Cien a?os son relativos
Hace un siglo, Albert Einstein detallaba la teor¨ªa de la relatividad que cambiar¨ªa nuestra percepci¨®n de la realidad
La carta mecanografiada y amarillenta tiene fecha del 2 de agosto de 1939 y est¨¢ dirigida al presidente estadounidense Roosevelt. La firma Albert Einstein, quien alerta de la posibilidad de construir bombas de uranio. En el ¨²ltimo p¨¢rrafo informa de que los alemanes han dejado de vender este qu¨ªmico de las minas checoslovacas que confiscaron. Roosevelt responde a la misiva explicando que ha reunido a un gabinete para investigar ¡°las posibilidades de su sugerencia con respecto al uranio¡±. Definitivamente, el Museo de Einstein, en Berna, constituye una m¨¢quina del tiempo.
Berl¨ªn. Noviembre. Cien a?os atr¨¢s. En la Academia Prusiana de Ciencias, Einstein detallaba la teor¨ªa de la relatividad general que cambiar¨ªa completamente nuestra percepci¨®n de la realidad. Por partes:
Uno. 1905. Escribe E=mxc2. ?Les suena? La ecuaci¨®n m¨¢s famosa de la historia. Establece que la masa y la energ¨ªa son equivalentes. Una se puede convertir en la otra (prueba de ello es la bomba at¨®mica). Y que la velocidad de la luz, y no el espacio ni el tiempo, es absoluta. No existe nada en este universo que vaya m¨¢s r¨¢pido. Por tanto, cuanto m¨¢s veloz se mueva uno, y m¨¢s se acerque a esa velocidad absoluta, m¨¢s lentamente transcurrir¨¢n las manecillas de su reloj. Este efecto de dilaci¨®n del tiempo tambi¨¦n es v¨¢lido si estamos sujetos a la gravedad de un objeto muy masivo. Pero el espacio tambi¨¦n se ve afectado. La longitud de un objeto se acorta cuanto m¨¢s r¨¢pido va. En la vida diaria no lo notamos porque nos movemos demasiado lentos. Pero el mundo es as¨ª de extra?o a velocidades relativistas.
Dos. Si nada puede viajar m¨¢s r¨¢pido que la luz, ?por qu¨¦ la gravedad de un objeto lejano, seg¨²n se nos explica desde Newton, es una fuerza que act¨²a a distancia y parece que la sentimos de manera instant¨¢nea? A finales de 1907, a Einstein le asalt¨® un pensamiento que calificar¨ªa despu¨¦s como el m¨¢s afortunado de su vida. Imagin¨® que una persona que ca¨ªa libremente no sent¨ªa su peso. M¨¢s tarde coloc¨® al sujeto imaginario dentro de un ascensor en ca¨ªda libre. El hombre y los objetos a su alrededor flotar¨ªan. El efecto es tal que la persona no sabe que est¨¢ cayendo de manera acelerada, como si el ascensor estuviera en el espacio ingr¨¢vido. De igual forma, un hombre dentro de un ascensor en ingravidez notar¨ªa sus pies contra el suelo si ese ascensor se viera entonces atra¨ªdo por una fuerza constante que tirara de ¨¦l de forma acelerada. Gravedad y aceleraci¨®n son la misma cosa.
Y tres. Ocho a?os despu¨¦s, Einstein da forma matem¨¢tica a su relatividad general. La gravedad no es una fuerza, sino una deformaci¨®n que los objetos provocan en el tejido hecho de espacio y de tiempo. El f¨ªsico John Wheeler lo definir¨ªa mucho despu¨¦s como nadie: ¡°La materia le dice al espacio-tiempo c¨®mo curvarse, y el espacio curvo le dice a la materia c¨®mo moverse¡±. Imaginen el Sol como una bola de plomo que hunde un poco una s¨¢bana de goma. La Tierra es otra bola m¨¢s peque?a y menos pesada y gira a su alrededor. Se siente atra¨ªda. Incluso la luz tiene que curvarse ante la presencia de objetos masivos, obligada a seguir las perturbaciones geom¨¦tricas que provocan. Al sentirnos atra¨ªdos por un objeto masivo, lo que sucede es que tanto la ¡°gravedad como la geometr¨ªa (del espacio-tiempo) hacen la misma cosa: proporcionan aceleraci¨®n¡±, nos dice Larry Schulman, de la Universidad de Clarkson, en Nueva York. Schulman est¨¢ tentado de declarar que Einstein fue el m¨¢s grande de los cient¨ªficos, aunque admite que es dif¨ªcil imaginar ¡°los obst¨¢culos que tuvieron que superar Arqu¨ªmedes, Newton o Leonardo da Vinci¡±. Su relatividad general ahora centenaria es el ¡°hallazgo m¨¢s importante del siglo XX¡±, junto ¡°con la mec¨¢nica cu¨¢ntica¡±, asegura. Pero esta es otra historia.
elpaissemanal@elpais.es
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