Ng?g? wa Thiong'o, el luchador incansable
Podr¨ªamos haber hablado de este escritor keniata las semanas pasadas cuando las sempiternas apuestas le se?alaban, una vez m¨¢s, como firme candidato al premio Nobel de Literatura. O tambi¨¦n los d¨ªas posteriores al anuncio del nombre de la ganadora (el de la periodista bielorrusa Svetlana Alexijevich), cuando se desplom¨® una vez m¨¢s la oportunidad de que se le concediera el premio a uno de los m¨¢s grandes escritores del continente africano (ya pas¨®, sobre todo, con Chinua Achebe y tambi¨¦n con Assia Djebar, y puede volver a pasar con Nawal El Saadawi o con ¨¦l mismo).
Sin embargo, es ahora con la traducci¨®n de un nuevo libro suyo (y una reedici¨®n de su obra El brujo del cuervo), al albur de su eterna nominaci¨®n al Nobel, que re¨²ne cuatro conferencias escritas entre 1981-1985 (y en el que se echa en falta un pr¨®logo del escritor a d¨ªa de hoy) agrupadas bajo el descriptivo t¨ªtulo de Descolonizar la mente (Editorial Debolsillo, 2015), cuando parece m¨¢s propicio repasar su narrativa a partir de sus propias reflexiones y opiniones. Pero, ?por qu¨¦ recuperar un texto de hace m¨¢s de treinta a?os sobre la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica en las literaturas africanas, ¡°aparentemente solo de inter¨¦s para especialistas¡±, tal y como afirma Marta Sof¨ªa L¨®pez, tambi¨¦n autora de la traducci¨®n, en el pr¨®logo?
Descolonizar la mente es el fruto de un largo debate sobre en qu¨¦ lengua se debe de escribir la literatura africana, que contin¨²a hoy en d¨ªa. El escritor argumenta que la asunci¨®n del lenguaje del colonizador supuso aceptar su visi¨®n del mundo; ¡°La lengua fue el veh¨ªculo m¨¢s importante mediante el cual el poder fascin¨® y atrap¨® el alma¡±. Para ¨¦l cualquier lengua posee un doble componente, en cuanto medio de comunicaci¨®n pero tambi¨¦n como veh¨ªculo de la propia cultura. Es un elemento crucial de la propia identidad. As¨ª, ¡°El control pol¨ªtico y econ¨®mico no puede ser total ni efectivo sin el dominio de las mentes. Controlar la cultura de un pueblo es dominar sus herramientas de autodefinici¨®n en relaci¨®n con otros". Pero el libro habla tambi¨¦n del Imperialismo y las formas de resistencia y aporta mucha informaci¨®n y reflexiones importantes para conocer en mayor profundidad la obra y el pensamiento de este hombre que naci¨® en Limuru en 1938, en el seno de una extensa familia campesina que se relacionaba en gikuyu, y que es uno de los referentes indiscutibles no solo de las letras (africanas), sino tambi¨¦n como artista comprometido.
En 1962, a?o en
Con Un grano de trigo (Zanz¨ªbar, 2006), publicada en 1967, lleg¨® una ruptura en su forma de entender la novela.Frente a sus dos obras anteriores de argumentaci¨®n lineal, el escritor quiso indagar sobre las posibilidades de una forma m¨¢s compleja, que supusiera un cruce de voces y saltos en el tiempo, impresionado por el manejo magistral de diferentes t¨¦cnicas narrativas de In the Castle of My Skin de George Lamming. Con una t¨¦cnica de flashback unida a una forma de ensamblar la narraci¨®n mediante la que logra que el relato de uno de los personajes se complemente, se redimensione y se vuelva a narrar desde la perspectiva de otro, la novela se desarrolla a lo largo de cuatro d¨ªas que culminan con el Uhuru (independencia de Kenia, 12 diciembre 1963), que se celebr¨® en el estadio de Nairobi, ante gentes de todo el pa¨ªs y de todo el mundo. Pero, Un grano de trigo es tambi¨¦n una historia que nos presenta de manera magistral un conmovedor y profundo tapiz de historias personales, con toda su complejidad, que convergen en la lucha colectiva frente a la brutalidad de los colonizadores.
Con posterioridad, en 1976, tal y como cuenta en la segunda conferencia de Descolonizar la mente, fue el impulsor del ¡°Centro Educativo y Cultural Comunitario de Kamiriithu¡±, cuyo foco se encontraba en el teatro, que era ¡°parte consustancial de los ritmos cotidianos y estacionales de la comunidad¡±, y fue el teatro el que le ¡°forz¨® a volver al gikuyu y, en consecuencia, me llev¨® hasta lo que yo llamo ¡°una ruptura epistemol¨®gica¡± con mi pasado¡±. La obra que representaron fue Ngaahika Ndeenda (traducida al ingl¨¦s como I Will Marry When I Want) en la que introduciendo elementos como el baile y el canto, se inspiraba
El gobierno (bajo el mandato de Jomo Kenyatta) prohibi¨® las representaciones y el escritor fue detenido en 1977 (a?o de publicaci¨®n de su siguiente novela Petals of Blood) y pas¨® todo 1978 en la c¨¢rcel de m¨¢xima seguridad de Kamiti, en la celda 16 como preso pol¨ªtico, con el n¨²mero K-6,77 como ¨²nica se?a de identidad. All¨ª decidi¨® que no volver¨ªa a escribir en ingl¨¦s. La experiencia comunitaria y la obra de teatro escrita e interpretada en gikuyu le hab¨ªan dado el impulso necesario para dar el siguiente paso: har¨ªa lo mismo con la novela. Pero no s¨®lo se enfrentaba al dilema del idioma tambi¨¦n tuvo tiempo para reflexionar sobre la forma a utilizar.
Decidi¨® que su nueva obra tendr¨ªa una l¨ªnea narrativa m¨¢s clara pero con un elemento narrativo m¨¢s potente. Usando el duro papel higi¨¦nico carcelario, escribi¨® Caitaani m?tharaba-In? (El diablo en la cruz, Txalaparta 1994), una novela plagada de simbolismos y par¨¢bolas, en la que se mezclan canciones, cuentos y la voz del ¡°Ta?edor de Gicaandi¡±, que en la mejor tradici¨®n oral africana nos cuenta la extraordinaria historia de cinco personas que se suben a un matatu para ir desde Nairobi hasta Illmorog, invitados, sin conocer la raz¨®n, a una extra?a celebraci¨®n: una fiesta del diablo, una competici¨®n para escoger siete expertos en robos y hurtos. Una nueva versi¨®n del m¨ªtico Fausto, en donde se contaba la ¡°historia de los hombres que hab¨ªan vendido su alma y la de la naci¨®n al diablo extranjero del imperialismo¡±. Su distribuci¨®n por el pa¨ªs fue un reto (¡°En diciembre de 1980 se hab¨ªan hecho tres reimpresiones y publicado quince mil copias. Con ninguna novela en ingl¨¦s les hab¨ªa ido tan bien en Kenia en el mismo per¨ªodo de tiempo¡±) y se tradujo adem¨¢s al swahili (lengua franca de Kenia) con el t¨ªtulo Shetani Msalabini.
Desde la publicaci¨®n de Descolonizar la mente, ¨²ltima de sus obras escritas en ingl¨¦s (en 1977 hab¨ªa dejado de escribir novela, poes¨ªa o teatro en la lengua colonial, pero sin hacer o mismo con los ensayos),Ngugi es uno de los ejemplos m¨¢s claros de escritores que practican la autotraducci¨®n (categor¨ªa en la que entran desde Samuel Beckett hasta Mil¨¢n Kundera). As¨ª hizo tambi¨¦n con El brujo del cuervo (Debolsillo, 2015) una obra en la que, echando mano de una desbordante imaginaci¨®n, nos describe las pr¨¢cticas del dictador de la imaginaria Rep¨²blica Libre de Abur?ria (en la que el enemigo p¨²blico n¨²mero uno para la dictadura es una mujer). En la que un eg¨®latra gobierna sin atisbo de piedad a un pueblo (tiranizado pero no sometido) que tiene que recurrir a v¨ªas extraordinarias para poder hacer frente a tanta barbarie y sinraz¨®n. La privatizaci¨®n, las ONG, las antiguas colonias, los lavados de cara de los reg¨ªmenes dictatoriales para poder continuar, las organizaciones internacionales, los propios compatriotas afectados de ¡°blanquitis¡±¡ el torbellino de cr¨ªticas no cesa, a cada cual m¨¢s brillante, a cada cual m¨¢s certera. Un texto, a
Es dif¨ªcil desligar en la figura de Ng?g? wa Thiong'o la parte literaria de la de su activismo social y pol¨ªtico. Ambas van unidas de manera indisoluble al tratarse de un escritor que entiende la escritura como un medio para el cambio, como una forma de lucha para la liberaci¨®n nacional, democr¨¢tica y humana ("De eso ha tratado en verdad este libro sobre la pol¨ªtica ling¨¹istica de la literatura africana", escribe en relaci¨®n a Descolonizar la mente). Para ello no dud¨® en denunciar tanto al imperialismo bajo el brutal colonialismo brit¨¢nico y sus m¨¦todos violentos e inhumanos, como al voraz sistema capitalista que aniquila al ser humano tapizando la tierra de seres desalojados, empobrecidos, pisoteados e invisibilizados, y que llega enmascarado tras el neocolonialismo y los sucesivos gobiernos poscoloniales de su pa¨ªs que pretendieron en su caso, como en el de muchos otros intelectuales, escritores y pensadores, ahogar su voz y hacerle desaparecer. No lo consiguieron. ?l sigui¨® firme, escribiendo en gikuyu y traduci¨¦ndose a s¨ª mismo pero, sobre todo, escribiendo sobre "los condenados de la tierra" para los que sigue reclamando justicia, desenmascarando a todos los ladrones y usurpadores, locales e internacionales, so?ando con un mundo basado en una relaci¨®n de cualidades humanas, y luchando. Siempre luchando.
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