Caminar
Perder el tiempo es un gran pecado, o cuando menos una equivocaci¨®n, en esta sociedad de urgencias
Coinciden desde hace tiempo en las librer¨ªas varios libros y reediciones de otros ya antiguos con una tem¨¢tica com¨²n: la relaci¨®n entre caminar y pensar, entre pasear y reflexionar, ya sea libre o voluntariamente. El arte de pasear, Andar y pensar, El caminante, Elogio del caminar, son algunos de esos t¨ªtulos que se refieren de modo expl¨ªcito a una actividad que siempre ha formado parte de nuestras vidas pero en la que pocas veces pensamos como algo m¨¢s que un ejercicio f¨ªsico. Ya el profesor Garc¨ªa Gual prest¨® atenci¨®n hace tiempo en el suplemento literario de este peri¨®dico a esa moda editorial y ahora vuelve a hacer lo propio una revista digital, Alta?r, denotando que aqu¨¦lla no solo no mengua, sino que aumenta, como vienen a denotar nuevos t¨ªtulos.
Ya el alem¨¢n Walter Benjamin inmortaliz¨® la figura del fl?neur baudeleriano, contrapunto urbano y moderno al excursionista o el caminante cl¨¢sicos, propios del campo o de los espacios abiertos, que estar¨ªa m¨¢s cerca de la figura del paseante tradicional, pero con un punto de distraimiento que le hace m¨¢s novedoso. Caminar, en el contexto del mundo contempor¨¢neo, podr¨ªa suponer, al decir del franc¨¦s David Le Breton, una forma de nostalgia o de resistencia, puesto que no deja de ser una p¨¦rdida de tiempo. Y perder el tiempo es un gran pecado, o cuando menos una equivocaci¨®n, en esta sociedad de urgencias y de ¡°disponibilidad absoluta para el trabajo o para los dem¨¢s (convertida, con la aparici¨®n del tel¨¦fono m¨®vil, en una caricatura)¡±.
De donde nace, por tanto, ese inter¨¦s repentino de los espa?oles, y supongo que tambi¨¦n de los europeos, por conocer las entra?as de una actividad a la que hasta ahora no se le hab¨ªa prestado mucha atenci¨®n m¨¢s all¨¢ de sus consideraciones m¨¦dicas o deportivas. El descubrimiento de su valor filos¨®fico, en tanto en cuanto el paso r¨ªtmico del caminante alienta su fantas¨ªa y su capacidad de ensimismamiento y de reflexi¨®n, por la gran cantidad de personas que sobreviven hoy en buena forma a su jubilaci¨®n y que han hallado en las caminatas un nuevo modo de entretenimiento, podr¨ªa ser una explicaci¨®n, adem¨¢s de la mayor curiosidad de una sociedad cuyo nivel cultural ha ido en aumento, pero hay una segunda que a m¨ª, caminante irredento y fl?neur urbano, se me antoja tambi¨¦n importante. Y es la necesidad que tenemos de interrogarnos mientras andamos, de separarnos de la corriente general, de transgredir normas que cada vez son m¨¢s asfixiantes y que tienen que ver con el control completo de nuestras vidas por parte de ese Gran Hermano que hemos creado entre todos, voluntariamente o no. Caminar nos da libertad lo mismo que el pensamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.