La Valeta: ?ayuda o chantaje?
"?Ha habido un malentendido! ?No recibieron el dinero?"
Cuando los l¨ªderes de Europa y ?frica acordaron hace seis meses convocar la Cumbre que ha tenido lugar estos d¨ªas en La Valeta (Malta), nadie pod¨ªa imaginar que la crisis de refugiados alcanzar¨ªa los extremos a los que ha llegado. Mientras escribo estas l¨ªneas, un n¨²mero indeterminado de decenas de miles de solicitantes de asilo se agolpan en las fronteras europeas a punto de comenzar el invierno y sin que los l¨ªderes de la UE hayan sido capaces todav¨ªa de establecer un mecanismo eficaz de acogida y reasentamiento del mill¨®n largo que ya ha entrado. El caos ha dado lugar al p¨¢nico y el p¨¢nico es campo abonado para personajes como el Primer Ministro de Hungr¨ªa, V¨ªktor Orban, cuyas tesis aislacionistas ganan popularidad con rapidez entre los gobernantes europeos.
El problema es que la hiperactividad pol¨ªtica y legal para frenar la llegada de personas contamina cualquier otro ¨¢mbito en la relaci¨®n de la UE con los pa¨ªses de origen y tr¨¢nsito. Como demuestra la reuni¨®n de La Valeta, los programas de ayuda al desarrollo y de colaboraci¨®n institucional con ?frica pueden convertirse en la pr¨®xima v¨ªctima de un proceso en el que todo vale con tal de mantener a los inmigrantes y refugiados lejos del territorio europeo.
Como siempre en estos casos, los titulares de la declaraci¨®n pol¨ªtica resultante de la cumbre son dif¨ªciles de discutir: (1) atacar de ra¨ªz las causas que fuerzan el desplazamiento; (2) fortalecer la cooperaci¨®n legal y la movilidad; (3) reforzar la protecci¨®n de los inmigrantes y solicitantes de asilo; (4) prevenir la inmigraci¨®n irregular y el tr¨¢fico de personas; y (5) trabajar m¨¢s estrechamente para mejorar la cooperaci¨®n en el retorno, la readmisi¨®n y la integraci¨®n de los inmigrantes.
La traducci¨®n pr¨¢ctica de estos compromisos, sin embargo, ser¨¢ menos inspiradora. Los puntos 1 a 3 son un relleno presentable para justificar el verdadero inter¨¦s de los europeos, que son las prioridades 4 y 5. A pesar de que la reuni¨®n fue precedida por el anuncio de un Fondo Fiduciario de 1.800 millones de euros para proyectos de desarrollo (ampliable a 3.600 millones en el improbable caso de que los pa¨ªses aflojen m¨¢s recursos), resulta dif¨ªcil desvincular estas ayudas de la ofensiva diplom¨¢tica para garantizar la colaboraci¨®n de los africanos en el control y readmisi¨®n de los inmigrantes y refugiados. ONG como Oxfam han alertado del grave riesgo de que la ayuda acabe condicionada a los objetivos de seguridad y control de fronteras, aplicando en la regi¨®n el mismo juego de palo y zanahoria que tan desiguales resultados dio en la Libia de Gadafi.
En este contexto es f¨¢cil explicarse por qu¨¦ la experiencia de Espa?a durante los a?os 2008-10, donde se cort¨® en seco la ruta de ?frica occidental, resulta tan atractiva para otros gobiernos europeos: mientras el Ministro Rubalcaba firmaba los acuerdos de repatriaci¨®n en el reverso de los de cooperaci¨®n, Espa?a puso tantos guardias civiles en las costas africanas que los puertos de Dakar y Nuadib¨² parec¨ªan una pel¨ªcula de Berlanga.
Lo que casi nunca mencionan es que esta operaci¨®n no redujo la intensidad de los flujos, sino que los desvi¨® hacia las rutas del Mediterr¨¢neo occidental y central, m¨¢s largas y costosas para los inmigrantes. Y Espa?a adquiri¨® entonces en su gesti¨®n migratoria las mismas taras legales que duran hasta el d¨ªa de hoy. Una pista: cuando la embajadora de un gobierno como el h¨²ngaro se presenta en Melilla a cantar las virtudes de tu modelo de control de fronteras, h¨¢ztelo mirar.
El verdadero problema de la cumbre de La Valeta no es lo que ha se ha discutido, sino lo que se ha omitido. Al esquivar sus responsabilidades legales y cavar m¨¢s hondo en el mismo agujero, los pa¨ªses de la UE han perdido una nueva oportunidad para reconsiderar este modelo migratorio roto. Los gobiernos africanos est¨¢n encantados de hablar de desarrollo productivo y generaci¨®n de empleo en origen, pero ni ellos ni ning¨²n otro pueden esperar seriamente que unos cuantos proyectitos pongan freno a las pulsiones que determinan la movilidad forzosa o voluntaria de seres humanos. La gobernanza de este complejo reto ¨Clleno de riesgos, pero tambi¨¦n de inmensas oportunidades- depende del fortalecimiento de las instituciones de gesti¨®n (Europa y Espa?a tienen experiencias notables en este ¨¢mbito), la apertura de verdaderos cauces de inmigraci¨®n legal y la negociaci¨®n de igual a igual de un proceso en el que los enfoques unilaterales que aplica Europa son una receta para el desastre.
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