Dos tercios de los estudios psicosociales no reconocen sus conflictos de inter¨¦s
Un informe ha analizado los estudios sobre programas de educaci¨®n para padres de hijos con problemas y afirma que al menos un coautor se beneficia de los resultados
Publicar un estudio en una revista cient¨ªfica de impacto no es tarea f¨¢cil. Los investigadores, a la hora de redactar, tienen que tener en cuenta muchos aspectos para que el estudio sea finalmente aceptado por los editores de las revistas. Tienen que revisar desde el orden de los autores, la disposici¨®n de las tablas y las referencias bibliogr¨¢ficas hasta cuestiones formales como la gram¨¢tica, la ortograf¨ªa y la interpretaci¨®n de los resultados. Al final de todo este proceso, los editores, con el documento en la mano, contactan con dos especialistas en la materia relacionada con el proyecto de los cient¨ªficos y deciden si este puede ser publicado.
Uno de los apartados a completar es el relativo a los conflictos de inter¨¦s. En ¨¦l se debe especificar si los investigadores que participan en el proyecto poseen alg¨²n tipo de inter¨¦s econ¨®mico por el que pudiera beneficiarse de los resultados.?
Hasta ahora no se hab¨ªan analizado cient¨ªficamente los posibles conflictos de inter¨¦s en este tipo de estudios
Ahora, en un estudio publicado en la revista Plos One, un equipo de cient¨ªficos de la Universidad de Cambridge, Oxford y Abedeen (todas de Reino Unido) ha analizado la cl¨¢usula de los conflictos de inter¨¦s en publicaciones relacionadas con cuatro programas psicosociales. Estos programas usan t¨¦cnicas de asesoramiento para tratar enfermedades mentales, problemas de comportamiento, brindan asistencia a padres primerizos o con hijos problem¨¢ticos.
¡°Estos programas, que se aplican en Espa?a, consisten b¨¢sicamente en ense?ar a los padres a crear contextos que faciliten las conductas que se desean fomentar. El planteamiento no se reduce a meros consejos o indicaciones, sino que est¨¢ basado en entrenamientos y asesoramiento continuado¡±, ha explicado Marino P¨¦rez ?lvarez, psic¨®logo cl¨ªnico y catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Personalidad, Evaluaci¨®n y Tratamientos Psicol¨®gicos de la Universidad de Oviedo.
Estos planes de control parental gozan de un gran prestigio ya que son desarrollados por acad¨¦micos y profesionales de alto nivel, se venden a la salud p¨²blica, y est¨¢n respaldados por numerosos estudios que avalan su eficacia. En Espa?a un ejemplo es?el portal Prevenci¨®n Basada en la Evidencia, perteneciente al?Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. En ¨¦l se encuentran registrados numerosos programas preventivos dirigidos a ni?os y j¨®venes centrados en los diversos abusos de sustancias.
La transparencia no mejora necesariamente la calidad de la investigaci¨®n, pero s¨ª marca la diferencia en la evaluaci¨®n de los resultados¡± Manuel Eisner, profesor del Instituto de Criminolog¨ªa de Cambridge y autor principal del estudio
Sin embargo, hasta ahora no se hab¨ªan analizado cient¨ªficamente sus posibles conflictos de inter¨¦s. El informe ha concluido que en la mayor¨ªa de estos estudios est¨¢n presentes personas que se benefician de su distribuci¨®n, aun cuando no se han declarado conflictos de intereses.
En total, dos de cada tres estudios analizados tienen un coautor que se beneficia econ¨®micamente de las ventas de alguno de estos programas y no reconoce -o lo hace de manera insuficiente- tener conflictos de inter¨¦s.
Los cient¨ªficos seleccionaron cuatro programas de intervenci¨®n psicosocial difundidos internacionalmente -considerados por sus autores como los ¡°l¨ªderes del mercado¡±-: Possitive Parental Program (o Triple P),?Nurse-Family Partnership,?Incredible Years,?y la Terapia Multisist¨¦mica para el asesoramiento a delincuentes juveniles.
A partir de estos cuatro proyectos, los investigadores inspeccionaron todos los art¨ªculos acad¨¦micos relacionados, publicados entre 2008 y 2014, en cuyas intervenciones hubiera co-participado al menos un investigador que fuera, a la vez, desarrollador principal del programa psicosocial.
Se elabor¨® una muestra formada por 136 estudios, pero se vio reducida a 134 porque dos editores de revistas negaron su inclusi¨®n en la investigaci¨®n. Los investigadores encontraron que 92 de 134 publicaciones (un 71 %) presentaban unas declaraciones sobre los conflictos de inter¨¦s incompletas, enga?osas o que, directamente, no estaban.
En una segunda parte de la investigaci¨®n, el equipo contact¨® con los editores de las revistas de estos 92 estudios. Esto llev¨® a que 65 de los 92 fueran corregidos o reescritos con una fe de errores. Adem¨¢s, en 16 de estos casos, los editores de las revistas reconocieron haber llevado a cabo una ¡°mala edici¨®n¡± en el estudio, dando como resultado la falta del apartado sobre el conflicto de inter¨¦s. En los 49 casos restantes, los editores de las revistas contactaron a su vez con los autores del estudio buscando una explicaci¨®n, los que, como respuesta, redactaron un nuevo apartado con los conflictos de inter¨¦s o revisaron el que ya estaba.
¡°Con esto, no se debe presuponer que los investigadores con conflictos de inter¨¦s llevan a cabo estudios menos v¨¢lidos, y hay que tener en cuenta que la transparencia no necesariamente mejora la calidad de la investigaci¨®n. No obstante, s¨ª marca la diferencia en la evaluaci¨®n de los resultados¡±,?explica Manuel Eisner, profesor del Instituto de Criminolog¨ªa de Cambridge y autor principal del estudio.
¡°Creo realmente que (estos programas) tienen validez, aun cuando todav¨ªa est¨¢n en proceso de evaluaci¨®n. Sin menoscabo de las evaluaciones en curso, se puede decir que funcionan bien por cuanto se atienen a principios generales del aprendizaje, la educaci¨®n y el comportamiento, basados en el conocimiento psicol¨®gico y en el sentido com¨²n. El que sirvan como alternativa a la medicaci¨®n ya les confiere validez siquiera por situar el problema en el contexto, no en el cerebro y los genes de los ni?os¡±, indica Marino P¨¦rez, y a?ade que, pese a todo, ¡°ya era hora que estudios como este de Eisner y colaboradores llamaran la atenci¨®n sobre los conflictos de intereses que tambi¨¦n pueden darse en psicolog¨ªa¡±.
Seg¨²n el informe, el estudio tambi¨¦n tuvo sus limitaciones, y reconoce textualmente que ¡°la prioridad era publicar pruebas que mostraran conflictos de intereses econ¨®micos¡± y que la muestra se reduc¨ªa a los estudios de ¡°cuatro programas con un fuerte componente parental¡±. Por ello, los autores insisten en que no se puede saber hasta d¨®nde pueden extenderse los resultados, y si pueden ser generalizados a una poblaci¨®n mayor.
Las buenas pr¨¢cticas tienen que ser evidentes para todos. Que la gente sepa cu¨¢les son las reglas del juego y qu¨¦ pasa cuando se infringen¡± Pere Puigdom¨¨nech, miembro del Grupo Europeo de ?tica de las Ciencias de la Comisi¨®n Europea
Otra de las limitaciones del estudio, se?ala la publicaci¨®n, es que no se pudo saber por qu¨¦ los autores dejaron de reconocer sus conflictos de inter¨¦s. Sin embargo, Eisner cree que hay varias razones por las que los acad¨¦micos no lo hacen. ¡°A veces, porque la persona con un conflicto de inter¨¦s puede ser un segundo autor y el primer autor, que es responsable de presentar el manuscrito, no sepa sus conflictos de inter¨¦s. Otras, porque, a¨²n siendo conscientes los autores de que existe, no quieren que sus hallazgos dejen de considerarse imparciales e independientes¡±.
M¨¢s manuales de buenas pr¨¢cticas
La tercera raz¨®n que Eisner da tiene que ver con las gu¨ªas sobre publicaci¨®n de conflictos de inter¨¦s, que muchas revistas cient¨ªficas no tienen.
¡°En todo el mundo, y en Europa concretamente, hay cada vez m¨¢s una consciencia de las reglas relacionadas con la integridad cient¨ªfica. Estas incluyen un tratamiento de los datos adecuado, la ausencia de plagios, conflictos entre los autores, etc. Todo el conjunto de posibles faltas a la integridad cient¨ªfica est¨¢ identificado y recogido en los c¨®digos de buenas pr¨¢cticas en Europa. En estos c¨®digos se describen cu¨¢les son las normas b¨¢sicas de la investigaci¨®n. Ahora, esta cultura est¨¢ entrando en Espa?a tambi¨¦n¡± ha indicado Pere Puigdom¨¨nech, profesor de Investigaci¨®n del CSIC, miembro del Grupo Europeo de ?tica de las Ciencias de la Comisi¨®n Europea y expresidente del Comit¨¦ de ?tica del CSIC.?
¡°La pr¨¢ctica cient¨ªfica tiene una serie de reglas que normalmente se cumplen pero que no son expl¨ªcitas. Ese movimiento de crear c¨®digos de buenas pr¨¢cticas en las instituciones es importante¡±, a?ade, y subraya que ya hay pa¨ªses como Dinamarca, Alemania y Espa?a en los que se est¨¢n llevando a cabo estos manuales. ¡°Las buenas pr¨¢cticas tienen que ser evidentes para todos. Que la gente sepa cu¨¢les son las reglas del juego y qu¨¦ pasa cuando se infringen¡±, subraya.
Einster a?ade que la medida de los manuales puede verse reforzada por otras, como ¡°excluir autores para publicaciones futuras en una revista si se encuentra que la declaraci¨®n de los conflictos de inter¨¦s es enga?osa, y que los departamentos de ¨¦tica de las universidades alerten a todos los estudiantes y acad¨¦micos de la importancia de cumplir con las gu¨ªas ¨¦ticas¡±.
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