El terrorismo del futuro viene para quedarse
La amenaza terrorista que estamos sufriendo requiere actuar de inmediato; la huida o la venganza son irrelevantes para resolver el problema
Los recientes acontecimientos de Par¨ªs han conmocionado a la opini¨®n p¨²blica mundial y no es para menos. Los terroristas eran, aparentemente, nacionales franceses o belgas entrenados en Siria; los objetivos no eran lugares especialmente significativos; las v¨ªctimas, todas ellas, ciudadanos inocentes sin ninguna particularidad que los hiciera especiales; las armas utilizadas, de guerra pese al entorno enteramente civil. Cualquiera de nosotros podr¨ªa haber estado all¨ª y ser una v¨ªctima mortal.
Hace ya algunos a?os que el l¨ªquido enemigo terrorista lleva la iniciativa cuando se trata de atentar en suelo occidental. Siempre nos sorprende con gran audacia y nos golpea con dureza, multiplicando exponencialmente los efectos de sus acciones gracias al universo audiovisual en el que estamos insertos y que nos ofrece im¨¢genes de todo lo que pasa en cualquier sitio en tiempo real. Como si de un videojuego se tratara, vemos en nuestros m¨®viles y tabletas el horror, nos solidarizamos fugazmente con alg¨²n gesto bien intencionado aunque quiz¨¢ in¨²til, y a otra cosa, a seguir cada uno con lo nuestro sin recordar nuestra indignaci¨®n o conmiseraci¨®n a la hora de votar en las siguientes elecciones, a la hora de tomar decisiones.
Pero es momento de tomar decisiones, porque el modelo de terrorismo que padecemos, con independencia de nuestra posici¨®n particular a favor o en contra de la alianza o del choque de civilizaciones, requiere actuar, decidir. Podemos optar por ignorar la realidad y tratar de seguir viviendo en nuestro idealizado Occidente confiando que no nos toque en nuestra patria, en nuestra ciudad, en nuestro barrio o en nuestra familia. Podemos tambi¨¦n, c¨®mo no, optar por la huida o la venganza, actitudes contrapuestas pero igualmente irrelevantes para acabar con la amenaza, pues la deserci¨®n de nuestra responsabilidad no elimina el problema y la probablemente sencilla (si se deseara firmemente) victoria sobre terreno no occidental, ya llega tarde para evitar las l¨¢grimas en suelo propio.
Ni con los potent¨ªsimos sistemas de inteligencia artificial o los avanzados sistemas de explotaci¨®n de big data podremos evitar que quien quiere matar para combatir al infiel lo haga con un cuchillo o a mano.
Podemos incluso renunciar a la libertad y dotar a los obsoletos y burocr¨¢ticos estados todo el poder de intervenci¨®n f¨ªsica, electr¨®nica y de telecomunicaciones, extendiendo a nuestras vidas la paranoia aeroportuaria en la profec¨ªa del Gran Hermano de Orwell. Pero ni con los potent¨ªsimos sistemas de inteligencia artificial o los avanzados sistemas de explotaci¨®n de big data y reconocimiento facial o biom¨¦trico, aplicados a las calles de cualquier ciudad, podremos evitar que quien quiere matar para combatir al infiel lo haga con un cuchillo o a mano.
Mucho lamento ser agorero y tener un enfoque tan pesimista que probablemente no merezca difundirse para no quebrar m¨¢s el ¨¢nimo en estos momentos de tribulaci¨®n. Pero me temo que el terrorismo del futuro ya ha llegado y se quedar¨¢ con nosotros mucho tiempo.
Porque para encontrar una soluci¨®n es necesario hacer un replanteamiento de nuestras pol¨ªticas culturales y educativas, una verdadera comprensi¨®n del fen¨®meno religioso isl¨¢mico y, probablemente, una recuperaci¨®n de nuestros propios valores ya hoy casi olvidados y sustituidos por un relativismo suicida. Y todo ello, claro est¨¢, acompa?ado de una mayor profundizaci¨®n en la inteligencia del terror, de sus fuentes de captaci¨®n y de financiamiento, seguidas de contundentes medidas policiales y en su caso militares. Por eso, aunque estimo muy dif¨ªcil que Occidente vuelva a vivir en paz, creo que s¨®lo ser¨ªa posible con profundos cambios de actitud.
Juan Cay¨®n Pe?a es Rector de la Universidad Nebrija
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