?Refugiados o migrantes? Seres humanos
¡°Sab¨ªamos que pod¨ªamos morir en el mar durante nuestro viaje, pero una muerte probable en el mar es mejor que una muerte segura en casa¡±, un padre sirio
Esto no es una historia
Hace unas semanas cog¨ª mi coche a las cinco de la ma?ana para coger el primer tren que cubre el trayecto entre Ginebra y Zagreb, y seguir despu¨¦s hacia Belgrado. Un largo viaje para pasar varias semanas cubriendo la crisis de los refugiados. Normalmente salgo de casa m¨¢s tarde para dejar a mi hijo en el colegio, aunque a veces coge el autob¨²s. El transporte p¨²blico suizo es de gran calidad. Los taxis son incluso mejores. Una vez ped¨ª uno para las seis de la ma?ana y el operador se disculp¨® porque no hab¨ªa uno disponible hasta las 6.05. Yo protest¨¦.
Mi labor en este viaje era hacer de int¨¦rprete ¨¢rabe-ingl¨¦s. Tambi¨¦n quer¨ªa volver con historias personales e im¨¢genes que ayudaran a aclarar tantos misterios sobre los refugiados: ?qui¨¦nes son? ?Por qu¨¦ huyen? ?D¨®nde van? Durante el trayecto en tren repas¨¦ mis notas sobre narraci¨®n. Todas coinciden en que todas las historias tienen una estructura b¨¢sica: comienzo, nudo y desenlace. Pero definitivamente esto no es as¨ª en las historias de refugiados.
Una semana con los refugiados
La semana empez¨® con tranquilidad. Llegamos de noche a la estaci¨®n de autob¨²s, que est¨¢ junto a un parque p¨²blico. En el parque hab¨ªa peque?as tiendas de campa?a. Al principio no me di cuenta de lo que eran. Parec¨ªan las peque?as tiendas de pl¨¢stico que los ni?os usan en los picnics. Pero no. M¨¢s tarde me enter¨¦ de que eran tiendas de refugiados.
?No deber¨ªa ser el mundo entero amigable para los ni?os?
Al d¨ªa siguiente fuimos a un espacio amigo de la infancia para ni?os, establecido por UNICEF y otras organizaciones. ¡°Espacio amigo de la infancia¡±. ?No deber¨ªa ser el mundo entero amigable para los ni?os? ?Necesitamos crear un sitio especial para que los ni?os se sientan seguros y tengan una infancia? Desafortunadamente, el mundo no es amigable para los ni?os refugiados.
A la entrada del espacio amigo de la infancia hab¨ªa folletos sobre el proceso de solicitar asilo, orientaci¨®n sobre lactancia materna y consejos para apoyar a los ni?os durante la crisis. En el interior hab¨ªa mesas con comida, bebida, juguetes, puzles, papel y pinturas. Al fondo, una colchoneta para jugar y descansar. Cog¨ª una pelotita de pl¨¢stico y empec¨¦ a jugar con Ahmed, de 10 a?os.
La vida en tr¨¢nsito
Para muchos viajeros, estar en tr¨¢nsito es una de las partes m¨¢s irritantes del viaje, sobre todo si el vuelo se retrasa. Tienes que esperar en una sala, tomar un refresco o un aperitivo, ver la tele, escuchar m¨²sica, navegar por Internet, revisar los mails o las redes sociales¡ ?Menudo engorro!
Durante esa semana conoc¨ª a mucha gente cuya vida entera est¨¢ en tr¨¢nsito, esperando salir no saben cu¨¢ndo ni a d¨®nde. De hecho, podr¨ªa ser a otro lugar de tr¨¢nsito.
En los centros de refugiados y asilo en Serbia y Croacia, y en las fronteras entre muchos de los pa¨ªses de la antigua Yugoslavia, conoc¨ª a mucha gente en tr¨¢nsito. Algunos los llaman refugiados, otros migrantes. Yo prefiero llamarles seres humanos. Es c¨®mo me gusta definirme a m¨ª mismo.
Vidas interrumpidas
Cada historia de cada refugiado es ¨²nica. Como la de cualquier ser humano. Pero la narrativa es la misma: una vida ordinaria, normal, interrumpida por el mismo cuento de monstruos, La Guerra. Una guerra en la que dicen ¡°no tener camello¡±, la expresi¨®n que utilizan para decir que no les interesa el tema y que no han tomado partido. Son personas y familias que huyen de Iraq y Siria tras las bombas, los cohetes y la destrucci¨®n de sus casas, oficinas y escuelas. Van en avi¨®n o caminando hasta Turqu¨ªa, despu¨¦s cogen un bote de goma por la noche hacia alguna isla griega. Son botes para 10 personas, pero suelen viajar 30, 40, 50. Cuanto m¨¢s pagas, menos compa?eros de viaje tienes. No hay capit¨¢n. Los traficantes te cogen el dinero, se?alan con el dedo un lugar en el mar, y dicen: ¡°Id hacia all¨ª¡±. No hay primera clase, no sirven comidas. Te pueden pedir que vac¨ªes tu bolsa para aligerar el peso. Empaquetas tus pertenencias en una mochila, luego las dejas atr¨¢s. Dejas tu pasado feliz escapando de un presente terror¨ªfico y dirigi¨¦ndote a un futuro desconocido.
Los refugiados que sobreviven ¡ªy no todos lo hacen¡ª van de Ir¨¢n, Turqu¨ªa o Grecia, hasta la antigua Rep¨²blica Yugoslava de Macedonia, Serbia, Croacia, y tienen esperanza de llegar a Alemania, Suecia o alg¨²n pa¨ªs de Europa occidental. La mayor¨ªa son sirios, iraqu¨ªes, y hay algunos afganos, paquistan¨ªs y africanos.
Conozco a Zahraa, una ni?a siria que lleva dos a?os sin ir al colegio. Est¨¢ ayudando a su hermano con un puzle, y dibujando un jard¨ªn soleado con flores y mariposas. Hablo con Sarah y Ousssam, una joven pareja iran¨ª que result¨® herida durante su viaje, en el que llevaban a su beb¨¦ de dos meses, Haydar (le¨®n en ¨¢rabe), enfermo. Oussam, funcionario sun¨ª, fue perseguido en Iraq por casarse con una chi¨ª. Sarah buscaba desesperadamente un chupete para su beb¨¦. Vi a Baraa, un beb¨¦ sirio cuyo nombre significa inocencia. Habl¨¦ con Hayla, una joven siria que viajaba con su hija de 6 a?os, Judy. ?D¨®nde terminar¨¢n Zahraa, Sarah, Hayla y Judy?
Udai
Pero mi momento m¨¢s inolvidable lo viv¨ª con Udai, un ni?o de 13 a?os no acompa?ado. Esperamos a que volviera de la escuela del centro serbio para solicitantes de asilo. Aprovechamos para visitar el centro: el comedor, el taller de costura, las aulas, las salas. Las pinturas y dibujos de los ni?os contaban mucho. Un p¨®ster recog¨ªa los dibujos de ni?os de todo el mundo dentro de un coraz¨®n gigante.
Los dibujos de los ni?os reflejan sus recuerdos y esperanzas: cielos soleados, jardines con hierba, flores, Pap¨¢ Noel, las banderas de sus pa¨ªses, helados.
Me gustaron las citas colgadas en las paredes: ¡°No eduques a tu hijo para ser rico. Ed¨²cale para ser feliz. As¨ª, cuando crezca, conocer¨¢ el valor de las cosas, no su precio¡±. ¡°Las mejores cosas de la vida son gratis: abrazos, sonrisas, amigos, besos, familia, dormir, amor, buenos recuerdos¡±.
Los dibujos de los ni?os reflejan sus recuerdos y esperanzas: cielos soleados, jardines con hierba, flores, Pap¨¢ Noel, las banderas de sus pa¨ªses, helados
Udai lleg¨® corriendo. Es la clase de ni?o que ves en tu vecindario y piensas: ¡°Qu¨¦ ni?o tan agradable, decente e inteligente¡Me gustar¨ªa que fuera amigo de mis hijos¡±. Udai dej¨® Siria con sus padres, su hermano y su hermana hace m¨¢s de un a?o. Fueron a Turqu¨ªa, donde compartieron un apartamento con otros refugiados. El padre trabaj¨® durante un tiempo para ahorrar algo de dinero, y despu¨¦s parti¨® a Alemania con su hija. No hab¨ªa dinero suficiente para que todos se fueran a la vez. Trabaj¨® en Alemania, consigui¨® algo m¨¢s de dinero y logr¨® que su mujer y el hijo peque?o se unieran a ellos. Udai se qued¨® solo durante cinco meses. Despu¨¦s fue en bote de Turqu¨ªa a Grecia. Udai y yo hablamos sobre deporte (le encanta el baloncesto), cine (sobre todo comedias) y mucho m¨¢s. Va al colegio y est¨¢ aprendiendo serbio. Le gusta sobre todo la gimnasia y la m¨²sica, y ha hecho nuevos amigos.
Conectando a las personas
Pero su mejor amigo es, probablemente, su tel¨¦fono m¨®vil. Udai lo utiliza para hablar con sus padres todos los d¨ªas, para navegar por internet, jugar, ver la tele, hacer fotos y repasar los buenos recuerdos. Nos cuenta orgulloso que su hermana, siempre inteligente y estudiosa, consigui¨® las notas m¨¢s altas en su escuela alemana en solo un a?o. Nos ense?a el peri¨®dico en el que sale su hermano menor.
La madre de Udai llam¨® en ese momento y habl¨¦ con ella. Preguntaba ¨Cy casi pod¨ªa escuchar los latidos de su coraz¨®n mientras lo hac¨ªa: ¡°?Cu¨¢ndo se unir¨¢ Udai a nosotros?¡±. Le asegur¨¦ que su hijo estaba en buenas manos y que ir¨ªa con ellos pronto. La felicit¨¦ por el hijo tan educado, inteligente y valiente que tiene.
Es importante recordar que los migrantes que conoc¨ª en Europa, con todo su sufrimiento e historias tr¨¢gicas, son los afortunados. Los que no han muerto en la guerra, los que ten¨ªan el dinero suficiente para pagar el largo viaje, y los que tuvieron la suerte de sobrevivir en el mar.
Fue una semana como ninguna otra. Fue una semana de personas, de movimiento, de momentos. Fue una semana de emociones, de tristeza y de esperanza. Espero que Zahraa, Haydar, Judy, Uday y el resto de ni?os logren acabar la escuela, incluso si llegaron a ella en un bote de goma.
Somos ellos
De vuelta a casa, recordaba las palabras del libro El poder de los otros: ¡°siempre deber¨ªas ser consciente de que cada persona es, b¨¢sicamente, t¨². Siempre deber¨ªas tratar a la gente como si pensaras que son t¨²¡±. Los famosos versos del poeta John Donne: ¡°Ning¨²n hombre es una isla, completo en s¨ª mismo¡cualquier muerte de un hombre me reduce, porque formo parte de la humanidad¡±. Y las palabras del Dalai Lama: ¡°Para superar nuestra tendencia a ignorar las necesidades y derechos de los otros, necesitamos recordarnos a nosotros mismos algo que es obvio: que, b¨¢sicamente, todos somos lo mismo¡±.
Omar Mahmoud, UNICEF Ginebra
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