El infierno del ¡®Paco¡¯
Bilma Acu?a es fundadora de la Red de Madres en Lucha contra el Consumo de ¡®Paco¡¯ de Ciudad Oculta, en Buenos Aires Venci¨® el miedo de denunciar a los asesinos de su hijo. Y logr¨® que fueran condenados los culpables: narcos y polic¨ªas corruptos. Esta es la historia de su cruzada
La tragedia la mordi¨® donde m¨¢s duele: en los hijos. ¡°Mi cabeza ten¨ªa precio y no sab¨ªa de d¨®nde iba a llegar la bala¡±, cuenta Bilma Acu?a, una de las fundadoras de la Red de Madres en Lucha contra el Consumo de Paco de Ciudad Oculta, la Villa 15 de Lugano, un barrio humilde del suroeste de la ciudad de Buenos Aires. Fue en 2001 cuando los narcotraficantes de la villa acribillaron a David, uno de sus seis hijos, testigo de un homicidio. En medio del duelo de esa muerte desgarradora (el chico ten¨ªa 16 a?os y nada que ver con la droga), Bilma se prometi¨® que condenar¨ªan a los culpables. Amenazada, venci¨® el miedo de denunciar a narcos y polic¨ªas corruptos, y lo logr¨®.
Paco, ap¨®cope de pasta base de coca¨ªna, es el nombre del infierno en Ciudad Oculta, un barrio de chabolas donde el censo nacional de 2010 cont¨® 16.937 personas (la cifra va en aumento), que lleg¨® al cine en Elefante blanco (2012), de Pablo Trapero. Surge de ¡°estirar¡± la pasta base con qu¨ªmicos de alta toxicidad, y convierte a quienes la consumen en ¡°muertos vivos¡±. El coloc¨®n no dura m¨¢s de cinco minutos y lleva al adicto a desesperar mientras lo fuma, pensando de d¨®nde sacar¨¢ dinero para la pr¨®xima dosis. Barato, su consumo estall¨® entre los m¨¢s pobres en 2003, sumando a los estragos del desempleo y la crisis socioecon¨®mica de 2002 el tsunami de la violencia.
Paco, ap¨®cope de pasta base de coca¨ªna, es el nombre del infierno en Ciudad Oculta, un barrio de chabolas donde el censo nacional de 2010 cont¨® 16.937 personas
Solo hay v¨ªctimas en esta historia. El homicidio de David arrastr¨® a Pablo (33), el mayor de los hijos de Bilma, a un estr¨¦s postraum¨¢tico que deriv¨® en adicci¨®n. Despu¨¦s cay¨® otro, Leandro (27). Ambos consumen paco y est¨¢n en tratamiento. ¡°Hasta el asesinato de David, las drogas no hab¨ªan rozado mi casa; pero yo no pod¨ªa tolerar que hubiera muerto y nada pasara porque en la villa ni un n¨²mero somos¡±, dice Bilma en la Asociaci¨®n Civil David Echegaray, llamada como ese hijo perdido.
As¨ª comenz¨® su pelea contra la droga esta paraguaya ¡°ayudadora de pobres¡± (la definici¨®n es de Enzo, uno de sus 10 nietos), que vive en Argentina desde los cuatro a?os. Ha recibido distinciones internacionales por su tarea de prevenci¨®n, inspirado libros (Bilma Acu?a, historia de un manantial, de la soci¨®loga Silvia Kremenchutzky).
Es coqueta y tiene la fuerza visceral del rock que le apasiona (las im¨¢genes de Janis Joplin y Bob Marley distinguen los ba?os de mujeres y varones en el comedor comunitario que abri¨® en 1993). Militante social desde muy joven (¡°yo quer¨ªa ser monja hasta que me enamor¨¦ de un cura¡±), est¨¢ en pareja con Abel Meza desde hace 25 a?os. ¡°Cuando el paco lleg¨® a la villa, otras mam¨¢s me pidieron ayuda porque ya luchaba por la prevenci¨®n. Se romp¨ªan c¨®digos: los chicos robaban en sus casas y a sus vecinos; empe?aban electrodom¨¦sticos, ropa y hasta sus DNI para conseguir droga. Algunos empezaban a consumir a los ocho o nueve a?os. Desesperadas, repartimos volantes, tratando de que la gente se sumara. Escrachamos los sitios donde se vend¨ªa paco y logramos que la televisi¨®n viniera¡±.
Las madres de la Villa 15 consiguieron que Isidro Ram¨®n Ibarra Ram¨ªrez, l¨ªder de la banda paraguaya que vend¨ªa en el barrio, fuera detenido en 2005 y condenado en 2007. ¡°Fue el primer caso en Argentina de una condena a un narcotraficante por denuncia de las madres¡±, recuerda Bilma, quien destaca como un hito en esa lucha la apertura de tres centros de atenci¨®n de adictos en la ciudad de Buenos Aires. Iniciada por unas 70 madres, la red se extendi¨® por todo el pa¨ªs. Bilma est¨¢ al frente de un centro que, con ayuda del Gobierno de la ciudad, ofrece almuerzo y merienda de lunes a viernes a 250 personas, adem¨¢s de apoyo y asesoramiento. ¡°Algunas familias prefieren que el pibe est¨¦ preso y no consumiendo. Nosotras insistimos en la necesidad de tratamiento y de no criminalizarlos. Tenemos paradores para que los chicos no est¨¦n en la calle haciendo ranchadas con compa?eros de consumo y comiendo de la basura. Ahora hay m¨¢s presencia estatal, pero cuesta¡±.
Las conclusiones del quinto estudio nacional sobre uso indebido de drogas y consultas de emergencia realizado en 2012 por el Observatorio Argentino de Drogas se?alan que el paco incide en el 16% de los casos; menos que otras drogas. Acu?a sostiene que ¡°hay una cifra tapada porque llegan a los hospitales por otras causas: heridos de bala o con alguna infecci¨®n avanzada¡±. La Direcci¨®n de Estad¨ªsticas del Gobierno de la ciudad subraya la fragilidad de los menores en situaci¨®n de calle: la media de iniciaci¨®n en el consumo es de 12 a?os. Salir requiere opciones. Faltan trabajo digno e inclusi¨®n; algo que ilusione m¨¢s que la droga. Leandro, hijo de Bilma en tratamiento, refiere: ¡°Vas a la puerta y te ofrecen una dosis. Antes con cinco pesos (0,50 euros) ten¨ªas un mont¨®n. Ahora cuesta 20, 25. Debe ser la inflaci¨®n¡±, bromea y regala una sonrisa de pocos dientes.
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