Art¨ªculos m¨¢s que defectuosos
PorAlejandro Bachiller, de Ingenier¨ªa sin Fronteras.
'Me compr¨¦ el nuevo Zapatophone-6, a los dos meses cambiaron el sistema operativo y todo empez¨® a ir lent¨ªsimo. Lo actualic¨¦ y todo solucionado'. Quien no haya escuchado esta conversaci¨®n o lo haya vivido en primera persona, es que no vive en este mundo en el que la obsolescencia programada se ha vuelto vertiginosa: la industria de las telecomunicaciones administra cada innovaci¨®n al mil¨ªmetro, haci¨¦ndonos absolutamente dependientes de sus estrategias de ventas, tenga las consecuencias que tenga en el medio ambiente o en las manos que ensamblan todos nuestros gadgets.
Al fin y al cabo, un sistema operativo puede no tener mayor importancia, de acuerdo. El problema es que el ciclo de vida de los productos electr¨®nicos es cada vez m¨¢s corto. Los consumidores buscamos una mayor variedad de funciones a menor coste y en el m¨ªnimo tiempo posible. Y por otra parte las principales empresas de la industria electr¨®nica buscan fabricar productos electr¨®nicos cada vez m¨¢s peque?os y ligeros a trav¨¦s de la nanotecnolog¨ªa, as¨ª como la producci¨®n a gran escala de estos dispositivos al menor coste econ¨®mico.
Pero todo esto tiene asociado un importante coste aparte del econ¨®mico: el coste social y medioambiental. A lo largo del ciclo de vida de sus productos, la electr¨®nica es el sector que mayor violaci¨®n de derechos humanos envuelve.
En la fase de extracci¨®n, tanto la ONU como diversas ONG han relacionado la extracci¨®n de los llamados ¡°minerales de conflicto¡± con constantes violaciones de los derechos humanos y millones de muertos y desplazados en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC). Aunque la lista de minerales de conflicto es mayor, com¨²nmente se destacan cuatro, la casiterita, la columbita-tantalita o colt¨¢n, el wolframio y el oro. Todos ellos son componentes esenciales en multitud de productos electr¨®nicos, y por esta raz¨®n, los impactos sociales, pol¨ªticos y medioambientales asociados con la extracci¨®n y el suministro de los citados minerales puede ser atribuido de una manera m¨¢s o menos directa a la industria electr¨®nica.
Desde el Consejo de Seguridad de la ONU se ha alentado a los pa¨ªses miembros a regular el comercio de los minerales de conflicto. La Comisi¨®n Europea ha publicado una propuesta de regulaci¨®n. Su votaci¨®n fue paralizada tras la aprobaci¨®n de la enmienda 155, que propon¨ªa obligar a todas las empresas de la cadena de suministro (no s¨®lo a las importadoras y fundidoras de minerales) a informar sobre su utilizaci¨®n. Desde Ingenier¨ªa Sin Fronteras (ISF) pensamos que la superficialidad y generalidad de la propuesta de regulaci¨®n no ayuda a que la extracci¨®n y el comercio de estos minerales dejen de financiar conflictos armados. Una regulaci¨®n profunda fomentar¨ªa pr¨¢cticas empresariales responsables a lo largo de toda la cadena de producci¨®n contribuyendo al fortalecimiento de la situaci¨®n socio-econ¨®mica de las zonas de conflicto.
Por otra parte, la fase de fabricaci¨®n y ensamblaje llevada a cabo mayoritariamente en el sureste asi¨¢tico y M¨¦xico, conlleva una situaci¨®n de abusos laborales en la cadena de producci¨®n alarmante. El ansia de las subcontratas de firmas de productos electr¨®nicos por reducir costes pone en riesgo la salud de las personas que trabajan en sus f¨¢bricas, adem¨¢s de violar sus derechos humanos y contaminar el medio. Todo facilitado por la falta de regulaci¨®n estricta y de vigilancia.
Por otro lado la fase de fin de vida de un producto electr¨®nico se ve reflejada en la duraci¨®n de nuestros dispositivos. La ¡°obsolescencia programada¡± est¨¢ generando un debate entre ¨¦tica y consumismo: reparar nuestros productos electr¨®nicos es una opci¨®n con frecuencia dif¨ªcil y costosa. Y el reciclaje no siempre funciona, debido a los continuados robos en puntos limpios y la gesti¨®n ilegal de residuos. Actualmente gran parte de los residuos electr¨®nicos se exportan a pa¨ªses como Ghana o China, donde aut¨¦nticas ciudades vertedero reflejan el grave incumplimiento del Convenio de Basilea. Todo ello sumado a la competencia desleal de los fabricantes que no se responsabilizan de la gesti¨®n de sus productos al final de su vida ¨²til.
Los consumidores tenemos el poder de ser los protagonistas de la fase de uso de los productos electr¨®nicos, usando nuestros aparatos de la manera m¨¢s responsable posible y demandando que se cumplan una serie de requisitos que hagan que este sector empiece a tomar de una vez un rumbo diferente.El primer paso para elegirelectr¨®nica ¨¦ticaes informarse. Porque s¨®lo con informaci¨®n y movilizaci¨®n lograremos dispositivos menos defectuosos para todos.
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