¡®Allons enfants¡¯
Lo que jam¨¢s imaginamos es que aprend¨ªamos para, mucho despu¨¦s, leer boquiabiertos los tuits que nos llegaban, un viernes noche, anunciando muertos y m¨¢s muertos en Par¨ªs
Qu¨¦ mal hablamos franc¨¦s Pirineos abajo. Tr¨¨s, tr¨¨s mal. Seguimos con lo de que es un idioma dulce, rom¨¢ntico, pero en nuestro acento hay poca suavidad. Si se nos da mal el ingl¨¦s¡
Como tanto espa?ol treinta?ero, algunos empezamos en el instituto poniendo morritos de letra u mientras pronunci¨¢bamos la i. Y con esa r gatuna, atrancada y gangosa, atrancada hasta el segundo trimestre. En la ESO, las clases estaban llenas, quiz¨¢ por considerarse una mar¨ªa. Poco a poco, se fueron vaciando y en el Bachillerato apenas ¨¦ramos cinco alumnas. Un lujo producto del boom de los 2000 que lleg¨® hasta los institutos de las periferias.
En esas clases, adem¨¢s de la obligada grammaire, se le¨ªan libros cortitos, fenomenalmente escritos, y se escuchaba m¨²sica popular. Tambi¨¦n se aprend¨ªa sobre lluviosos caf¨¦s parisinos, sobre rojos vinos y crujientes baguettes, sobre villas que daban al mar, perfectas para so?ar como quincea?eros.
Lo que jam¨¢s imaginamos es que aprend¨ªamos para, mucho despu¨¦s, leer boquiabiertos los tuits que nos llegaban, un viernes noche, anunciando muertos y m¨¢s muertos en Par¨ªs, calles tomadas, metros cerrados. Que esos caf¨¦s se llenar¨ªan de balas, que el vino y la sangre acabar¨ªan mezcl¨¢ndose, desparramados sobre las mesas. Que la m¨²sica con la que enton¨¢bamos bellas canciones nos ayudar¨ªa a tararear, apretando los dientes y conteniendo las l¨¢grimas, esa Marsellesa dolorosa: Allons enfants de la Patrie¡ Pronunciamos muy mal, vecinos gabachos, pero allez, allez, estimados enfants.
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