El otro milagro peruano
El ensayo, el cine o la literatura revelan una in¨¦dita disposici¨®n a abordar de manera abierta y desacomplejada la guerra interna
Cuando el universo era ni?o en mi pa¨ªs explotaban las cosas. Los agencias bancarias, m¨¢s concretamente. Las torres de alta tensi¨®n. Tambi¨¦n explotaban las personas, cada vez m¨¢s. En el Per¨² de los ochenta empez¨® a fraguarse el miedo y durante casi toda esa d¨¦cada nos acostumbramos a temer al terruco (terrorista), pero tambi¨¦n al militar, al sucio, verde polic¨ªa, al que le vociferaban las bandas de rock subterr¨¢neo. Tras una guerra interna ¨Cdecid ¡°guerra civil¡± y os har¨¦is una idea¨C que dej¨® casi 70.000 muertos, la desconfianza se convierte en ADN. Y la desconfianza es un legado inagotable: vuelve algunas cosas innombrables, pare fantasmas que se alimentan de dolor y resentimiento. Los ¨²ltimos a?os de la guerra, Per¨² vivi¨® bajo la sombra dictatorial de Alberto Fujimori, por si fuera poco. En aquellos a?os, antes del fin del milenio, el Gobierno fujimorista deseoso de ocultar sus excesos bien hubiera adaptado las palabras de Rajoy: ¡°Deje de buscar en el pasado peruanos buenos y malos porque en realidad lo ¨²nico que encontrar¨¢ son peruanos desdichados por igual¡±.
Hoy, aunque Per¨² dista mucho de haber alcanzado el ansiado ¡°desarrollo¡± ¨Csea lo que sea hoy d¨ªa ese concepto elucubrado para diferenciar a los de arriba de los de abajo¨C, las cosas est¨¢n cambiando. Han pasado 25 a?os desde el comienzo del fin de la guerra y aparecen, finalmente, una serie de revisiones hechas desde el ensayo, el cine o la literatura que revelan una in¨¦dita disposici¨®n a abordar de manera abierta y desacomplejada el conflicto interno. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, los hijos de los militantes de grupos armados ¨Calgunos de los cuales empiezan a salir libres tras cumplir sus condenas¨C y de militares represores escriben libros que establecen di¨¢logos impensables, cineastas lime?os reivindican a mujeres provincianas que fueron violadas durante la guerra, hijos expatriados de terroristas se reencuentran con un Per¨² que desconocen.
Al parecer, el verdadero ¡°milagro peruano¡± no es el del boom gastron¨®mico o las dudosas cifras de crecimiento econ¨®mico o los millones de turistas, sino el hecho concreto de que hay una reconciliaci¨®n posible. En Los Rendidos (IEP, 2015), un libro desgarrador, el joven ensayista Jos¨¦ Carlos Ag¨¹ero ¨Chijo de senderistas ejecutados extrajudicialmente por las fuerzas militares¨C se atreve a preguntarse cosas que hasta hoy eran impensables para los peruanos. ¡°?Hay solo maldad en cada acto senderista? ?Hay una marca que lo aparta de la colectividad de seres imperfectos que pueblan nuestro pasado y nuestro presente? Quiz¨¢ s¨ª. Quiz¨¢ su barbarie fue extrema. Y perdieron su condici¨®n de cong¨¦neres. [¡] Pero ?todos?, ?todo el tiempo? ?En Sendero todos? ?Y realmente no se nos parecen?¡±. Desde una novela que tiene algo de ficci¨®n y mucho de real, La distancia que nos separa (Planeta, Per¨², 2015), Renato Cisneros ¨Chijo del Gaucho Cisneros, uno de los militares m¨¢s conocidos por sus pol¨ªticas de mano dura contra el terrorismo, sobre el que siempre pes¨® la sombra de haber dise?ado planes de aniquilamiento¨C reflexiona por su parte: ¡°?l ten¨ªa que ser el malo. Hab¨ªa trabajado durante a?os para serlo. Ning¨²n otro militar o pol¨ªtico pod¨ªa arrebatarle ese papel. ?A santo de qu¨¦ ven¨ªa yo entonces a despojarlo de su aura?¡±.
La guerra es, dec¨ªa Camus, la soledad absoluta. Tal vez hablar de ella, ponerse en el lugar del otro, hurgar en la herida por ?doloroso que resulte, sea conjurar esa soledad. Tal vez dos d¨¦cadas despu¨¦s del conflicto los peruanos empezamos a dejar de estar solos.
elpaissemanal@elpais.es
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