Pillajes
Defraudar a Hacienda en Espa?a es una pr¨¢ctica demasiado com¨²n entre las grandes fortunas, los contables de partido y una cierta categor¨ªa de ciudadano autosuficiente
Entre otras convenciones que se han venido abajo en los ¨²ltimos a?os, la que aspiraba a la desaparici¨®n de los controles estatales sobre el mercado libre es la m¨¢s llamativa. La asombrosa capacidad de los flujos de capital sin regulaci¨®n para crear desigualdad y peligro de desestabilizaci¨®n, oblig¨® a los m¨¢s preclaros l¨ªderes del mundo libre a declarar que hab¨ªa que refundar el capitalismo. Como todo lo rimbombante, la palabrer¨ªa suele quedar en nada, pero a estas alturas no existe una sola teor¨ªa econ¨®mica, por liberal que sea, que argumente en favor de la desaparici¨®n del Estado regulador. Es ah¨ª donde radica el mecanismo esencial de protecci¨®n de las democracias y del Estado de bienestar. Sin embargo, y m¨¢s entre los espa?oles, pa¨ªs en el que el Estado ha desempe?ado demasiadas veces el papel de enemigo, de amenaza y de patio de caciques, sigue existiendo una sospecha hacia los inspectores, reguladores y mecanismos de control. A¨²n hoy, defraudar a Hacienda es una pr¨¢ctica demasiado com¨²n entre las grandes fortunas, los contables de partido y una cierta categor¨ªa de ciudadano autosuficiente.
En una econom¨ªa como la nuestra, donde las inyecciones de dinero p¨²blico activan un mercado alica¨ªdo y sin habitantes suficiente para la supervivencia tranquila, la figura de los inspectores y auditores del Estado resulta fundamental. La reducci¨®n de los mecanismos de investigaci¨®n, de lucha contra el fraude y de rigor en la libre competencia han sido una mala receta. Lo vemos en casos sonados, donde un buen cuerpo de abogados ladinos terminan por lograr la inhabilitaci¨®n, la prescripci¨®n, el archivo o el derribo del duro trabajo investigador. Est¨¢ pasando en todos los sectores, desde la fabricaci¨®n de coches y sus controles de calidad hasta en algunas salas de cine donde, en caso de fracaso, los productores desesperados recurr¨ªan a comprar entradas para alcanzar los m¨ªnimos de espectadores que exig¨ªa la ayuda estatal.
En la trama de los cursos de formaci¨®n para parados se fabricaban listas de alumnos inexistentes para quedarse las subvenciones. En el cine, los inspectores actuaron con celeridad y el ministerio hace ya a?os que viene denegando las ayudas a las producciones que no pasan la obligatoria auditor¨ªa de producci¨®n y exhibici¨®n. La simulaci¨®n de despidos, el fraude en las bajas, las ayudas a promoci¨®n del empleo, la incentivaci¨®n del I+D, los subsidios a la agricultura y ganader¨ªa, la promoci¨®n de las energ¨ªas limpias, la creaci¨®n de infraestructuras, en todo sector donde el Estado juega un papel fundamental de incentivaci¨®n se requiere un ej¨¦rcito de inspectores, auditores y represores si se aspira a hacer el trabajo completo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.