Hablar solos
Una de las estampas cotidianas que definen nuestro siglo es la de esa persona que manotea y profiere comentarios estent¨®reos mientras camina por la acera
Una de las estampas cotidianas que definen nuestro siglo es la de esa persona que va hablando sola, manoteando y profiriendo comentarios estent¨®reos y a veces risotadas, mientras camina tranquilamente por la acera. ?Est¨¢ loca esta persona? De ninguna manera, lo que sucede es que va enchufada al auricular de su tel¨¦fono, en la modalidad de manos libres (por esto puede manotear). Est¨¢ haciendo lo mismo que hac¨ªa usted en el siglo XX, cuando se sentaba muy cerca del aparato de tel¨¦fono, que estaba invariablemente sobre una mesilla de brillo nacarado, para ajustarse a los l¨ªmites que impon¨ªa ese cable rizado que conectaba el armatoste con el auricular. El modo manos libres libera todo el cuerpo, no solo las manos, por eso la gente se desplaza con las piernas tambi¨¦n libres hacia a alg¨²n sitio mientras hace una llamada. No es que esas personas vayan hablando solas, es que sus interlocutores est¨¢n muy lejos, quiz¨¢ en otro pa¨ªs u continente, y no podemos verlos.
Ese ir hablando solo, y riendo estruendosamente por la calle, que hace unas d¨¦cadas hubiera conducido al sujeto directamente al manicomio, tiene una impecable explicaci¨®n t¨¦cnica, aunque es verdad que la imagen roza la demencia. Desde cierta perspectiva, la situaci¨®n es equiparable a la de un se?or que tirara de una correa para controlar a su perro invisible.
¡°Quien habla solo espera hablar a Dios un d¨ªa¡±, escribi¨® Antonio Machado. Pero ese que va por la calle en modo manos libres habla a todas luces con su primo, no con Dios.
Hablar solos tiene hoy una conveniente coartada tecnol¨®gica. A saber cu¨¢ntos no van por ah¨ª disimulando, haciendo como que hablan por el tel¨¦fono, fingiendo que se carcajean del chiste que acaba de hacer su interlocutor, cuando en realidad van hablando solos, van d¨¢ndole rienda suelta a su locura.
elpaissemanal@elpais.es
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