede dirigir la oraci¨®n con hombres. Ni tener contacto f¨ªsico. Eso lo digo yo jur¨ªdicamente. Me r¨ªo del feminismo isl¨¢mico. Eso son cuentos de mujeres conversas.
En esa l¨ªnea de conducta, estas j¨®venes musulmanas reunidas en el coraz¨®n de Madrid muestran rasgos de rigorismo como no dar la mano a su interlocutor. Pero a continuaci¨®n se enredan en una firme batalla dial¨¦ctica, mirando a los ojos, polemizando, intentando derribar la mala imagen que arrastra el islam desde los atentados de 11 de septiembre de 2001; denunciando el sufrimiento de los palestinos; describiendo el mal trato informativo que sufre, seg¨²n ellas, el colectivo musulm¨¢n. No se cortan. Exudan b¨²squeda. Quieren romper con el monopolio interpretativo de los ulemas, jeques e imames de pa¨ªses ¨¢rabes que poco tienen que ver con el suyo. Pretenden releer las fuentes del islam en perspectiva de g¨¦nero. Dilucidar si cuando, en la aleya 4,34 del Cor¨¢n, el profeta Mahoma sentenciaba de parte de Al¨¢ (seg¨²n la edici¨®n del libro sagrado con el que Arabia Saud¨ª ha inundado el mundo) lo siguiente: ¡°Aquellas cuya rebeld¨ªa tem¨¢is, amonestadlas, no os acost¨¦is con ellas; pegadlas¡±, alguien dedujo eso (de entre los 25 posibles sentidos que en ¨¢rabe tiene la palabra que ellos interpretan como pegar) con el ¨²nico objetivo de fortalecer el control sobre la mujer y justificar esa discriminaci¨®n en la palabra de Dios.
En Espa?a hay dos millones de musulmanes. En 1992 apenas hab¨ªa 100.000
Tienen tambi¨¦n rasgos de inocencia; son conscientes de sus contradicciones; se terminan partiendo de risa entre rubores cuando describen c¨®mo su religi¨®n impregna cada momento de su vida.
¨C?Por ejemplo?
¨CNo hacemos cosas que consideramos haram (algo que un musulm¨¢n no puede realizar): colarte en el metro, copiar en un examen, cruzar en rojo, maltratar a un animal, bajarte una peli ilegalmente o no pagar impuestos.
Permanecen solteras. Y no tienen prisa en dejar de estarlo. Una revoluci¨®n en el islam, donde casarse joven es la regla. Y la solter¨ªa no se contempla. El imam Alilech sentencia: ¡°Est¨¢ mal visto no casarte. Hay que hacerlo lo antes posible. As¨ª puedes disfrutar de tu sexualidad¡±. Por el contrario, una de nuestras interlocutoras, Sara Kourtam, de 24 a?os, estudiante de Filosof¨ªa, nos entrega un texto revelador sobre las nuevas corrientes del islam femenino elaborado por una de sus te¨®logas de moda, Maryam Amirebrahimi, formada en la Universidad de California (UCLA) y la prestigiosa isl¨¢mica egipcia de al-Azhar, titulado Ser esposa y ser madre no son las ¨²nicas v¨ªas.
Amirebrahimi, que evolucion¨® del rigorismo saud¨ª (¡°me convert¨ª en una mujer encerrada y que viv¨ªa en un constante miedo psicol¨®gico de convertirse en una tentaci¨®n para los hombres¡±) a embarcarse en la busca de una conciencia femenina isl¨¢mica a trav¨¦s del estudio de las fuentes originales de su religi¨®n, abandera un feminismo moderado en boga en EE UU. Un pa¨ªs en la vanguardia teol¨®gica de la liberaci¨®n de la mujer musulmana, con referencias intelectuales que vuelan por la Red, como la profesora y diplom¨¢tica Asma Barlas, la investigadora Carmen del R¨ªo o Amina Wadud (la primera mujer que ofici¨® de imama; en 1999 dirigi¨® el rezo del viernes ante una audiencia de hombres y mujeres que se inclinaron hacia La Meca codo con codo, algo considerado herej¨ªa por los rigoristas, y que repiti¨® en Barcelona en 2005). Entre las p¨¢ginas m¨¢s destacadas de esta corriente de pensamiento y liberaci¨®n est¨¢ Sisters In Islam. Sus seguidoras hablan de ¡°yihad de g¨¦nero¡±.
M¨¢s cerca que las americanas, tambi¨¦n musulmanas, afincadas en C¨®rdoba y muy activas en la Red, se encuentran la profesora Natalia And¨²jar y su compa?era, la trabajadora social e inspiradora de la Uni¨®n de Mujeres Musulmanas de Espa?a, Laura Rodr¨ªguez Quiroga (organizadoras de los congresos internacionales de Feminismo Isl¨¢mico). Su activismo espiritual es compartido en Catalu?a por Eva, Almudena y otras sabias que piden no ser fotografiadas y que no figure su apellido (¡°por miedo a las represalias de los rigoristas¡±), que dan vida a la web Alkalima, ¡°con la que hemos creado un punto de encuentro en torno al feminismo isl¨¢mico. Hasta ahora solo hab¨ªa webs rigoristas, de las monarqu¨ªas del Golfo; ?qui¨¦nes son esos t¨ªos barbudos para juzgarnos? Nosotras, sin un euro, estamos realizando un trabajo de traducci¨®n de textos del ¨¢rabe y de interpretaci¨®n de los mismos en clave de g¨¦nero, para transmit¨ªrselo a las mujeres de todo el mundo¡±.
Una tarea similar est¨¢ realizando otra musulmana, Tamara Sebasti¨¢n, inmersa en catalogar y crear una base de datos de todos los libros del islam en castellano, adem¨¢s de traducir otros t¨ªtulos clave del ingl¨¦s y el franc¨¦s, ¡°para que cualquier mujer que quiera aprender sepa de qu¨¦ corriente ideol¨®gica es ese texto y por qui¨¦n y d¨®nde se ha escrito. Puede ser muy ¨²til para los hijos de inmigrantes que se est¨¢n informando en sitios extremistas de Facebook¡±. Seg¨²n Eva, ¡°cuando me encuentro con p¨¢ginas de musulmanes que llaman al terrorismo, lo pongo directamente en conocimiento de la polic¨ªa¡±.
Este c¨ªrculo de propagandistas que buscan un islam abierto e inclusivo se completar¨ªa con dos religiosos, Hussein Labrass, un imam progresista de Canarias que est¨¢ investigando las fuentes del islam y extendi¨¦ndolas por YouTube, y el imam americano John Ederer, que est¨¢ trabajando en la interpretaci¨®n de los textos sagrados en clave de g¨¦nero, buscando una lectura diferente de los mismos, y que recientemente public¨® el texto Sabias y predicadoras en el islam, que inclu¨ªa esta reflexi¨®n: ¡°Para el musulm¨¢n, la actitud correcta no es resistir ni rechazar la modernidad, sino aceptarla con nuestra ley divina¡±. En ese marco se encontrar¨ªa tambi¨¦n el colectivo Musulmanes por la Paz, cercano a Podemos, que re¨²ne bajo un mismo techo a las dos ramas principales (y enemistadas desde hace 1.400 a?os) del islam: chi¨ªes y sun¨ªes. Para uno de sus inspiradores, Julio Gonz¨¢lez, ¡°el islam se ha utilizado como forma de represi¨®n. Lo sagrado son los cinco pilares y el resto es costumbre que hay que evolucionar¡±.
Sara Kourtam y el resto de las musulmanas de nuestra reuni¨®n en Madrid son conscientes de que seguir solteras supone renunciar al sexo. ¡°Puedes tener novio, pero sin contacto f¨ªsico. Cuesta. Somos humanas y nos apetece y sentimos deseo. Pero tienes que controlar tus instintos. El sexo fuera del matrimonio es pecado grave. Los t¨ªos que hagan lo que quieren; nosotras lo hacemos por Dios, no porque un t¨ªo nos obligue¡±.
A continuaci¨®n aclaran que jam¨¢s contraer¨¢n matrimonio por contrato o conveniencia. ¡°Ni porque se nos pase el arroz¡±. Sin embargo, cuando llegue el momento, ser¨¢ con un musulm¨¢n. Sin dudarlo. Una convicci¨®n que han repetido una veintena de musulmanas espa?olas a lo largo de este reportaje. La ley isl¨¢mica lo impone, aunque no a los hombres (algo que algunas te¨®logas isl¨¢micas comienzan a poner en cuesti¨®n, como la obligatoriedad del velo o la ausencia de mujeres en las mezquitas). ¡°Para m¨ª no es un problema casarme con un musulm¨¢n. Nunca me he planteado lo contrario. La religi¨®n determina lo que hago; es mi forma de ser y de vivir; y ser¨ªa imposible hacerlo con un hombre que no compartiera lo que a m¨ª m¨¢s me importa.
Pero tampoco me voy a casar porque me lo impongan o est¨¦ bien visto. Ni de broma. Mis padres han sido los primeros en meternos en la cabeza a las tres hermanas que ten¨ªamos que estudiar y no depender de nadie¡±, explica Noha el ?Haddad, de 27 a?os, doctora en el hospital de Alcal¨¢ de Henares. ¡°Yo no vivo confundida entre varios mundos. Soy mujer, espa?ola y musulmana. Y no tengo que renunciar a ninguna de mis identidades. Nuestra identidad religiosa es musulmana, y la nacional y cultural, espa?ola. Vivo en una sociedad democr¨¢tica. Creo en la Constituci¨®n y los derechos humanos. No me gusta la actitud paternalista y protectora que proyecta muchas veces el islam hacia la mujer. Dios nos ha creado con las mismas facultades; las mujeres somos libres y fuertes; tenemos los mismos derechos y obligaciones; nunca ir¨ªa con un hombre que no me valorara o me tratara como una menor¡±.
¨C?Se considera feminista?
¨CNo hay solo un feminismo. No est¨¢n solo las radicales de Femen. Nosotras tenemos pechos, pero tambi¨¦n cabeza. Me considero feminista porque defiendo a la mujer y sus derechos. Y soy musulmana. Y me gustar¨ªa que se recuperaran las libertades que ten¨ªa la mujer en el islam primigenio, no lo que ha venido a continuaci¨®n, cuando la religi¨®n se ha mezclado con tradiciones machistas. No hay por qu¨¦ imitar a Marruecos o Arabia Saud¨ª¡±.
La mayor¨ªa nacieron en Espa?a o llegaron aqu¨ª de ni?as. Varias estudiaron en colegios de monjas. Todas son de origen marroqu¨ª. Forman parte de la Asociaci¨®n de Chicas Musulmanas de Espa?a (Achime). Un lugar donde una joven espa?ola, seguidora del islam, con estudios e inquietudes religiosas y sociales, puede relacionarse con mujeres de su perfil, avanzar en el estudio de su religi¨®n desde un punto de vista femenino ¡°y con un autodidactismo responsable y compartido¡±, al margen de los centenares de federaciones, asociaciones, comunidades y mezquitas dirigidas por hombres (casi siempre extranjeros) y ligadas a posiciones pol¨ªticas de Marruecos, Siria o Arabia Saud¨ª. ¡°Vamos por libre. Queremos encontrar el camino. Buscar el islam de nuestro pa¨ªs¡±.
En Espa?a hay en torno a dos millones de musulmanes (de los 25 millones de la UE), de los que m¨¢s de la mitad ser¨ªan ya espa?oles; m¨¢s de 1.100 mezquitas y oratorios, y unas 2.000 comunidades. En 1992 apenas hab¨ªa 100.000 musulmanes. Es un colectivo heterog¨¦neo, surgido de la inmigraci¨®n y con una enorme pluralidad de or¨ªgenes, culturas, lenguas y tradiciones. La representaci¨®n institucional de ese complejo grupo humano ha sido siempre complicada, con una enorme divisi¨®n pol¨ªtica en la punta de la pir¨¢mide, entre los Hermanos Musulmanes, el r¨¦gimen marroqu¨ª, la oposici¨®n isl¨¢mica tambi¨¦n marroqu¨ª de Justicia y Caridad y los espa?oles conversos al islam, procedentes en su mayor¨ªa del antifranquismo; y con los Gobiernos saud¨ª, iran¨ª y marroqu¨ª y sus respectivos servicios secretos repartiendo dinero a unos u otros en funci¨®n de los intereses pol¨ªticos de cada momento.
Ese escenario fragmentado ha provocado una ausencia total de interlocuci¨®n con el Estado. Y un profundo desconocimiento mutuo, que el actual Gobierno pretende solucionar tomando el control de la inoperativa Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a (CIE), la instituci¨®n que, desde 1992, tendr¨ªa que haberse ocupado de la interlocuci¨®n de la comunidad musulmana (en temas empantanados como la educaci¨®n, la financiaci¨®n, los cementerios o la asistencia en las prisiones) con el Ejecutivo. Y poner al frente a una persona de su completa confianza.
El incombustible m¨¦dico septuagenario sirio Riay Tatary, cercano a los Hermanos Musulmanes, cabeza visible del movimiento isl¨¢mico en Espa?a desde 1971. Para muchos de ellos se trata de un golpe de mano, ¡°es como si el Gobierno espa?ol se metiera en lo que hace la Conferencia Episcopal, la interviniera y ?pusiera o quitara a su responsable¡±, explica Mounir Benjelloun, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Entidades Religiosas Isl¨¢micas (FEERI), que en 2012 cont¨®, por primera vez en la historia del islam en Espa?a, en su ejecutiva con cinco musulmanas: Natalia And¨²jar, Zoubida Barik, Amparo S¨¢nchez, Isabel Romero y Tamara Sebasti¨¢n. Si el Gobierno coloca a Tatary como omn¨ªmodo presidente del islam espa?ol, ser¨¢ el fin de esa alentadora cuota femenina.
La capital del feminismo isl¨¢mico en Espa?a est¨¢ en C¨®rdoba. Aqu¨ª viven y trabajan tres de las mujeres m¨¢s activas del islam de las mujeres, Isabel Romero, Natalia And¨²jar y Laura Rodr¨ªguez. Son conversas, no llevan velo, tienen estudios superiores, se sit¨²an pol¨ªticamente a la izquierda y est¨¢n entre los 40 y los 50 a?os. Han dirigido asociaciones de musulmanes en Catalu?a, el Pa¨ªs Vasco y Andaluc¨ªa. Algo que Isabel Romero contin¨²a haciendo como presidenta de Junta Isl¨¢mica, una de las m¨¢s antiguas y prestigiosas de Espa?a, fundada en 1989 por conversos espa?oles organizados en torno a Mansur Escudero, fallecido en 2010.
Las tres luchan por un islam espa?ol, ¡°normalizado, contempor¨¢neo, basado en los derechos humanos y sin extranjeros al frente; que no sea mis¨®gino, jerarquizado ni vertical; sin dogmas ni mediadores¡±. Un islam donde se pueda hacer la plegaria en espa?ol, las mujeres est¨¦n al frente del rezo y, sobre todo, que pueda servir de puente entre esta sociedad y los inmigrantes y las segundas generaciones. Su camino no ha sido f¨¢cil. Comenzaron su andadura pr¨®ximas al rigorismo. Cubiertas y sumisas. Como explica And¨²jar, ¡°el primer paso de muchas conversas es la sobreadaptaci¨®n: ser m¨¢s musulmana que las musulmanas. Es un mecanismo de defensa por miedo a que te rechacen. Implica un sobreesfuerzo para agradar a los dem¨¢s, para cumplir ¡®con el ideal de perfecci¨®n que se espera de m¨ª¡¯. Cuando te conviertes al islam en Espa?a no tienes d¨®nde mirar. Y te arabizas; te vistes como una marroqu¨ª. Hay una confusi¨®n entre islamizarse y arabizarse. Y despu¨¦s vas pasando del cl¨ªmax a la depresi¨®n. Esa sobreadaptaci¨®n nos da alergia. Estamos demostrando que se puede entender el islam de otra forma. Sin embargo, el termino feminismo a¨²n da miedo a las musulmanas¡±. ¡°Vivimos el islam como una energ¨ªa de vida; no como un guardi¨¢n de la moralidad obsesionado por el cuerpo de la mujer y el largo de tu falda. Yo concibo a Dios como una mujer; como un ¨²tero, porque da la vida¡±, recalca Isabel Romero.
Su evoluci¨®n las ha llevado a ser atacadas a babor y estribor. Como explica Laura Rodr¨ªguez, ¡°para los rigoristas somos innovadoras, intoxicadas por Occidente y herejes; para la derecha, traidoras a la patria, y las feministas agn¨®sticas nos niegan toda visibilidad. Piensan que como feminista no puedes ser musulmana y como musulmana no puedes ser feminista. Nos dan por todos los lados¡±.
Las tres han demostrado que hay vida fuera del islam establecido por las asociaciones y las embajadas ¨¢rabes. Isabel preside el Instituto Halal, un centro de certificaci¨®n de calidad de productos aptos para el consumo de los musulmanes (que no contengan, por ejemplo, alcohol o grasas porcinas), que se ha convertido en la referencia internacional y ya certifica a m¨¢s de 300 empresas de alimentaci¨®n, cosm¨¦tica y hosteler¨ªa. Y adem¨¢s practica una ingente labor editorial y educativa. Su estilo de vida, de vestir y relacionarse puede ser un buen ejemplo para las musulmanas espa?olas. ¡°Buscamos un islam inclusivo en una Espa?a diversa, que se reconcilie con su historia; un islam de aqu¨ª¡±.
Cae la tarde en Madrid. Las mujeres de Achime enfilan el parque del Retiro para realizar la oraci¨®n de la tarde. La despedida es r¨¢pida. Cuando se les pregunta c¨®mo les gustar¨ªa ser percibidas por la sociedad, su lista es inagotable. Se puede resumir en cuatro ideas: ¡°Nuestra identidad es musulmana y espa?ola. Queremos mejorar esta sociedad a trav¨¦s del voluntariado y la participaci¨®n. Buscamos un empoderamiento firme y activo de la mujer musulmana en Espa?a. Y si una musulmana no quiere que la enga?en, que estudie. Y ya nadie podr¨¢ decirle que se quede en casa¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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