La paz en Colombia no alcanza a Uber y los taxistas
El Congreso debe aprobar las reglas de juego con las que funcionar¨¢ el pol¨¦mico servicio
Salvando las distancias, hay un embrollo en Colombia a la altura del proceso de paz que se desarrolla en La Habana con la guerrilla de las FARC, al menos en cuanto a explicaci¨®n a los ciudadanos se refiere. Tambi¨¦n tiene que ver con la reglamentaci¨®n e implementaci¨®n. En este caso del servicio de Uber, satanizado por el gremio de taxistas, que lo considera una competencia desleal y omnipresente para la poblaci¨®n, que consume vorazmente los m¨²ltiples servicios que ofrece: el tradicional, para bicis, para mascotas...
La pasada semana, el presidente, Juan Manuel Santos, hab¨ªa conseguido escenificar la palabra consenso, tan maldita y esquivada en este pa¨ªs ¨²ltimamente. Rodeado de los principales dirigentes del poderoso gremio de los taxis, los amarillos, los de toda la vida, y de Uber, Santos present¨® un decreto que regula el servicio de taxis de lujo, lo que incluir¨ªa la plataforma de moda en todo el mundo. Parec¨ªa ponerse fin a la pol¨¦mica entre los taxis amarillos tradicionales que inundan una ciudad y los blancos, generalmente los que ofrecen un servicio m¨¢s exclusivo, entre los que se encuentran los de Uber.
Tras la puesta en escena, los parabienes y las felicitaciones otra vez, a la hora de entrar en el detalle se volvi¨® a enredar el asunto. A partir de ahora, si Uber quiere seguir prestando sus servicios tendr¨¢ que convertirse en empresa de transporte. Hasta ah¨ª, todo estar¨ªa claro. El problema es que la plataforma ha repetido insistentemente que ellos son una aplicaci¨®n y que no son propietarios de un veh¨ªculo para prestar su servicio en todo el mundo. ?Entonces? Da la impresi¨®n de que Colombia regresa, en cierta manera, a la casilla de salida. El decreto no especifica si Uber es legal o ilegal, como sostienen los taxistas, aunque s¨ª lo hace el proyecto de ley presentado en el Congreso unos d¨ªas despu¨¦s. Ahora falta que el Congreso lo apruebe, lo que no parece que vaya a ser inmediato. Un atasco monumental.
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