El dolor cercano por el pa¨ªs de las libertades

?Por qu¨¦ ese luto por las v¨ªctimas de Par¨ªs y no por las de otros atentados como los del jueves en Beirut? La cuesti¨®n sobre el valor de unas y otras v¨ªctimas se repite cada vez que hay una desgracia en alg¨²n lugar del mundo. En nuestro oficio, los desalmados periodistas zanjamos hace tiempo la cuesti¨®n: humanamente no hay muertes de primera ni de segunda, informativamente unas son m¨¢s relevantes que otras, dependiendo de las circunstancias y del p¨²blico destinatario de las noticias. Pero en este caso el debate ha trascendido a los medios y se ha generado una ruidosa pol¨¦mica en torno a los miles de internautas que ti?eron su foto de perfil en Facebook con los colores de la bandera francesa, y sobre la propia red social por no habilitar en otras tragedias la herramienta para hacerlo.

Hace m¨¢s de 2.000 a?os, Terencio hizo pronunciar a Cremes, personaje de una de sus comedias, una frase que puede centrar parte del debate: ¡°Nada de lo humano me es ajeno¡±. La frase del autor latino ha quedado como lema de aquellos que se sienten integrantes de una humanidad unida, frente al ego¨ªsmo individual o la ambici¨®n de clanes, tribus y pa¨ªses. Hoy las redes sociales y la revoluci¨®n de las comunicaciones han facilitado ese ejercicio de empat¨ªa poniendo rostro y nombre inmediatos a compa?eros de especie sufrientes as¨ª est¨¦n en la otra esquina del mundo.

Comprendemos as¨ª desde hace siglos, y vemos en tiempo real desde hace pocos a?os que, desde un punto de vista humano, los muertos valen igual. Pero tambi¨¦n es humanamente comprensible que nos espante m¨¢s un suceso as¨ª en una ciudad en paz que en una zona de guerra y que nos sobrecoja m¨¢s la muerte de un familiar que la de un extra?o. Buena parte de los habitantes de este planeta ha visitado Francia, ha le¨ªdo a sus escritores, ha disfrutado con sus platos y ha llorado o re¨ªdo con sus pel¨ªculas. Para un espa?ol, es adem¨¢s el pa¨ªs m¨¢s pr¨®ximo, compa?ero en el proyecto europeo y rival, antes en la guerra y ahora en el deporte. La cercan¨ªa acent¨²a adem¨¢s otro sentimiento m¨¢s ego¨ªsta, pero tambi¨¦n entendible: el pavor a?adido de ver una tragedia que pod¨ªa habernos pasado a nosotros.

Y a¨²n hay una ¨²ltima raz¨®n para lamentar con especial dolor las muertes de Par¨ªs. Francia es la madre de la Ilustraci¨®n y de algunas de las ideas m¨¢s felices que han configurado una civilizaci¨®n que, con defectos y algunos enormes cr¨ªmenes, ha proporcionado a sus ciudadanos las mayores cotas de libertad de la historia. La que ha protegido m¨¢s a las minor¨ªas y la que ha extendido m¨¢s los derechos. Una civilizaci¨®n en la que uno puede vivir, y al mismo tiempo ponerla a parir, lo cual es una gran ventaja. Y ha sido justamente a esa civilizaci¨®n ¡ªque nos permite criticarla, vestirnos como nos parezca, disfrutar a nuestra manera, beber lo que nos d¨¦ la gana, casarnos con quien queramos, y colorear a nuestro gusto la foto de Facebook¡ª a la que han atacado estos salvajes. Y la han atacado, precisamente, por estos motivos.