Atascado
Nuestra sociedad est¨¢ condenada a no conocer lo inesperado. Es un claro signo de que los b¨¢rbaros est¨¢n a punto de llegar
La s¨²bita llegada de otro invierno me sume en una perplejidad que aumenta de a?o en a?o. Y es que el tiempo se arrastra y gira en c¨ªrculo. Los cambios m¨¢s notables son s¨®lo de quincaller¨ªa t¨¦cnica: modifican los h¨¢bitos y sugieren una impresi¨®n de aceleraci¨®n, s¨ª, pero no afectan a nuestra conciencia. El tel¨¦fono mejor¨® la vida de millones de personas aisladas; sus nietos, los m¨®viles, s¨®lo afectan a menores de edad.
Estos d¨ªas los diarios hablan de Einstein y sus teor¨ªas f¨ªsicas como algo vivo y actual. Sin embargo, tienen ya un siglo. Nunca hab¨ªa sido tan indolente la ciencia. Los ¨²ltimos provocadores de ideas fueron los franceses de la generaci¨®n de Foucault. Hace de eso medio siglo. Como hace ya medio siglo que insistimos en la socialdemocracia y nada mejora. Incluso los grupos de m¨²sica popular siguen usando los mismos harapos y aullando iguales t¨®picos que en el siglo pasado. Miran a la c¨¢mara con gesto adusto y hacen el fuck universal, propio de celebridades, con el ¨ªndice en ristre. Luego afirman estar contra esto y aquello y que son muy rebeldes, pero son como sus abuelos. Los suplementos juveniles de los diarios son la parte m¨¢s conservadora de los mismos. No han cambiado desde que los inauguramos los de mi quinta.
Cuando llega el invierno y los d¨ªas se acortan y salen del altillo abrigos y bufandas, todo toma un insoportable aspecto de repetici¨®n, de cosa vista. Es el tedio de la quietud. El d¨ªa en que cumpli¨® los cincuenta, una amiga m¨ªa me dijo desolada: ¡°Lo inesperado ya no irrumpir¨¢ en mi vida¡±. Nuestra sociedad est¨¢ condenada a no conocer lo inesperado. Es un claro signo de que los b¨¢rbaros est¨¢n a punto de llegar.
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