¡°Se producir¨¢ la colisi¨®n de todas las ciencias en una gran biotecnolog¨ªa¡±
El arquitecto madrile?o I?aki ?balos desarrolla importantes proyectos en China y dirige el departamento de arquitectura de Harvard Prev¨¦ ciudades gigantescas dentro de cien a?os y est¨¢ convencido de que la revoluci¨®n en su profesi¨®n vendr¨¢ marcada por los nuevos materiales. ¡°Ser¨¢ espectacular¡±, asegura Esta es una nueva entrega de 'As¨ª pasen cien a?os', conversaciones en torno al futuro de la humanidad
Antes de empezar la entrevista como tal, ?balos advierte que ve dos hip¨®tesis de futuro: una optimista, en la que los grandes l¨ªderes mundiales acuerden la reducci¨®n dr¨¢stica de emisiones de CO2 y conviertan las palabras en realidad, y otra negativa, en la que no se haga nada para preservar el medio ambiente, y el yihadismo, por ejemplo, se haga con el mundo y volvamos a la noche de los tiempos. Acordamos quedarnos con la primera hip¨®tesis porque con la segunda no habr¨ªa entrevista.
?Qu¨¦ ser¨¢ m¨¢s moderno en el a?o 2150, una ciudad llena de puentes, t¨²neles y coches voladores, o una ciudad de parques, huertecitos y bicicletas? Espero que esa ciudad de 2150 tenga las dos cosas: estaremos obligados a vivir con una combinaci¨®n de ambas. No hay otra salida. Por un lado, ser¨¢ imposible prescindir de la absoluta necesidad de densificaci¨®n y de urbes o metr¨®polis m¨¢s y m¨¢s grandes. Y a la vez ser¨¢ obligado entender que un medio as¨ª, si no hay un equilibrio con la naturaleza, ser¨¢ una prisi¨®n infernal. De hecho, ese es el camino que han transitado las metr¨®polis de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes desde principios del siglo pasado hasta donde estamos ahora. Hab¨ªa entonces muy pocas ciudades que sobrepasaban o se acercaban a los dos millones y todas estaban en el norte fr¨ªo, por decirlo de alguna manera, salvo Tokio, la primera ciudad verdaderamente grande situada en una zona m¨¢s o menos tropical.
Eso ha cambiado notablemente¡ Y tanto. Ahora el cintur¨®n tropical est¨¢ lleno de metr¨®polis de 20 millones de habitantes. Una naturaleza m¨¢s exuberante ha tenido un papel important¨ªsimo en la relocalizaci¨®n de las metr¨®polis a lo largo de 200 a?os. Pero en alguna medida, con la problem¨¢tica del cambio clim¨¢tico, la elevaci¨®n de las aguas y el incremento de monzones, huracanes, ?katrinas y tsunamis, se est¨¢ poniendo un poco en cuesti¨®n ese modelo de ¡°vamos todos al tr¨®pico¡±. Ya se est¨¢ entendiendo por qu¨¦ la civilizaci¨®n humana hab¨ªa sido muy cuidadosa en decidir c¨®mo y d¨®nde se ubicaba¡
Juan Luis Arsuaga, en esta misma serie de entrevistas, afirmaba que las ciudades seguir¨ªan creciendo de manera implacable. ?l dec¨ªa que dentro de un siglo habr¨¢ ciudades de 50 millones de habitantes o m¨¢s¡ Yo creo que mucho antes. Las ciudades-pa¨ªs ya existen y crecer¨¢n de forma clar¨ªsima. No acabamos de notarlo porque tienen nombres distintos por cuestiones hist¨®ricas o administrativas, pero si tomas todo el conglomerado de los diferentes deltas, de los grandes r¨ªos de China, por ejemplo, esas masificaciones de 40 millones de personas ya existen. Toda el ¨¢rea de Hong Kong y Shenzhen es una buena muestra. Y si adem¨¢s le unes Guangzhou, con otros 20 millones, y que est¨¢ interconectada con Shenzhen, lo mismo que esta ciudad con Hong Kong, pues ya superamos de lejos esos 50 millones, m¨¢s habitantes que Espa?a. Yo creo que no muy tarde estaremos cerca de tener ciudades de 80 millones, mucho antes de llegar al siglo XXII.
Pero hay dos tipos de estas ciudades superpobladas. Existe Londres y existe Delhi, y no parece necesario se?alar las diferencias¡ La chabolizaci¨®n, por as¨ª decir, de algunas ciudades es espantosa.?Una superdensificaci¨®n. Hay dos factores que se unen. Uno es la riqueza, la energ¨¦tica y de recursos, no solo monetaria. Pero por otro lado est¨¢ el clima. Los sitios calurosos no son necesariamente densos por pobres, sino por la b¨²squeda de un m¨ªnimo confort.
Explique eso un poco, por favor. En Sevilla no se puede ¨Co no se debe, al menos¨C hacer un urbanismo como el de Inglaterra porque te abrasas simplemente para cruzar una calle. O sea, hay una sabidur¨ªa en la sombra, en el arbolado y en las corrientes de aire, que en otras latitudes pasa a ser la sabidur¨ªa de saber captar el sol, evitar el viento fr¨ªo. Y por eso en esos lugares las chimeneas van en medio y las casas est¨¢n llenas de cristal. Mientras que en Sevilla lo que hay en medio es un pozo y un patio para que ventile toda la casa; y en las calles, bueno, casi puedes tocar con las manos los dos lados para que no entre el sol. Yo creo que la densidad est¨¢ bastante ligada a la econom¨ªa, por supuesto, pero tambi¨¦n a la cultura y al clima, que van unidos. No hablo, claro est¨¢, de la miseria de algunas zonas¡
Estamos muy cerca de tener ciudades con 80 millones de habitantes¡±
?Ser¨¢n entonces los temas de medio ambiente, de gesti¨®n de residuos, del agua, de las energ¨ªas renovables, los primeros que se tomar¨¢n en cuenta en 2150 para hacer crecer las ciudades? Hombre, siempre lo han sido de una forma m¨¢s o menos efectiva. Digamos que Madrid, seg¨²n algunas narraciones hist¨®ricas, es una ciudad que se elige por estrategia militar geogr¨¢fica porque se encuentra en el medio. Pero tambi¨¦n porque una serie de m¨¦dicos de la ¨¦poca, seg¨²n narran los cronistas, vieron que la dentadura de los de Madrid era mejor que en el resto de Espa?a, que la longevidad de los madrile?os de 1500 era mucho mayor que la de otros pueblos, y todo eso se lo adjudicaron a la cercan¨ªa de la sierra y su correspondiente viento, a la calidad y ca¨ªda del agua¡ Descubrieron, pues, que es un sitio estupendo. O sea, los recursos naturales han sido siempre un factor evidente para elegir los asentamientos urbanos. Lo que pasa es que ahora deben tener una escala tremenda.
Pero eso se ha olvidado durante mucho tiempo¡ Totalmente, por supuesto. Pero es que ese optimismo, tan maravilloso por otra parte, de la mecanizaci¨®n modernista pens¨¢bamos que nos iba a salir gratis, que daba unas cosas, unos gadgets que nos gustaban y nos gustan a todos y que no iban a tener coste alguno. El aire acondicionado en el coche, por ejemplo. Pero hay que intentar por todos los medios, para que lleguemos con el necesario confort al siglo pr¨®ximo, que seamos capaces de inventar unos placeres equivalentes pero sin esas hipotecas sobre el medio ambiente que tiene la mecanizaci¨®n modernista. Y yo creo que hay much¨ªsima gente que est¨¢ en eso. No solo arquitectos o urbanistas.
?Y en un siglo habr¨¢ conciencia suficiente en la sociedad, en los Gobiernos, en las personas? Hay dos formas de adquirir conciencia. A base de aprender a palos puede ser una. O reaccionar cuando ya la situaci¨®n sea realmente irreversible. Los problemas no solo vienen por los lobbies o las presiones de las industrias, que las hay y potent¨ªsimas; tambi¨¦n por la cultura que hemos ido adquiriendo durante todos estos a?os de desarrollo tecnol¨®gico y de la que nos cuesta mucho desprendernos. Es decir, no quiero estar sudando con 40 grados por la noche en un d¨ªa en verano en Madrid y, si puedo, lo evito. Como todo el mundo. Por eso digo que es muy importante desarrollar las nuevas tecnolog¨ªas que pueden ayudarnos en esa tarea de conseguir un bienestar sensato sin poner en peligro el mundo. Y para ello la sociedad debe entender que hay que invertir en estos aspectos para realmente preparar un futuro, un futuro decente.
Oiga, ?y c¨®mo ser¨¢ el tr¨¢fico en el siglo XXII? Ah¨ª s¨ª que hay muchas, muchas hip¨®tesis. Para m¨ª es impredecible. Desde luego, puedo imaginar que tendremos un sistema con muchos subsistemas mejor articulados que ahora. Hay innovaciones que pueden modificar profundamente la forma de la ciudad. Por ejemplo, los aeropuertos. El aterrizaje vertical para los aviones ya se est¨¢ investigando en muchos sitios. Yo acabo de dirigir una tesis final en Harvard maravillosa sobre esto. Ya es posible utilizar esa tecnolog¨ªa¡, aunque tardemos el tiempo que sea en ponerla en marcha. Ya hay muchas compa?¨ªas estudiando este tema muy seriamente. Parece una tonter¨ªa, pero eso cambiar¨¢, modificar¨¢ profundamente el desarrollo de las ciudades. Actualmente, los conos de aproximaci¨®n a los aeropuertos son enormes, para evitar los problemas ac¨²sticos que generan los aviones, y extienden much¨ªsimo las ciudades. Si se pueden implantar cinco aeropuertos en puntos clave y conectarlos con estaciones de alta velocidad o con cualquier otro tipo de estaci¨®n intermodal, estamos cambiando todo el sistema de dispersi¨®n y de movimiento de la ciudad.
?Y los autom¨®viles? Yo espero que la idea de autom¨®vil se quede tan anticuada como la del carruaje de caballos¡
?Y con qu¨¦ se sustituir¨¢? ?No estar¨¢ pensando en obligar a los ciudadanos a moverse en bicicleta? No, claro que no. Me encanta ver el Tour y el Giro, soy un fan de Contador, pero no uso semejante medio de transporte, y menos en el hielo de Cambridge, que es mortal. Es peligros¨ªsimo. Y en Madrid la bicicleta tambi¨¦n tiene demasiados riesgos¡ Lo que est¨¢ claro es que se pueden racionalizar las velocidades, se puede conseguir un buen funcionamiento en una ciudad muy grande en la que distintos medios van bajando de velocidad desde la gran distancia a la corta distancia. Puede haber desde trenes de alta velocidad hasta transporte p¨²blico relativamente veloz en metro o en tren, en superficie o a¨¦reo, que lleguen a grandes estaciones intermodales o sat¨¦lites en los centros perif¨¦ricos en los que conectes con autobuses locales, pero tambi¨¦n con aparcamientos con coches el¨¦ctricos municipales, adem¨¢s de las bicicletas. Y desde all¨ª te transportar¨¢s a otro lugar a 200 o 300 metros de tu destino, una distancia para andar. No es nada revolucionario lo que estoy diciendo, por supuesto, porque en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Londres ya se da algo muy similar. Pero el coche privado¡
?No es usted partidario del autom¨®vil? No tengo nada a favor o en contra. Pero mucho tendr¨ªan que avanzar las t¨¦cnicas de funcionamiento del coche privado para que siga siendo tan atractivo como para hipotecar todo el desarrollo de la ciudad. Eso es lo que pienso. Creo que hay muchos j¨®venes que ya no sacan el carn¨¦ de conducir como nosotros a los 18 a?os, much¨ªsimos, porque no lo necesitan y encuentran en muchos sistemas de transporte modos m¨¢s alternativos de moverse. No es que se queden en casa, se mueven por todo el mundo sin tener que conducir. Y yo creo que ese es un modelo natural al que tenemos que atender porque, si no, el coche privado ser¨¢ el suicidio de la ciudad. El autom¨®vil, que ha permitido la expansi¨®n de estas urbes, es a la vez la mayor hipoteca para una ordenaci¨®n sensata de esas megaciudades de las que estamos hablando. En un futuro, yo espero que el motor que m¨¢s emisiones produzca sea la actual bicicleta el¨¦ctrica de algunas ciudades¡
Calidad de vida¡ Claro, ?pero c¨®mo definimos la calidad de vida de las metr¨®polis futuras? Si la definimos con nostalgia de la casita de mi abuelo en el campo, vamos mal. Y si la definimos en plan robots y ciencia-ficci¨®n, vamos mal tambi¨¦n. Yo creo que habr¨¢ un t¨¦rmino medio en el que seguiremos teniendo ¨Ccomo ha tenido siempre el hombre¨C casi, casi el mismo medio f¨ªsico. O sea, habr¨¢ casitas, habr¨¢ edificios monumentales, habr¨¢ parques¡ Creo que eso no cambiar¨¢ porque es la esencia de la ciudad. Pero s¨ª cambiar¨¢n los materiales, cambiar¨¢ c¨®mo se utiliza la energ¨ªa, entenderemos que el confort no es apretar un bot¨®n, sino que el propio edificio se adapte¡
Hay un debate permanente, y seguro que tambi¨¦n estar¨¢ presente en el siglo XXII, que es el del conservacionismo. ?Qu¨¦ edificios conservamos? ?Cu¨¢les derruimos? Tendemos a irnos a los extremos, y en una ¨¦poca de histeria preservacionista nos empe?amos en conservar cualquier balconcillo que no tiene el menor inter¨¦s y en otros momentos hist¨®ricos tiramos monumentos enteros de gran valor. A m¨ª me parece importante preservar la identidad, el origen o las narraciones de la identidad de los sitios.
Pero en el siglo XXII¡ Es que casi es c¨ªclico. F¨ªjese lo que est¨¢ pasando en China. All¨ª las ciudades se han hecho a golpe de destrucci¨®n, pero en estos momentos el incremento de programas de preservaci¨®n y conservaci¨®n y regeneraci¨®n hist¨®rica en las escuelas de arquitectura es exponencial. Una vez que ya se han cargado cientos y cientos de centros hist¨®ricos de una arquitectura maravillosa para edificar estos adefesios que construyeron en los a?os setenta, ahora hay un verdadero resurgir de la consciencia de la memoria. En todos los procesos de civilizaci¨®n hay una tensi¨®n entre la parte tecnol¨®gica y la parte cultural, la memoria y el progreso. Es un pulso y unas veces ganan unas u otras. Claro, lo ideal es un equilibrio. El dogmatismo tecnol¨®gico ya sabemos todos a lo que ha podido conducir al siglo XX, y el cultural es absolutamente ciego a la necesidad de cambio y de evoluci¨®n. Esperemos que en el siglo XXII seamos m¨¢s inteligentes.
Vayamos a las viviendas. Una pregunta equivalente a la del inicio de la entrevista: ?una casa con enchufes de toda la vida, chimenea y una terraza con flores, u otra con grandes espacios blancos llenos de pantallas que solo funciona gracias a que el robot te prepara el caf¨¦? Yo creo que ninguno de los dos. Pero, vamos, si se me obliga a decir cu¨¢l, prefiero la primera, aunque es cierto que la tecnificaci¨®n ser¨¢ cada vez m¨¢s invisible y m¨¢s inmaterial. Es como los tel¨¦fonos actuales, todo tiende a estar a la mano y a ser tan peque?o e instrumental que ni siquiera hace falta tener conocimientos t¨¦cnicos. Hay un acercamiento de toda la tecnolog¨ªa a una especie de biotecnolog¨ªa, de adaptaci¨®n a nuestra psicolog¨ªa, a nuestra forma de ser, que evidentemente hace que cada vez tengamos mayores accesos a m¨¢s cosas con menos repercusi¨®n en el espacio. As¨ª que pienso que las casas pueden ser maravillosamente acogedoras, de acuerdo con el gusto de cada cual, sin tener que rechazar los avances tecnol¨®gicos¡
Que la cafetera te haga para desayunar el caf¨¦ que t¨² quieres a la hora que prefieras.?Exactamente, me hace caf¨¦ y me gusta. Y, por supuesto, que el ascensor me espere, porque tendr¨¢ memoria y te esperar¨¢ a la hora que te levantas, como un perrito fiel. Los rascacielos pueden tener muchos menos ascensores, porque los ascensores son listos. Sobre todo los residenciales¡, el se?or de la planta 27 siempre sale entre las 7.10 y las 7.15 a trabajar, as¨ª que estar¨¢ ah¨ª. Yo creo que son esas cosas, las que podemos llamar smart cities, las que sin duda llegar¨¢n, y me parece bien, porque eso es eficiencia, pero¡
I?ali ?balos
San Sebasti¨¢n, 1956. Estudi¨® Arquitectura en Madrid, donde se titul¨® en 1978, ejerci¨® de profesor y se doctor¨® en 1991. En 1985 cre¨® con Juan Herreros el estudio ?balos & Herreros, que durante m¨¢s de 20 a?os llev¨® a cabo importantes proyectos. En 2006 terminan su colaboraci¨®n y funda un nuevo estudio con su mujer, Renata Sentkiewicz, desarrollando una obra reconocida internacionalmente y recogida en 11 monograf¨ªas. Otros 12 libros se han ocupado de su trabajo te¨®rico. Su estudio cuenta con proyectos en Europa, Latinoam¨¦rica y Asia. Fue comisario del Pabell¨®n de Espa?a en la Bienal de Arquitectura de Venecia (2014). Es catedr¨¢tico en la Escuela de Arquitectura de Madrid y dirige el departamento de arquitectura de la Universidad de Harvard.
Volvemos a la calidad de vida¡ Claro, ese seguir¨¢ siendo el problema. Por ejemplo, ?qu¨¦ tama?o tendr¨¢ la vivienda? Eso s¨ª es importante.
?Y qu¨¦ tama?o tendr¨¢ la vivienda? Peque?a.
?C¨®mo de peque?a? En estos momentos yo creo que la vivienda tipo, que es universal, es la que encuentras en todas las culturas, la de entre 50 y 70 metros, dos dormitorios, un ba?o, un aseo, una cocina y un sal¨®n. Parejas con uno o dos hijos, y ya est¨¢. Y bueno, unos tienen terraza, otros tienen vistas, otros tienen doble altura, otros tienen un dormitorio muy bonito. Ese paquete est¨¢ en todo el mundo. Es el gran est¨¢ndar, y cuando hablamos de culturas distintas miro el parque residencial que est¨¢ construyendo nuestra generaci¨®n y el 99,9% es absolutamente intercambiable en casi todos los pa¨ªses. Creo que dentro de un siglo eso se mantendr¨¢, l¨®gicamente con los a?adidos tecnol¨®gicos que hemos dicho y otros muchos para los que solo hace falta echarle imaginaci¨®n.
?Y materiales? ?Se construir¨¢ con ladrillo? No. Se construir¨¢ con las cer¨¢micas que se ir¨¢n mejorando constantemente. El hormig¨®n t¨¦cnicamente es una cer¨¢mica, es un aglomerado de varios componentes.
?S¨ª, con hormig¨®n? S¨ª. Un ingeniero en materiales entiende que el hormig¨®n es una cer¨¢mica, est¨¢ catalogado en los libros de materiales como cer¨¢mica. Quiere eso decir que hay muchos tipos de cer¨¢micas. Los materiales ya se dise?an en muchas ¨¢reas casi con criterios de ciencia-ficci¨®n. Basta visitar una tienda de alguna de las zapatillas deportivas m¨¢s conocidas para darse cuenta de que estamos a a?os luz de lo que era un zapato hace 30 a?os. Los materiales son ahora proyectados de acuerdo a las necesidades. Es decir, para determinadas condiciones queremos unas prestaciones mec¨¢nicas, ambientales, etc¨¦tera, distintas de unos casos a otros. Podemos definir unos par¨¢metros de conductividad, de invisibilidad, de textura, y as¨ª dise?ar ese material espec¨ªfico. Y todo esto se puede hacer ya en mobiliario, en la ropa, y tambi¨¦n est¨¢ entrando en arquitectura. Son materiales que ellos mismos son capaces de abrirse, cerrarse¡
Dijo usted en una entrevista que ¡°los conocimientos de hoy hacen que la forma en la que entend¨ªamos la arquitectura hace tres lustros haya quedado obsoleta. Necesitamos poder integrar imaginaci¨®n y ciencia¡±. Por supuesto. Y en esas estamos. Digamos que en arquitectura, la idea de la piel que respira ha dejado de ser una met¨¢fora, porque es en lo que se est¨¢ trabajando en muchos centros de investigaci¨®n con resultados fant¨¢sticos. Estamos ya en una situaci¨®n en la que los robots son antiguos. Es decir, toda esta rob¨®tica que es maravillosa y que ha hecho y sigue haciendo cosas incre¨ªbles, para los investigadores punteros es todav¨ªa pensar la materia de una forma que es incapaz de tener memoria de la forma. Pero ahora somos capaces de dise?ar sin moldes, o sin ensamblaje podr¨ªamos decir. Cosas que sean capaces por s¨ª mismas de coger la forma. Los nuevos materiales son c¨®cteles que, sometidos a una acci¨®n externa, que puede ser radiaci¨®n solar, humedad o de otro tipo, desarrollan su forma ellos solos y se convierten en un div¨¢n o se pueden convertir en una fachada, en un elemento de fachada. El escenario de investigaci¨®n es mucho m¨¢s biotecnol¨®gico. Se producir¨¢ la colisi¨®n de todas las ciencias en una gran biotecnolog¨ªa. Gen¨¦tica, matem¨¢tica, dom¨®tica, informaci¨®n. Pero tambi¨¦n las neurociencias, porque todo ser¨¢ una sola cosa, porque las formas de pensar empiezan a no estar divididas entre lo mec¨¢nico y lo org¨¢nico, sino que una informa a la otra. Ya casi todas las investigaciones punteras no saben distinguir si est¨¢n en uno u otro paradigma.
Si ya hacemos eso, qu¨¦ no conseguiremos el siglo pr¨®ximo¡ Por supuesto. Hace nada he estado en unos laboratorios de la Universidad de Harvard llenos de ba?eras de agua, porque casi todos estos materiales son capaces de ensamblarse ellos mismos de distintas maneras en un medio acuoso que se pueda activar. Puedes calentar o enfriar, mover m¨¢s o menos. Los laboratorios se han convertido en una especie de saunas, llenos de ba?eras, con unos mocos que est¨¢n flotando por ah¨ª. Y de repente los ves, los sacas y se convierten en una esfera perfecta o toman cualquier otra forma. Es incre¨ªble. Est¨¢n trabajando ya con la geometr¨ªa de la naturaleza hecha por ella misma. En cuanto a los materiales, nos encontramos en un territorio que yo creo que s¨ª va a cambiar. Ahora en Chicago se va a celebrar una bienal de arquitectura y uno de los temas ser¨¢ la transformaci¨®n de materiales. Algunos, por ejemplo, leen el clima y se transforman dependiendo de si es verano o invierno. En un siglo vamos a ver cosas extraordinarias en este sentido.
?M¨¢s cambios en un siglo? Muchos m¨¢s. Los cables ser¨¢n una antigualla, todo se abrir¨¢ y se cerrar¨¢ solo, tendremos nuestro propio microhuerto y, sin ser un hippy irredento, comer¨¢s el tomate producido en tu misma cocina, el cuarto de ba?o ser¨¢ un aut¨¦ntico gimnasio ¨Cal estilo romano¨C al tiempo que banco de pruebas m¨¦dicas. Y tendremos en cuenta los avances para los ni?os, pero tambi¨¦n para los mayores si cada vez vamos a vivir m¨¢s a?os.
?Necesitaremos a los arquitectos en el siglo XXII? Estoy convencido de que el arquitecto seguir¨¢ siendo imprescindible. Ni que decir tiene que cada vez hay que integrar a mayor n¨²mero de expertos de distintas materias: el clima, la energ¨ªa, el transporte, inform¨¢tica, materiales, salud. Pero sigo creyendo que el papel del arquitecto como director de orquesta, el que mueve la batuta y dice ¡°por aqu¨ª¡±, es absolutamente imprescindible. Y si no existe eso, las ciudades son una mierda. Por mucha ciencia que haya y mucho smart technology y aunque los sem¨¢foros est¨¦n todos coordinados. Son un infierno. O sea, el director de orquesta no sabe tocar el piano como el pianista, ni como el primero ni como el segundo ni como el tercero, ni como el violinista ni el clarinetista. Pero hay alguien que ha de desempe?ar esa labor. Y esa persona es la que ha de tener ese balance entre la memoria y el progreso, entre la cultura y la tecnolog¨ªa. La belleza es la quintaesencia de la ciudad, y eso es lo que hace que la ciudad sea tan humana. Francamente, no hay nadie m¨¢s que est¨¦ especializado en la belleza que nosotros, los arquitectos. Lo siento mucho, porque queda como muy presuntuoso, pero es un problema de profesionalidad.
elpaissemanal@elpais.es
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