Un hospital surgido de las cenizas
Cuando estall¨® la violencia en 2013, el centro sanitario de Bor fue saqueado Ya ha retomado su actividad, pero los recursos escasean
Mhol tiene dos a?os y cuatro meses. Ha sido ingresado en el hospital con desnutrici¨®n aguda y malaria, igual que la mayor¨ªa de los ni?os que ocupan la sala de pediatr¨ªa. Cuando lleg¨® ten¨ªa fiebres altas y convulsiones. Sentada en la cama n¨²mero 16 est¨¢ su madre, Yuol Abijok. Explica que su peque?o naci¨® durante la guerra y que todos sus hijos son v¨ªctimas de ella. ¡°Cuando todo comenz¨®, en diciembre, hu¨ª con mis tres hijos a Uganda y vivimos en un campamento de refugiados. Sobrevivir fue muy dif¨ªcil: no ten¨ªamos suficiente comida y, debido a las fuertes lluvias, el campamento se inundaba a menudo, provocando enfermedades a los m¨¢s peque?os¡±, recuerda.
El fr¨¢gil sistema de salud de Sud¨¢n del Sur, pobre incluso antes de la crisis, ha empeorado despu¨¦s de que m¨¢s de la mitad de los centros de atenci¨®n m¨¦dica fueran destruidos. Cuando la violencia comenz¨® a extenderse en el pa¨ªs, en diciembre de 2013, Bor fue una de las primeras ciudades en ser golpeada. De diciembre a enero del a?o siguiente, la ciudad cambi¨® de manos varias veces entre las fuerzas gubernamentales y de la oposici¨®n, provocando que 70.000 civiles huyeran y acabaran refugi¨¢ndose en campamentos dentro del pa¨ªs o en las fronteras vecinas. El hospital de esta ciudad fue saqueado y todo el personal y los pacientes huyeron.
El hospital de Bor, de paredes impregnadas en cal envejecida, presenta hoy una actividad moderada. En el interior del ¨¢rea pedi¨¢trica, Rosana prepara la comida para dos pacientes de 14 y 18 meses en una habitaci¨®n impoluta de paredes de color ocre. Un gr¨¢fico explica a los enfermeros las dosis necesarias que tienen que suministrar en funci¨®n de la edad y el peso del beb¨¦. Debido a que muchas madres sufren tambi¨¦n malnutrici¨®n y no pueden alimentar adecuadamente a sus reci¨¦n nacidos, es necesaria una ayuda suplementaria. Sobre todo se utilizan los preparados F-100 (tambi¨¦n conocido como la f¨®rmula para ponerse al d¨ªa) o el F-75 (denominado f¨®rmula de arranque) con una mezcla de leche concentrada en polvo y otros ingredientes como cereales molidos o az¨²car. El producto final tiene la apariencia de una harina fina que es rebajada con dos medidas de agua. Otro de los alimentos utilizados es el llamado Plumpy Nut, una pasta alta en prote¨ªnas realizada a base de cacahuetes y envasada en un sobre pl¨¢stico.
El comod¨ªn de la experta
Mary Atit es la enfermera responsable en el ¨¢rea infantil del hospital.
?C¨®mo llegaste hasta Bor?
"Yo nac¨ª en Jartum, la capital de Sud¨¢n. Ese fue un tiempo en el que todos form¨¢bamos parte de una misma estructura estatal. Mis padres me concienciaron sobre la suerte que estaban corriendo mis compatriotas en el sur as¨ª que, despu¨¦s de la independencia, llegu¨¦ a Juba para trabajar como enfermera. Ahora llevo un a?o intentado no s¨®lo curar las enfermedades, sino el odio enquistado. Yo soy de Sud¨¢n¡ ?Pero y qu¨¦? Todos somos personas".
Como mujer, ?puedes desarrollar tu trabajo sin problemas en tiempos inestables?
"S¨¦ a lo que te refieres. Pero cuando la gente viene aqu¨ª lo hace porque viene con problemas, y muy serios, por lo que hasta el d¨ªa de hoy no he tenido ning¨²n tipo de situaci¨®n en la que me haya puesto en peligro".
?Cu¨¢l es la demanda m¨¢s habitual de las madres que est¨¢n aqu¨ª ingresadas?
"Lo creas o no, todas quieren amor. Que las abraces, hables¡ Que les cuentes historias bonitas¡ Es en estos espacios de intimidad donde observamos lo vulnerables que somos las personas durante crisis humanitarias como la que vive la regi¨®n".
Leonor Mwangi tambi¨¦n forma parte del personal del hospital del Bor. La enfermera voluntaria procedente de Kenia, que colabora con M¨¦dicos Sin Fronteras, lleva aqu¨ª desde el verano de 2014 y asegura que las condiciones de seguridad han mejorado debido al acuerdo de paz de agosto. ¡°Pero los recursos para atender a los pacientes escasean. La mayor¨ªa presenta enfermedades tratables como la malaria, pero se mueren¡±.
Los ¨ªndices de malaria, de hecho, son muy altos en todo el pa¨ªs, especialmente en las zonas lim¨ªtrofes con las orillas del Nilo. ?ste es el caso de Bor. A pesar de la insistencia en instalar redes mosquiteras y llevar ropa larga al caer el sol, Unicef ha registrado m¨¢s de un mill¨®n de casos en todo el pa¨ªs. En principio, y con los tratamientos adecuados, la malaria podr¨ªa dejar de ser una enfermedad mort¨ªfera. ¡°Pero ¨¦sta no es la realidad en estas latitudes¡±, comenta Mary Atit, enfermera responsable en el ¨¢rea infantil del hospital de Bor y que lleva unos segundos con la mirada clavada en una caja de cart¨®n vac¨ªa. ¡°?Sabes qu¨¦ significa? Que no tenemos m¨¢s pruebas r¨¢pidas para detectar la malaria¡¡±, replica, enfadada, mientras se deshace de los guantes despu¨¦s de extraer la ¨²ltima muestra de sangre que ha analizado. El ni?o ha dado positivo.
El pa¨ªs ha presentado, tradicionalmente, una alta carga de enfermedades como la malaria, el sarampi¨®n, el c¨®lera, el kala-azar, la diarrea acuosa aguda y las infecciones respiratorias. Tanto en Juba, la capital, como en Bor, se dieron 1.751 casos de c¨®lera y 46 fallecimientos hasta octubre de 2015. El 24% de las muertes fueron de ni?os menores de cinco a?os. Aproximadamente el 80% de los servicios sanitarios est¨¢n siendo atendidos por ONG y s¨®lo un 20% por el Gobierno del pa¨ªs, seg¨²n Unicef. Cuando la crisis estall¨®, muchas agencias de ayuda fueron forzadas a abandonar las zonas m¨¢s castigadas por la violencia, por lo que quedaron desprovistas de cualquier tipo de asistencia m¨¦dica.
El acceso a agua limpia y saneamiento adecuado es un derecho humano y uno de los pilares del desarrollo de cualquier pa¨ªs. Pero la realidad es que todav¨ªa un 86% de la poblaci¨®n defeca al aire, lo que provoca enfermedades como la diarrea, el c¨®lera o la hepatitis E. Aqu¨ª tambi¨¦n se registran el 98% de los casos de la enfermedad de la lombriz de Guinea del mundo.
Otro desaf¨ªo en materia de salud es el estado de las carreteras. Durante la ¨¦poca seca se pueden transitar aunque la inseguridad es un factor predominante. Cuando las lluvias anegan las redes de comunicaci¨®n por tierra, las organizaciones internacionales y las ONG se ven obligadas a utilizar solo el transporte a¨¦reo, una medida que encarece a¨²n m¨¢s los presupuestos para los dispositivos de emergencia.
Comod¨ªn del experto
Peter Agot es el responsable de los programas de nutrici¨®n en el hospital de Bor y trabaja para la ONG Save the Children. Es alto, delgado y de hablar pausado. La guerra le ha hecho perder, entre otras cosas, el estr¨¦s. "Llegu¨¦ el 12 de mayo de 2014 y la situaci¨®n era horrible. La guerra lo destruye todo¡ Tambi¨¦n las almas. En el hospital no hab¨ªa nadie, todos hab¨ªan huido al otro lado del r¨ªo o se ocultaban en el bosque. Aqu¨ª, en la ciudad, no hab¨ªa luz y no es una met¨¢fora. Ahora la situaci¨®n, aunque grave, est¨¢ mejorando debido a que no hay guerra".
?Cu¨¢les son los principales desaf¨ªos tiene el hospital?
"No tenemos facilidades para desarrollar nuestro trabajo. Por ejemplo, cuando el c¨®lera infect¨® a cientos de personas hace unas semanas, en el hospital tuvimos que dar prioridad a estos pacientes. Tuvimos que seguir trabajando bajo la sombra de los mangos y en las calles cercanas".
?Por qu¨¦ cree que la malnutrici¨®n debe ser un tema central en las agendas pol¨ªticas?
"La gente piensa que la nutrici¨®n no es un conflicto, pero los que trabajamos en este sector sabemos que es una batalla diaria. Mucha gente no entiende la importancia de nuestros consejos porque son ignorantes, pero la malnutrici¨®n no es sino una de las aristas que presenta la pobreza. La educaci¨®n combinada con inversi¨®n en recursos para que podamos tratarla y prevenirla es parte de la soluci¨®n".
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