Entre la verg¨¹enza y el orgullo
Por suerte, entre el mar de l¨¢grimas por el cierre de proyectos por los recortes, algunas ONGD seguimos trabajando por la defensa de los derechos humanos en el Sur
Las peticiones solidarias obligaron en 1975 a la ONU a fijar el objetivo del 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB) para Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). En las d¨¦cadas siguientes esas peticiones se convirtieron en moda. Muchas personas estuvieron en alg¨²n campo de trabajo, escuela de verano o denunciando violaciones de derechos humanos.
Pero fue eso, una moda y algunas buenas intenciones que duraron lo que la burbuja inmobiliaria en Espa?a, hasta 2009, punto ¨¢lgido de la AOD con un m¨¢ximo del 0,49% del PIB. Entonces fue cuando llegu¨¦ a Ecuador por primera vez para hacer un voluntariado de tres meses, en un momento dulce para trabajar en este pa¨ªs: existencia de fondos de cooperaci¨®n, una nueva Constituci¨®n, amplias garant¨ªas para la defensa de los derechos humanos y gran voluntad de trabajo coordinado entre los actores presentes en el Sur.
Las ONG de desarrollo tra¨ªamos carrerilla y frenar nuestro trabajo por (seg¨²n el gobierno) un peque?o ¡°bache¡± econ¨®mico, no ten¨ªa sentido.
En 2011, regres¨¦ a Ecuador para seis meses. Ese bache ya se notaba, algunas ONGD se hab¨ªan retirado y qued¨¢bamos las que ten¨ªamos la suerte de estar ejecutando alg¨²n programa plurianual. Y a¨²n valientes por los fondos existentes y porque nuestros planes estrat¨¦gicos y los planes directores de cooperaci¨®n as¨ª lo dec¨ªan, alent¨¢bamos a la poblaci¨®n a denunciar, incluso internacionalmente, toda violaci¨®n de derechos humanos.
Mientras, en Espa?a, los gobiernos de turno abogaron por la nueva moda populista de ¡°primero los de casa¡±. Eso les permiti¨® pasar de puntillas por un escenario macabro de despidos, suspensiones de pago y jugar con la buena voluntad de trabajadoras y voluntarias.
Finalmente en 2012 regres¨¦ nuevamente a Ecuador, en medio de un gran socav¨®n en la cooperaci¨®n. Desde entonces, he vivido desde el Sur el constante desplome de la AOD, notando en primera l¨ªnea c¨®mo ONGD espa?olas y, sobre todo, ecuatorianas, sufr¨ªan el retroceso de la AOD hasta solamente el 0,17% del PIB.
Porque la situaci¨®n ha sido mucho peor aqu¨ª. No solamente hubo suspensiones de pago y despidos, el verdadero problema ha sido que los procesos de denuncia y transformaci¨®n social se han quedado interrumpidos y, muchos, han terminado muriendo.
?C¨®mo le explico al se?or Caba que, lamentablemente, no podemos litigar m¨¢s en su caso de remediaci¨®n de los pasivos ambientales olvidados por TEXACO y otras tantas operadoras, que mejor deje su finca, sus cultivos y sus gallinas antes de que contraiga alguna enfermedad? El se?or lleva a?os de juicio reclamando aquello que es justo y que desde los pa¨ªses del Norte, en forma de cooperaci¨®n no reembolsable y planes directores, le hemos animado a denunciar.
?C¨®mo les digo a las campesinas de Atahualpa que desde la comunidad pueden emprender alternativas econ¨®micas al extractivismo, si en el primer intento los impagos nos dejaron a medio camino? La comunidad se opuso a la extracci¨®n, alegando falta de consulta previa y recibiendo apoyo y asesoramiento de varias organizaciones. Iniciamos un proceso alternativo basado en energ¨ªas limpias y en la capacitaci¨®n y manejo de la agricultura ecol¨®gica, pero el proceso se estanc¨® y se nos quedaron los tomates por cosechar.
No me queda otra opci¨®n que decirles la verdad: ¡°lo siento mucho, pero nuestro Estado ha decidido olvidarse de la cooperaci¨®n y regresar a la limosna¡±
?O c¨®mo expongo a las futuras usuarias del sistema de agua potable de Cacique Jumandy, con quienes empezamos un proceso de capacitaci¨®n para la autogesti¨®n juntamente con un proceso de incidencia en las desigualdades de g¨¦nero, que todo termin¨® aqu¨ª? Porque para la administraci¨®n p¨²blica espa?ola, el derecho humano al agua en los pa¨ªses del Sur se termin¨® cuando el buen vino empez¨® a resultar caro para el poder adquisitivo de los espa?oles.
No me queda otra opci¨®n que, con la mayor de las verg¨¹enzas, decirles la verdad: ¡°lo siento mucho, pero nuestro Estado ha decidido olvidarse de la cooperaci¨®n y regresar a la limosna¡±.
Pero desde peque?os proyectos, nuestra organizaci¨®n sigue trabajando, de forma coordinada con instituciones locales, para garantizar el derecho humano al agua, centrando nuestro trabajo en la soberan¨ªa de las comunidades y la autogesti¨®n del recurso a trav¨¦s de las Juntas de Agua. No construimos infraestructura, sino que estamos implementando un plan de fortalecimiento de siete de estas Juntas, dot¨¢ndolas de capacidades para su autogesti¨®n y favoreciendo la inclusi¨®n de la mujer en los ¨®rganos de decisi¨®n de dichas organizaciones.
Tambi¨¦n destacar que, si bien la falta de recursos nos ha impedido seguir contando con asesores legales, colaboramos en la implementaci¨®n y acreditaci¨®n de un laboratorio p¨²blico de an¨¢lisis de contaminaci¨®n ambiental. A trav¨¦s de este proyecto se da apoyo y asesoramiento t¨¦cnico a m¨¢s de cincuenta casos anuales de contaminaci¨®n por hidrocarburos en fincas y comunidades campesinas, favoreciendo el proceso de denuncia ambiental.
Por suerte, entre todo este mar de l¨¢grimas, a¨²n existen algunas ONGD, seguramente menos grandes y m¨¢s precarias que las que aparecen en televisi¨®n, que seguimos trabajando por la defensa de los derechos humanos en el Sur.
Albert P¨¦rez Matamala es t¨¦cnico de proyectos en Ingenier¨ªa Sin Fronteras.
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