Marihuana y libertad
La Suprema Corte de M¨¦xico abre la puerta a un enfoque distinto de la pol¨ªtica de drogas
M¨¦xico acaba de dar un importante paso para abordar el problema de las drogas desde una perspectiva distinta a la que hasta ahora ha alimentado a los carteles de traficantes, llegando a poner en jaque al propio Estado de derecho. La Suprema Corte de Justicia ha abierto la puerta a la legalizaci¨®n del cultivo, procesamiento y uso de la marihuana con fines recreativos, lo que significa dejar a los traficantes sin una parte de su negocio. El consumo estaba despenalizado desde 2009, pero todo lo necesario para obtener la droga segu¨ªa siendo ilegal.
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El tribunal estima que la prohibici¨®n es un veto desproporcionado para una sustancia que causa da?os similares al tabaco y sostiene que la libertad individual debe prevalecer sobre la protecci¨®n de la salud. El fallo incide sobre la pol¨ªtica general de drogas, hasta ahora centrada en el castigo, y sigue la estela de Uruguay y algunos Estados de Norteam¨¦rica que han adoptado regulaciones similares.
M¨¦xico es el segundo productor de marihuana del mundo. Una parte se queda en el pa¨ªs (la consumen 5,7 millones de mexicanos), lo que significa que el tr¨¢fico alimenta la actividad delictiva. Tras el fallo que la autoriza ¡ªy que, por ahora, se resiste a convertir en ley el presidente Enrique Pe?a Nieto¡ª seguir¨¢ habiendo tr¨¢fico internacional, pero al menos habr¨¢ una mejora en el plano dom¨¦stico. La decisi¨®n tampoco acabar¨¢ con el problema de los carteles, cuyo negocio se nutre de coca¨ªna y hero¨ªna, sustancias prohibidas, pero es un paso hacia el cambio de orientaci¨®n en la lucha contra las drogas por el que abogan numerosos exmandatarios y estadistas.
El hecho de que la legalizaci¨®n suponga una mejora desde el punto de vista de la violencia y deterioro social asociados a la criminalidad no debe hacer olvidar que la marihuana es una droga adictiva que causa da?os al organismo. Pero al menos ahora esa batalla podr¨¢ darse desde los centros de salud y no desde las c¨¢rceles.
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