Christian Jacq: ¡°En las pir¨¢mides la muerte se transformaba en vida¡±
Christian Jacq es el gran fabulador de los faraones. Prestigioso egipt¨®logo, se apasion¨® en la adolescencia por la antigua civilizaci¨®n del Nilo Autor de una prol¨ªfica obra que abarca m¨¢s de 150 t¨ªtulos, regresa con un ¡®thriller¡¯ sobre un hijo de Rams¨¦s II y una novela sobre la construcci¨®n de la gran pir¨¢mide

¡°Busco a Jacq¡±. No me resisto a pronunciar la frase ante el conserje, que pone cara de perplejidad. ¡°Perdone, Christian Jacq, el famoso escritor de Egipto¡±. Ahora s¨ª, su rostro se ilumina. ¡°Christian Jacq, bien s?r, por supuesto¡±. El c¨¦lebre autor no ha llegado a¨²n, as¨ª que le espero en el bar del hotel, que se abre a una terraza con una maravillosa vista sobre el lago Leman. El Trois Couronnes de Vevey no es el Winter Palace de Luxor, pero comparten cierta atm¨®sfera de vetusta y rom¨¢ntica grandeza. No ser¨ªa raro encontrarse aqu¨ª sentado a Howard Carter fumando una shisha. La deslumbrante luminosidad de este d¨ªa radiante aumenta la sensaci¨®n de estar junto al Nilo y permite confundir la blancura de los cisnes en la distancia, junto a la orilla del lago, con la de los sagrados ibis. Estoy absorto en el paisaje cuando aparece Jacq. El escritor, autor de 150 libros, en su mayor¨ªa sobre Egipto (aunque tambi¨¦n novelas policiacas), de los que se han vendido 35 millones de ejemplares en m¨¢s de 30 pa¨ªses, se muestra cordial, de excelente humor y jovial. Ahora es noticia la aparici¨®n en Espa?a de su nueva novela La tumba maldita (Planeta), un thriller fara¨®nico que mezcla intriga y magia y que protagoniza un hijo de Rams¨¦s II. Al novelista, con un buen n¨²mero de best sellers, no le importa que algunos le descalifiquen por su escritura sencilla y por poner invenci¨®n en sus novelas ¨Ccosas como a Rams¨¦s II domando un elefante o departiendo con Mois¨¦s, Homero y Helena de Troya¨C.
"Escribo novelas, soy un contador de historias, pero s¨¦ muy bien de qu¨¦ hablo¡±. Jacq (Par¨ªs, 1947) pide una cerveza, lo que me sorprende porque es sabido que es un gran amante y connoisseur de los mejores vinos. Un rasgo que le une a los antiguos egipcios, que apreciaban mucho los buenos caldos. Hablaremos de ello. Durante la conversaci¨®n, Jacq r¨ªe a mand¨ªbula batiente en varias ocasiones, con carcajadas estent¨®reas, lo que permite observar que el esmalte de sus dientes est¨¢ algo gastado, como el de las momias. El escritor tiene la gentileza de asentir vivamente al preguntarle si se acuerda de que nos conocimos en Luxor hace 15 a?os cuando present¨® all¨ª Nefer el silencioso, la primera novela de su tetralog¨ªa La piedra de luz, sobre los obreros del Valle de los Reyes. Las autoridades egipcias le trataron como a un jefe de Estado y hasta se le organiz¨® una cena de homenaje ?dentro del templo de Luxor! No en balde le llaman el fara¨®n Jacq (?ser¨¢ lo de las tres coronas del hotel de la cita un gui?o a las coronas fara¨®nicas Hedyet, Desheret y Sejmty?). Al escritor le encantan los secretos y misterios.
?Qu¨¦ hacemos aqu¨ª y no en Egipto? Vivo en Suiza desde hace 20 a?os, es un pa¨ªs que amo. Su sistema pol¨ªtico me recuerda el del Antiguo Egipto, un Estado federal; creo en ¨¦l. Hay un poder central y cada cant¨®n dispone de una grand¨ªsima autonom¨ªa. El fara¨®n en Egipto no era el tirano que se nos muestra a menudo en las pel¨ªculas, para nada, no lo decid¨ªa todo. La diversidad de las provincias era tenida muy en cuenta. El gran riesgo hoy es que todo se uniformice: lo que yo llamo la americanizaci¨®n de las sociedades multiculturales. La belleza es la diversidad.
?Sigue viajando a Egipto? Est¨¢n las cosas complicadas. Viajo muy frecuentemente. Estuve hace poco. Fui a Asu¨¢n, y al norte, fuera de las rutas tur¨ªsticas. Los amigos de all¨ª me recomiendan que no vaya. Siento inquietud por Egipto y por lo que los fan¨¢ticos puedan hacerle. ?Ha visto lo de Palmira? He llorado al saber que la est¨¢n destruyendo. Es nuestra propia memoria, como las pir¨¢mides, los templos y las tumbas de Egipto. No debemos dejar que los egipcios se a¨ªslen por el extremismo. Volver¨¦ lo m¨¢s pronto que pueda.

?Por las novedades de Tutankam¨®n? Ah, Tutankam¨®n. Desde luego. Estoy siguiendo apasionadamente el tema de la posibilidad de que haya c¨¢maras sin descubrir en su tumba, como ha propuesto Nicholas Reeves. La cuesti¨®n es que Akenat¨®n y Nefertiti no est¨¢n enterrados en su capital de Amarna, la tumba que se hicieron all¨ª est¨¢ vac¨ªa. As¨ª que ?d¨®nde est¨¢n? Probablemente tenemos a Akenat¨®n: hay muchas posibilidades de que fuera el ocupante del sarc¨®fago real hallado en la tumba KV55 y que ahora se exhibe en el Museo de El Cairo. A Nefertiti, en cambio, no la tenemos, se la ha buscado mucho, hay muchas hip¨®tesis. Ahora ha salido esa teor¨ªa de que la tumba de Tutankam¨®n es un cache, un escondite, y que la reina estar¨ªa ah¨ª, tras un muro disimulado. No es ninguna idiotez. El Valle de los Reyes no est¨¢ para nada agotado, queda mucho por descubrir, los egipcios realizaban un trabajo de disimulaci¨®n de algunas tumbas extraordinario. Podr¨ªa perfectamente haber otra tumba secreta comunicada con la de Tutankam¨®n, es una idea muy egipcia, en Deir el Medina todas las tumbas se comunican. Tengo una peque?a esperanza de que demos con Nefertiti. No estar¨ªa mal, ?eh?, ?Nefertiti!
Hablando de Tutankam¨®n, es usted un gran admirador de Carter, el descubridor de su tumba. Y no era un egipt¨®logo de carrera. Lleg¨® a Egipto de jovencito como dibujante. Nunca tuvo estudios acad¨¦micos.
Uno de mis libros suyos favoritos es la novela Tutankam¨®n, ese thriller en el que, precisamente, se buscan unos supuestos papiros esot¨¦ricos ocultos en la tumba. Me encanta que el protagonista sea un hijo secreto de Carter. Me halaga. Ese libro tambi¨¦n me gusta mucho.
Siempre ha parecido raro que no hubiera papiros en la tumba de Tutankam¨®n. A Carter le decepcion¨® mucho. Quiz¨¢ s¨ª los hubiera. Acaso escondidos en los faldellines de las dos famosas estatuas de madera de los guardianes de la tumba.
El propio Reeves sugiri¨® eso hace a?os. Parece que hay un espacio hueco. Yo he pedido que se escaneen. Es m¨¢s f¨¢cil que lo de buscar las c¨¢maras secretas. En todo caso, que no hubiera papiros no quiere decir que no hubiera textos, los hab¨ªa en muchos objetos. En las capillas doradas en torno al sarc¨®fago y en este se inscribieron numerosas f¨®rmulas de los libros sagrados. En la segunda capilla hay un precioso texto funerario criptogr¨¢fico que tiene como tema el triunfo de la luz, es un texto de una calidad alqu¨ªmica. Sobre la transformaci¨®n del cuerpo en luz.
El misterio de Carter en realidad es su propia personalidad. Se sinti¨® muy humillado en un medio que entonces estaba reservado para ricos y arist¨®cratas. Ten¨ªa muy mal car¨¢cter. Y estaba enamorado de la hija de su patr¨®n Lord Carnarvon, una relaci¨®n imposible en aquella ¨¦poca. Ese fue su drama.
?No es raro que Carter y su equipo no descubrieran las salas de las que se habla ahora? Piense que durante bastante tiempo, al entrar en conflicto con los egipcios, a Carter se le prohibi¨® entrar en la tumba. Y ¨¦l buscaba a Tutankam¨®n, no a Nefertiti. A veces, si no tienes la idea de que pueda haber algo m¨¢s, no lo buscas.
Usted est¨¢ ahora m¨¢s bien en otro asunto. As¨ª es, acabo de publicar J¡¯ai construit la Grande Pyramide. No, no es que me haya vuelto loco. Es una novela protagonizada por un personaje nacido hace 5.000 a?os que empieza a trabajar de jovencito en la pir¨¢mide de Keops, luego pasa a ser jefe de equipo¡ durante los 20 a?os de la construcci¨®n. El objetivo es explicar c¨®mo se construy¨® esa maravilla. Hace medio siglo que confecciono un dossier sobre la pir¨¢mide. Me faltaban algunos detalles t¨¦cnicos, pero en los ¨²ltimos tiempos se han descubierto evidencias muy claras: la clave es la rampa interior, tan indispensable como la exterior para izar las enormes piedras. Una cosa muy bonita del libro es que muestro que el chico construye la pir¨¢mide y a la vez esta lo construye a ¨¦l como ser humano. Lo que t¨² haces, te hace a ti.
Napole¨®n estuvo dentro y le impresion¨® mucho. Le dio la idea de eternidad.
Los egipcios la construyeron pensando que se pod¨ªa vencer a la muerte, la Gran Pir¨¢mide
A m¨ª siempre me ha producido mucha claustrofobia. Mucha gente es incapaz de ascender hasta la c¨¢mara del rey. En un d¨ªa con muchas aglomeraciones, con el calor, la angustia, te puedes desmayar. Hay otro miedo que es cuando te haces consciente del impresionante poder emocional de la pir¨¢mide, cuando lo percibes. Los egipcios la construyeron pensando que se pod¨ªa vencer a la muerte, la Gran Pir¨¢mide es una encarnaci¨®n de esa idea. Dentro te puedes sentir aplastado, agobiado, reducido a la insignificancia, y a la vez elevado. Hay algo all¨ª dentro que te inspira, que te hace subir. Como bien sabes, hay tres c¨¢maras. ?Has estado en la de abajo del todo? ?S¨ª?, pues has debido pasarlo mal. Ah¨ª percibes el peso de la pir¨¢mide encima. En la Gran Galer¨ªa, sin embargo, subiendo hacia la c¨¢mara del rey, te sientes como un p¨¢jaro. Cuanto m¨¢s subes, m¨¢s te recuperas. Y en la c¨¢mara del rey la sensaci¨®n es de profunda paz.
Usted no cree que haya nada inexplicable en la construcci¨®n de la Gran Pir¨¢mide. Es una cuesti¨®n de c¨®mo se organizaron las canteras, las cuadrillas de trabajadores; hab¨ªa cuatro grandes equipos, uno por cada lado de la pir¨¢mide. Exist¨ªan rivalidades por cu¨¢l avanzaba m¨¢s r¨¢pido. Es fascinante entender c¨®mo se organiz¨® toda una ciudad de trabajadores ¨Cde los que hemos encontrado las casas y los cementerios¨C en torno a la pir¨¢mide. Y, por supuesto, aunque cuesta tanto que la gente lo entienda de una vez, no eran esclavos.
?Hay espacios desconocidos a¨²n dentro de la Gran Pir¨¢mide? Es la gran cuesti¨®n. Hay toda una escuela de piramid¨®logos, que no son egipt¨®logos, persuadidos de que la verdadera c¨¢mara del fara¨®n Keops est¨¢ a¨²n por encontrar, con todo su mobiliario funerario. Yo no lo creo. Se hall¨® una c¨¢mara con arena, pero era una c¨¢mara de amortiguaci¨®n; posiblemente habr¨¢ otras. Pero ?c¨¢mara ceremonial oculta? En una estructura tan perfecta como la pir¨¢mide no me lo parece. Aunque, ojo, hay que ser muy cauto, en Egipto puede pasar de todo. Nunca puedes decir del todo ¡°yo s¨¦¡±. Ser¨ªa formidable que hubiera un secreto all¨ª dentro.
Pero harto improbable. Eso me parece.
Dice usted que las pir¨¢mides no son tumbas. En realidad s¨ª lo son. No en el exacto sentido nuestro. Son¡ el horno del alquimista, por decirlo as¨ª, un lugar donde la muerte se transformaba en vida. Los Textos de las Pir¨¢mides, aunque no los hay en las de Guiza, nos permiten acercarnos a esos conceptos. Los de la pir¨¢mide de Unas, en Saqqara, son mi biblia, un libro de piedra. La pir¨¢mide es Osiris, una plasmaci¨®n del cuerpo de Osiris. No es una tumba, es lo contrario. Si comprendes eso, lo comprendes todo. Si le interesa el tema de Osiris y sus escatolog¨ªas, hay ahora una exposici¨®n muy interesante en el Instituto del Mundo ?rabe de Par¨ªs.
En sus libros sobre Egipto aparece recurrentemente la importancia sagrada de la luz. Es algo que le obsesiona al parecer y que ha alentado la idea de que es usted algo mas¨®n. Tambi¨¦n se me hace pasar por gur¨², lo que desde luego no soy. La luz es algo fundamental en la civilizaci¨®n egipcia. El origen de todo es la luz. Lo que explica la preeminencia de Ra, s¨ªmbolo de la luz solar, dios demiurgo, dador de la vida. La luz es la materia primera del universo. El n¨²mero de textos sagrados que hablan de la luz es enorme. De hecho, lo que nosotros llamamos Libro de los Muertos, ellos lo denominaban Libro de la Salida al D¨ªa o Libro de la Emergencia de la Luz. La Biblia ha recogido eso en las palabras de Yahv¨¦ en el G¨¦nesis, ¡°H¨¢gase la luz¡±. Las propias pir¨¢mides, que estaban recubiertas de blanca piedra calc¨¢rea, eran un flas luminoso que inundaba la tierra, un deslumbramiento que significaba y apuntalaba la vida.
Christian Jacq

Par¨ªs, 1947. Su deslumbramiento con Egipto comenz¨® a los 13 a?os, cuando le regalaron los tres tomos de la Historia de la civilizaci¨®n del Antiguo Egipto, de Jacques Pirenne. Pero el gran encuentro fue a los 17 a?os, cuando visit¨® por primera vez el pa¨ªs del Nilo. Fue ?en viaje de novios!, con su mujer, Fran?oise (la pareja tuvo que pedir una dispensa para la boda), su gran amor. Autor de cerca de 150 libros (novelas, ensayos, obras para ni?os y un buen n¨²mero de relatos policiacos firmados con distintos seud¨®nimos), destacan en su producci¨®n las series El juez de Egipto, La piedra de luz, Los misterios de Osiris y, sobre todo, su gran ¨¦xito, Rams¨¦s. Su primer best seller, en 1987, fue El egipt¨®logo, una novela sobre Champollion.
Toda esa intensidad con la que vive usted el Antiguo Egipto, ?acaso cree que no est¨¢ muerto? Para m¨ª no. Hist¨®ricamente s¨ª, claro, est¨¢ muerto. Como est¨¢ muerto su concepto de monarqu¨ªa enterrado con la revoluci¨®n. La instituci¨®n fara¨®nica nunca fue abolida oficialmente en Egipto, ?sabe?, al menos de manera formal. En fin, es obvio que hoy no hay faraones, pero el Egipto Antiguo, su esencia, no ha muerto por dos razones: porque el arte no muere jam¨¢s y sigue hablando a todo el mundo, y persisten unos valores que nos podr¨ªan ser muy ¨²tiles hoy.
?No est¨¢ usted idealizando a los antiguos egipcios? No. Hubo muchos problemas entonces, hambre, grandes crisis, guerras, gobernantes criminales. Pero en cierta manera, en sus ¨¦pocas de esplendor, la era de las pir¨¢mides o el Imperio Nuevo, la espiritualidad, el arte, la econom¨ªa se juntaron para producir altas realizaciones humanas. Me emociona su fundamental concepto de Maat, la justicia, el equilibrio, la armon¨ªa. Lograr la Maat, restaurarla, era un empe?o cotidiano, una aspiraci¨®n diaria. En Egipto, el mal jam¨¢s pod¨ªa justificarse. La justicia era un valor absoluto y fundamental. Por eso Egipto no ha muerto. Y ah¨ª tiene el papel de la mujer, asombroso por su igualitarismo. La mujer pod¨ªa ser jefe de Estado, ?fara¨®n!, primer ministro, sacerdotisa. Ten¨ªa la decisi¨®n de su matrimonio, divorcio, contraconcepci¨®n. No le hablo de asuntos esot¨¦ricos, sino eminentemente pr¨¢cticos.
En sus novelas ha tenido como protagonistas, a menudo en primera persona, a Rams¨¦s II, Nefertiti, Cleopatra, Champollion¡ ?Cu¨¢l es su favorito? ?Todos! La escritura para m¨ª es la vida, cuando escribo de Rams¨¦s soy ¨¦l, y Nefertiti. Incluso soy la Gran Pir¨¢mide cuando escribo de ella.
Me parece, si me perdona, de una soberbia muy francesa. Lo que me lleva a preguntarle por madame Christiane Desroches Noblecourt, la gran faraona de la egiptolog¨ªa, a la que pone usted a caldo en muchos de sus libros. ¡°La peque?a, ambiciosa y sobreexcitada egipt¨®loga francesa que lo sab¨ªa todo sobre todo¡±, escribe, ¡°y habr¨ªa merecido la medalla de oro en las olimpiadas de la vanidad¡±. La conoc¨ª, era una mujer de armas tomar, muri¨® en 2011. Ella tambi¨¦n le ten¨ªa atravesado a usted. El problema a menudo son los maestros. Si ten¨ªas uno, entonces eras enemigo de los que ten¨ªan otro. Aparte, ella cre¨ªa que Egipto le pertenec¨ªa y se tom¨® como un intrusismo mi serie de novelas sobre Rams¨¦s II. No le gust¨® que funcionara tan bien [vendi¨® 13 millones de ejemplares].
Se le conoce como el Escriba, pero no le desentonar¨ªa que le dieran el t¨ªtulo de Gran Copero del Rey vista la proliferaci¨®n de caldos fara¨®nicos en sus novelas, toda una vinacoteca. ?Sabe que el primer objeto arqueol¨®gico que se hall¨® era una jarra de vino? A un gran vino se le daba la denominaci¨®n de 14 veces Nefer. Nefer, nfr, escrito con el jerogl¨ªfico de la tr¨¢quea y el coraz¨®n, es buena fortuna, hermosura, felicidad.
La guapa cortesana de Sinuh¨¦ el egipcio, novela de Waltari, es Nefernefer. Catorce veces Nefer no ser¨ªa un Beaujolais¡ [Risas]. No.
En sus novelas aparece mucho la magia. Su papel en el Antiguo Egipto lo he comprendido bien gracias a mi maestro Jean Yoyotte. No era un asunto de ilusionismo, sino una verdadera ciencia reservada a cierto n¨²mero de personas. Ser mago era entender que hay fuerzas invisibles igual que hay otras visibles.
Apenas ha dicho esto Christian Jacq y mi vaso de cocacola se vuelca y se derrama sobre los papeles de la entrevista, convirti¨¦ndolos en un amasijo similar a viejos papiros. Jacq esboza una sonrisa. ¡°El viento no lo ves, pero observa su efecto¡±. Para no quedarme atr¨¢s, saco del bolsillo mi viejo escarabajo de madera adquirido en un anticuario de Luxor y lo pongo sobre la mesa. ¡°Bonita pieza, observe la corona de rayos solares¡¡±.
No se ha hecho ninguna pel¨ªcula de sus novelas. Jean Jacques Annaud, del que soy amigo y al que le interesa mucho Egipto, quer¨ªa hacer una de mi Rams¨¦s, el hijo de la luz, pero resultaba muy caro.
No hemos hablado de sexo. Hab¨ªa una gran libertad en Egipto. ?Conoce el papiro er¨®tico de Tur¨ªn? Entonces ya sabr¨¢ que no hay nada nuevo bajo el sol. Para ellos la desnudez no era ning¨²n problema. Y no ten¨ªan ning¨²n tab¨², a excepci¨®n de la infidelidad, eso tan de moda hoy. Como no estaba bien vista la mentira¡
?Me olvidaba de preguntarle por las momias! Nuestra atracci¨®n por ellas se debe a nuestro inter¨¦s por la muerte. No son cuerpos normales, sino el cuerpo osiriaco, al que se le ha extra¨ªdo todo lo que se va a pudrir. La momia es lo contrario a la muerte: huele bien, es un dispositivo para un viaje a la eternidad.
?Qu¨¦ opini¨®n tiene de la egiptolog¨ªa espa?ola? Han despegado completamente. Lo que hace Gal¨¢n con la tumba de Djehuty y las dem¨¢s que est¨¢ descubriendo es formidable.
La tumba maldita es la primera de su nueva serie de novelas protagonizada por Sema, segundo hijo de Rams¨¦s II e Iset la Bella, un chico sensible y superdotado intelectualmente, devoto de Ptah, que investiga el robo por un mago negro del jarr¨®n sellado de Osiris y sus terribles secretos. S¨ª, es un personaje real, el pr¨ªncipe Jaemuaset, conocido en la literatura egipcia como Setna. Se le considera el primer egipt¨®logo, pues excav¨® y restaur¨® muchos monumentos. La serie consta de cuatro novelas, que ya est¨¢n todas publicadas en franc¨¦s. Me encanta el personaje. Tengo aqu¨ª una foto de su m¨¢scara funeraria, hallada por Mariette en Saqqara. ?Quiere verla? Va, se la dedico.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
