Quijotes catalanes
Los separatistas se han encerrado en su mundo y parecen hablar un lenguaje propio sin relaci¨®n con el exterior
Es muy sorprendente que la aventura de un hidalgo manchego enloquecido por lecturas fant¨¢sticas sea uno de los libros m¨¢s publicados en todas las lenguas a lo largo de la historia. El reconocimiento universal indica que el idealismo ciego siempre ha existido y existir¨¢. Para muchos, es dif¨ªcil ajustar sus intenciones elevadas a la dura realidad. En ingl¨¦s existe el adjetivo quixotic y en italiano donchisciottesco para designar personas o proyectos excesivamente so?adores. En 1934 Thomas Mann, cansado de la intolerancia del fascismo, eligi¨® Don Quijotecomo lectura a bordo en su viaje a Estados Unidos, y despu¨¦s escribi¨® que Cervantes hab¨ªa retratado como nadie esa b¨²squeda de ideales imposibles.
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Alonso Quijano estaba loco no porque sus prop¨®sitos fuesen extravagantes, al contrario, eran nobles y admirables; su fallo era la escasa adecuaci¨®n entre medios y fines. Sab¨ªa d¨®nde quer¨ªa llegar, pero err¨® en el camino, la caballer¨ªa andante. Esta y otras historias de Cervantes, como su rico Persiles, est¨¢n llenas de una luz deslumbrante que permite dibujar situaciones y personajes exagerados. El manco aventurero no fue un escritor castellano de interior, sino m¨¢s bien mediterr¨¢neo, y su pluma comunica la fluidez del mar y sus cambios de humor. Como Bosc¨¢n y Garcilaso 50 a?os antes, hab¨ªa sido militar y vivido en Italia. Tambi¨¦n luch¨® en batallas navales y fue hecho preso para ser cautivo en Argel cinco largos a?os. Cervantes apreciaba urbes como Barcelona y Valencia y sus caracteres pasan de caminos pedregosos a embarcar en playas del Mediterr¨¢neo con gran naturalidad.
Pocos ejemplos actuales m¨¢s expresivos de quijotismo podemos encontrar que el de los soberanistas catalanes. Ellos se han encerrado en su mundo y parecen hablar un lenguaje propio que no tiene relaci¨®n con el exterior. Los Sancho Panza que habitan junto a ellos, en las mismas ciudades y en los mismos bloques de pisos, son mentes simples que no comprenden la grandeza de su empresa. Las advertencias de sensatez que vienen de las autoridades europeas o de Estados Unidos, modelos de democracia, son voces lejanas que no encajan con su ideal, por lo que siguen cabalgando sin atender la llamada. Las leyes del Estado, que ellos contribuyeron a levantar, no son molinos de viento sino gigantes contra los que hay que pelear. Los soberanistas dicen que no quieren ser espa?oles, pero sin duda son esp¨ªritus cervantinos.
El prop¨®sito de los soberanistas es tan respetable como otros objetivos pol¨ªticos. En una sociedad libre y abierta todos pueden defender sus ideas, siempre que no atenten contra los derechos humanos y no perjudiquen a los dem¨¢s. El problema son los m¨¦todos. La ¡°desconexi¨®n democr¨¢tica, masiva, sostenida y pac¨ªfica con el Estado espa?ol¡± que quieren los independentistas introduce cuatro ep¨ªtetos para dulcificar la idea de desconexi¨®n. Falta el adjetivo unilateral. Este m¨¦todo de separaci¨®n a una banda es quijotesco y conduce al desastre, con el caballero por los suelos y graves da?os en los aposentos, porque cualquiera que conozca la pr¨¢ctica internacional reciente sabe que las secesiones unilaterales provocan problemas insolubles referidos a multitud de cuestiones como la administraci¨®n, el orden p¨²blico, el territorio, las finanzas, la nacionalidad, las cuentas y los bienes p¨²blicos. A?os de disputas y rencor. Pero los soberanistas ignoran los riesgos comprobados. Un rasgo muy estudiado del Quijote es su construcci¨®n paralela de la realidad. De tanto leer libros de caballer¨ªas crey¨® que el mundo era como ¨¦l quer¨ªa que fuese y no como era en verdad.
El hombre no era un loco peligroso. Los males que causaba eran producto de su idealismo incontrolado
La figura del Quijote generaba en sus contempor¨¢neos una reacci¨®n entreverada de sorpresa, guasa y simpat¨ªa. El hombre no era un loco peligroso, hablaba bonito y ten¨ªa momentos de lucidez. Los males que causaba eran producto de su idealismo incontrolado. Pero no pudo realizar su prop¨®sito. Con m¨¦todos m¨¢s discretos y menos desquiciados, otros hicieron un poco mejor el mundo, pero ¨¦l pas¨® como una an¨¦cdota para ense?arnos.
En el cap¨ªtulo 64 de la segunda parte, don Quijote es vencido en las playas de Barcelona por el Caballero de la Blanca Luna, que no es otro que su paisano Sans¨®n Carrasco. ¡°Si muchos pensamientos fatigaban a don Quijote antes de ser derribado, muchos m¨¢s le fatigaron despu¨¦s de ca¨ªdo¡±. Sin embargo, aquella derrota le permiti¨® recuperar la cordura, hablar un lenguaje sabio y conocer de nuevo a sus amigos.
Mart¨ªn Ortega Carcel¨¦n es profesor de Derecho Internacional en la Universidad Complutense de Madrid.
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